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LAS MUSAS HUÉRFANAS: Humor negro que rompe el melodrama



Fotos: Roberto Sosa

Por Roberto Sosa/ Después de veinte años se vuelven a reunir. Su madre los abandonó cuando eran pequeños. A Isabelle -la más joven- le mintieron, le dijeron que su mamá había muerto; creció bajo el yugo de su hermana mayor Catherine, ella es soltera y estéril. Martine su otra hermana, es lesbiana, se alistó en el ejército alemán y viene porque le avisaron que su hermano había muerto. Luc, el “hombre” de la casa, usa vestidos que dejó su madre, los tradicionales en España.

La muerte -sin que nadie haya muerto- congrega a cuatro hermanos, la reunión coincide con Semana Santa. La arena rodea la casa y se cuela por todos los rincones. Isabelle piensa que es una retrasada mental, así la hacen sentir; ella escribe sobre la mesa las palabras que no entiende, y pregunta el significado. Su hermano planea un viaje a Montreal, ella quiere irse con él: “han usado demasiado el cadáver de mamá…”

De Michel Marc Bouchard, Las musas huérfanas nos habla de una familia disfuncional, atormentada por las sombras del pasado; sus lazos sanguíneos no sanan sus heridas, ni se reconocen a sí mismos. Con la ausencia de su madre cada quien intenta “llenar” su vacío existencial, lo que sienten y piensan es contrastante. El texto se tensa en una sola línea dramática: el abandono. El humor negro rompe el melodrama; la pieza transcurre con los personajes desbordando sus emociones. La psicología en cada uno está bien trazada.

La dirección y traducción es de Boris Schoemann, de origen francés, entiende a la perfección la índole del texto, lo dilucida al lenguaje teatral pensando como espectador mexicano. Con solo una mesa y cuatro sillas como elementos escénicos, Schoemann despliega el poderoso texto y apoyándose en el trabajo actoral del elenco logra -sin duda- un magnífico resultado.

Las actuaciones están en un reparto que sabe de teatro, con experiencia y talento: Indira Pensado (Martine) encarna a una mujer dura, forjada en la disciplina militar; Llever Aíza (Luc) evoca la imagen de la madre, se viste como mujer utilizando un atuendo tradicional; escribir un libro es su proyecto de vida; Tania González Jordán (Catherine) se asume como la protectora de su hermana menor, entre sus buenas intenciones está guardar las apariencias. Excelsas y espléndidas  actuaciones.

De los cuatro personajes el que interpreta Carmen Mastache es el más complejo, con más tonos y matices, con su actuación logra que su personaje se quede en el espectador. A ella le hicieron creer que su madre estaba muerta, que tiene un retraso mental y que sólo debe obedecer, sin embargo, entiende todo perfectamente desde un punto de vista muy particular; detrás de su aparente ignorancia, está una mujer sensible, inteligente y con un gran sentido del humor…negro. En el papel de su madre, se apropia del escenario. Muy buen trabajo.

Las musas huérfanas es con los pies desnudos, así pisan y sienten el suelo en donde crecieron con la certeza que están en casa. A través de la piel, el piso de su hogar les transmite el amor que les fue negado; es el contacto con la tierra que los abraza y envuelve, y por un instante los hace creer que pertenecen a una familia.

La compañía Los Cuatro Gatos la presenta en La Capilla Teatro, hasta el 19 de diciembre, consulta precios y horarios, aquí.

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