Foto: Roberto Sosa
Por Roberto Sosa/ Que han trabajado por años en un museo cuidando que la gente no traspase la línea blanca. Su labor es vigilar que el espacio reservado a las obras de arte no sea infringido por los visitantes. Ya son 15 años de guardia y su visión del arte es otra, la influyen las “obras” que allí se exhiben. Su pregunta es ¿Qué mira la gente cuando nadie los mira de vuelta…? Desde esta reflexión es que el vigilante Catalino Risperdal decide ser artista.
Su primera obra es una miniatura, una sillita tallada en madera que coloca junto a la mierda de un perro. Es como “un acto de arte en contra del arte…”. Además no es el único virtuoso en el museo, allí habita un ratón artista que talla en cartón. La inoculación alcanzó al guía del museo, ahora se cree crítico de arte; y también a la Sra. Pizarro, una coleccionista que ve en Risperdal un genio y está dispuesta a comprar su obra.
Escrita por Verónica Bujeiro (CDMX México, 1976), la obra es una delirante crítica al mundo del arte. Para la dramaturga el arte es una reticencia del arte. Su texto desdibuja dentro de un museo su significado y sus extravagancias. Los personajes los crea desde una óptica que raya en la locura, afines a quienes se dicen artistas y quienes consumen arte. La ironía la maneja de forma magistral.
Dramaturga, guionista e ilustradora, Bujeiro es Licenciada en Lingüística por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. En el ámbito teatral ha participado en los programas del Lark Play Development Center (Nueva York), el Instituto de Teatro de Praga y Panorama Sur de Buenos Aires. En 2002 fue finalista del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo. Producto farmacéutico para imbéciles, la publicó en 2014.
La dirección de escena es de Angélica Rogel, enlaza apropiadamente los elementos que conforman la creación del espectáculo. Desde su perspectiva la dramaturgia y el trabajo de los actores deben compaginar y adherirse, solo así se logra impactar al espectador. Su trabajo traduce el esfuerzo de todos los que participan en el montaje. Como primera espectadora de la obra, no deja vacíos ni cabos sueltos.
El elenco lo integran Mario Alberto Monroy, Alonso Iñiguez y Romina Coccio / Carmen Ramos. Se trata de un grupo de profesionales del teatro que manejan acertadamente la comedia. La partitura del actor es la herramienta con la cual construyen sus personajes; incorporan la experiencia adquirida sobre los escenarios. Con talento, cada uno se apropia del personaje desde la representación.
Producto farmacéutico para imbéciles podría ser el título de una obra que habla del mundo de los fármacos o de drogas que se venden legalmente para sustraerle la idiotez a la gente, pero no, versa sobre el arte que es visto desde otra óptica, muy distinta de como se aprecia dentro una galería o museo. La rata artista que aparece furtivamente en la sala, le da a la puesta en escena un toque surrealista. Arte contra del arte.
Equipo creativo: Patricia Gutiérrez Arriaga, escenografía e iluminación; Aris Pretelin-Estéves, vestuario; y David Bernardo Camargo y Enrique Hernández, multimedia.
Las funciones son en el teatro El Granero, Xavier Rojas, los jueves y viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas, hasta el 16 de diciembre. Para más información aquí.
