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HAY UN LOBO QUE SE COME EL SOL TODOS LOS INVIERNOS: Una historia oscura, como el invierno



Fotos: Roberto Sosa

Por Roberto Sosa/Hay un lobo que se come al sol todos los inviernos, lo hace para calentarse, y se duerme, por eso no sale el sol. Dicen que hay un lobo recorriendo las estrellas. El invierno es un periodo de poca luz, la penumbra cubre la mayor parte del día. A Leo le da miedo la oscuridad, llora en un escondrijo, mojó su cama. “¿Tú crees que hay un lobo que se come al sol…?”, le pregunta a su hermano Ham. Leo tiene una pesadilla recurrente, ve a un hombre con los ojos rojos que lo mira en un rincón. A su papá hay algo que le molesta, que pregunten por Alberta.

En teatro el tiempo puede transcurrir hacia atrás. Leo y su familia evocan el pasado, momentos de felicidad en el campo bajo un brillante sol. Hoy transitan por momentos complicados, a Leo lo acusan de un crimen. Para el agente que lleva el caso él es un enfermo, un pervertido que no merece vivir. La familia se rompe y distorsiona. La historia es a través de dos muros translúcidos que dejan pasar poca luz y deponen una historia oscura, como el invierno.

Gibran R. Portela es el autor, su texto se construye con personajes sicológicamente bien definidos. A Leo y Ham los unen sus lazos sanguíneos, uno es criminal y el otro homosexual; el padre esconde un pasado que no quiere revelar; y una madre que desde su sensatez intenta mantener unida a su familia. Están el policía y Sofía, la chica más guapa de la escuela. El eje dramático gira en torno a un personaje emocionalmente distorsionado.

Cristian Magaloni se encarga de la dirección de escena, su mayor mérito es darle una lectura precisa al texto de R. Portela. Propone que el trazo escénico sea con dos muros de material transparente al frente del escenario, el espectador ve la obra a través de este dispositivo; los personajes salen del fondo del escenario y toman un sitio al frente de los muros translúcidos; cruzan dos planos, uno oscuro y deforme, y el otro que se asemeja a la fría realidad. Aborda el tema apoyándose en el espléndido trabajo del elenco.

Las actuaciones son de Pilar Ixquic Mata, Roberto Beck, Arnoldo Picazzo, Gonzalo Guzmán, Julio César Luna y Assira Abbate. El elenco equilibra juventud y experiencia, no obstante, no están en el mismo nivel. Roberto Beck está por encima del resto de sus compañeros; asume el papel protagónico con idoneidad, su actuación es de un espléndido histrión. Leo es un oscuro personaje y Beck lo representa admirablemente.

Hay un lobo que se come al sol todos los inviernos es un relato sicológico que mantiene en suspenso al espectador por saber que ocurrirá con la trama. La historia, personajes y la música se distorsionan; el protagonista es un ser retorcido, provoca que todo gire en torno suyo de igual forma, trastorna su vida y de quienes lo rodean. El lobo devora y termina por devorarse a sí mismo.

La escenografía e iluminación son de Miguel Moreno; vestuario Julia Arce y Assira Abbate; producción ejecutiva Ángela Pastor. Producción, Teatro en una Cáscara de Nuez.

Las funciones son en La Capilla Teatro hasta el 30 de mayo, consulta precios y horarios, aquí.

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