Por Roberto Sosa/La ceguera no es un trampolín, es una plataforma que impulsa una nave que cruza un universo ficticio, o tal vez lo ficticio es el viaje inventado por su autor para reflexionar y filosofar. Tres personajes realizan una travesía, no se sabe a dónde, ni por qué; viajan a través de un mar de obviedad, les preocupa ser alcanzados y golpeados por una ola de la literalidad. Quieren ser libres, el silencio es el único camino. “Estamos vacíos como queríamos”, “Somos dueños de un hueco…”, “De nada sirve robar una idea…”.
La ceguera no es un trampolín es un espectáculo articulado desde lo incongruente y lo no convencional, con distintas aristas y diferentes lenguajes. Es teatro donde cabe todo, es una comedia, un drama, es teatro del absurdo o una farsa; el meta-teatro que se ve y se representa a sí mismo. Los personajes viajan para escaparse de ellos mismos; el escenario y los espectadores transitan con ellos hacia una ficción, de la que huyen.
La autoría y dirección son de David Gaitán, su puesta en escena rebaza la lógica y el entendimiento. Pone los códigos sobre el escenario y deja que el público desde su perspectiva y criterio los codifique. Utiliza la multimedia y el performance. Para Gaitán el escenario teatral es un universo prendido de posibilidades y ficciones, en su instinto y sobre el escenario todo es posible. Su texto y espectáculo están llenos de metáforas que viran hacia lo filosófico.
Las actuaciones son de Harif Ovalle, Michelle Betancourt y Raúl Villegas. Tres probados y reconocidos actores toman los personajes para darle sentido al texto del autor. Su trabajo actoral lo realizan con los rostros maquillados (Maricela Estrada) en blanco, esto les podría quitar personalidad y restar expresividad, no es así, sus actuaciones transitan entre la mímica, el clown y la comedia. Detrás de la blancura reflejan dolor, preocupación y alegría. Espléndidos.
La puesta en escena, es ficción y realidad, es un espacio tomado por personajes inventados y reales. Es teatro, el arte vivo que derrumba su escenografía para mostrar sus entrañas y dejarnos ver hacia el fondo de la boca del escenario, allí donde residen los actores-personajes que buscan y hacen lo posible por alcanzar un sitio en este paradójico universo que es el teatro.
Cabe destacar el trabajo del equipo creativo. El diseño de vestuario de Ricardo Loyola los caracteriza y ubica en un lejano futuro; y sobre éste, otro que los remite siglos atrás. Es como si lo personajes intentan asirse a un pasado que les devuelva certidumbre. La escenografía e iluminación de Matías Gorlero y Félix Arroyo recrea un espacio futurista matizado por la iluminación.
El video de Daniel Ruiz proyecta planos que perciben el viaje de los protagonistas por un universo ficticio, con un sol en lo alto. El diseño sonoro es de Xicoténcatl Reyes; música original de Jacobo Lieberman.
Las funciones son en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky hasta el 19 de mayo, consulta precios y horarios, aquí.
Hola me encantó la ceguera no es un trampolin y me gustaría saber si tienen más fotos de esta puesta.
Todas esas ideas que andan en nuestro cerebro de la botarga, las arañas el caballo, los payasos, en fin de todos.
De los tres actores.
Gracias y felicidades