Foto: Facebook/riddano
Por Irene Repeto/“Pero hay hombres que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles”. Parece que a partir de esta frase de Bertolt Brecht, el creador y bailarín Arturo Serrano comienza a articular su reflexión sobre el sentido de la vida y el papel social que tenemos la oportunidad de jugar en ella.
En un espectáculo unipersonal, Serrano se desnuda (de manera literal) ante aquellos que deciden ir a presenciar la lucha de valores que atraviesa en estos momentos el personaje que muestra, que es él mismo, y que hace un viaje a través de la ira y la rabia, con el anhelo juvenil y estoico de querer cambiar con el mundo, no se sabe si por medio de su arte o de la lucha social. Declara que le gusta lo simple, lo sencillo.
Y es cierto que hay algo de desapego en cuanto a lo escenográfico: una silla y un cirio son los únicos elementos que ocupan el espacio. Estos objetos, unido al uso por momentos de música sacra, traen a la memoria la imagen de un monje franciscano y sus votos de pobreza, obediencia y castidad. Castidad porque, a pesar de la desnudez, no hay presencia del cuerpo sexual. Obediencia a una causa, a una lucha social, a la resistencia popular.
Serrano pone en un altar (seguimos con los símbolos religiosos) a personalidades que destacan o se relacionan con la lucha social, como la cantautora y artista plástica chilena Violeta Parra. Los admira por no desistir, por luchar toda la vida. Quizá esta admiración provenga de un enojo consigo mismo por no ser capaz de ser como ellos, de no deberse a su causa, por no tener una causa. Los coloca en el lugar de los mártires, de aquellos que sufrieron por nosotros, como nuestros redentores. En algún momento Serrano espeta: ¿cuál es la causa de tu sufrimiento?
Es una delicia contemplar el cuerpo de Arturo Serrano festejando y bailando a pesar de la desolación que le rodea. Falta encontrar la unión entre el discurso hablado y el movimiento, destruir la separación siempre presente en los espectáculos de danza contemporánea entre la palabra y el cuerpo.
Los imprescindibles es una propuesta valiente, llena de idealismo y vitalidad que contagian. Al final, el aliento de Pina Bausch se hace presente: dance, otherwise we are lost.
Los imprescindibles se presenta en el Teatro Benito Juárez hasta el 11 de marzo, consulta precios y horarios de la obra aquí.
