Fotos: Aura Juglar
Por Saúl Campos/Ante la devoción inminente que deja la temporada de pascua, en la que los feligreses católicos se reintegran con la raíz del símbolo de la cruz para conmemorar el nacimiento de su fe, la Sala Novo del Teatro La Capilla nos ofrece una visión diferente a los hechos que hicieron al mesías de la religión católica un ícono.
Todos los discípulos escribieron un evangelio para dar testimonio de lo que Jesús hizo, pero ¿cuál fue la visión de su madre? Sabemos que María siguió en la tierra un buen rato antes de la Asunción, entonces ¿cómo llevó ella el tema de haber presenciado la muerte de su hijo? Y ¿una muerte de cruz? Colm Tóibín explora las posibilidades de este pensamiento en El Testamento de María, bajo la dirección de Itari Marta y la interpretación de Luly Garza.
Dentro de la propuesta de Tóibín, podemos encontrarnos con un relato en el cual los aspectos místicos y de orden superior que rodean a María como madre de Cristo se quedan a un lado, el autor busca enfrentar a la mujer como ser humano a una realidad cruda, ante un desconcierto, una experiencia nueva que le abrazó de repente y que quizás ella no estaba lista para asimilar y que, sin embargo la transformó en un ídolo.
A medida que este montaje se desenvuelve, la audiencia comienza a ser parte de un proceso en el cual la fe queda a un lado, y la historia pone su mirada en los hechos narrados con realidad de por medio. No es sencillo escuchar una visión de un proceso que para los seguidores del catolicismo significa a base de la iglesia, sin embargo es esa dosis de impacto la que nos permite identificarnos con este personaje central, una testigo de la descomposición del mundo y de la aceptación de muchos ante esto, casi cual política mexicana.
A partir de este difícil texto, Itari Marta construye la que quizás es su dirección más sólida y cuidada, con un detalle humanizado del mito Mariano en la voz de una madre aguerrida, ante la incertidumbre del tiempo y con el cambio psicosocial frente a ella. La dirección de Marta captura la esencia de un viacrucis que no necesariamente necesita mostrar las heridas en Jesús, sino las que consumían a su madre: la ingenuidad, el miedo, el desconcierto; todo en medio de una conmoción masiva que ambicionaba ver la muerte del Hijo de Dios para ver nacer un Nuevo Testamento, todo ante los ojos de la mujer que le dio vida.
Para dar vida a este relato, Luly Garza se apodera de la piel de la madre del creador, y nos entrega un verdadero tour de forcé capaz de dejar sin aliento a su audiencia. Lo vivencial en el discurso emocional de Garza, complementándose a la perfección con cada factor que el autor va apuntando en el texto, que nos permite presenciar un ejercicio de actuación sólido, desgarrador y que deja muy por lo alto el nombre de esta actriz, como uno que deberíamos tener más presente en cartelera.
El Testamento de María es, sin duda, una de las mejores opciones de teatro actualmente, una obra de fuerte contenido bajo un discurso perfectamente justificado en bases históricas y emocionales. Una perfecta oportunidad para entender el lado B de la fama y quizás, de la vida misma a través de los ojos de alguien que no la está comprendiendo del todo.
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Compre boletos para esta obra y lamentablemente ese día llovió en la CDMX, para llegar me tengo que desplazar desde el norte de la ciudad y salgo como mucha gente de trabajar a las 7:30 de la noche, por lo que el tiempo estaba medido para llegar, la lluvia provoco un caos y llegue tarde, la compañía no tuvo la mínima sensibilidad de entender este hecho y no me dejo accesar a la obra, si bien entiendo que son sus políticas, no esta escrito en ningún lado incluyendo la impresión del boleto y considero que deberían estar conscientes que vivimos en una ciudad complicada por el tráfico, tarde mucho para intentar ver esta obra por los horarios y días que manejan, realmente me pareció intransigente que no me dejaran accesar, la lluvia era tan fuerte que incluso no se podía caminar dentro del recinto, ah y me cobraron el valet parking. Si la van a ver consideren esto.