Fotos: Los Endebles
Por Saúl Campos/ Solamente Julia sabe lo que realmente pasó la noche que cambió todo. Aquella en la que Daniel ya no tuvo que luchar por defenderse y ser fuerte, pues había encontrado la manera de frenar eso que la sociedad parece ponderar para hacer valer el respeto: la violencia, la brutalidad. Sin embargo, la historia no acaba ni comienza en felicidad y es momento de recapitular cada paso, cada huella. Cada ruido de los animales que han estado pendientes del crecimiento de Daniel, desde los literales, hasta los metafóricos.
Cerrando temporada en la Sala Xavier Villaurrutia y abriendo al mismo tiempo en el foro Sor Juana Inés de la Cruz, la Compañía Los Endebles presenta Beautiful Julia de Maribel Carrasco, bajo la dirección de Boris Schoemann. Uno de los montajes que sencillamente podrían ser nombrados como lo mejor del 2019 en los escenarios mexicanos.
Pareciera que en 2019, la conversación en torno a crímenes de odio e intolerancia debería ser menor e inexistente. Se supone que deberíamos vivir en una sociedad incluyente, que abraza las diferencias como parte de la naturaleza del hombre y, sin embargo, es necesario alzar la voz para reclamar la paz, el amor y la estabilidad que quedan lejos del camino.
Es entonces cuando la voz de Maribel Carrasco imprime en letras feroces, una carta de amor, un grito de batalla para la aceptación que la comunidad en general, no solo LGBTTIQ necesita y merece vivenciar en la escena. La dramaturgia de la autora expone una visión sobre la transexualidad bastante única, que desarrolla un tratado sobre cómo explicar el tema a audiencias jóvenes para un entendimiento neutral y positivo del mismo.
Beautiful Julia no sólo es una historia de desarrollo personal o de aceptación, es una declaración política que sirve por completo al oficio teatral, exponiendo una realidad social que necesita ser atendida. La historia fuera del teatro nos demuestra una realidad que muchas veces decidimos no mirar, para no salir heridos quizás. Aquí, la autora nos pide abrirnos y aceptarlo, para sanarlo y así cambiar el rumbo de lo cotidiano.
La dirección de Boris Schoemann destaca al máximo cada componente del texto que toca, otorgando una visión fresca y dinámica a cada escena, en la que puede darse el lujo de bailar entre movimientos coreográficos, teatro físico, multimedia y una escenotecnia contenida, bajo un tono naturalista que entra a la perfección al juego.
Schoemman toma las palabras de Carrasco y les pasa el marcatextos amarillo, al mismo tiempo que abraza la juventud que marca la anécdota que va a desarrollar en escena y la posiciona en un plano lleno de matices, colores y trazos escénicos por demás exquisitos, que, en conjunto al excelente trabajo en actores, termina por llevarnos a otra latitud escénica.
Lo que la dirección logra en Fernanda Echevarría, Baruch Valdés, Ulises Galván y Fredo Veldáñez es potencializar su capacidad escénica a través de su propia juventud en un torbellino emocional que conmociona por completo. De tal manera que la sinceridad y belleza de sus actuaciones obtienen a una audiencia entregada y que no teme a soltar las lágrimas ante la historia que están representando.
Podríamos desmenuzar en una tesis la importancia e impacto que Beautiful Julia tiene para el teatro mexicano, sin embargo, es necesario que la audiencia se acerque a vivirla para entender que hay diferencias que nos construyen como seres y sociedades, completas e indivisibles.
Las funciones son en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque hasta el 26 de mayo, consulta precios y horarios, aquí.
