Fotos: Claudia García.

Por Óscar Ramírez Maldonado / El circo evoca nostalgia de un tiempo impreciso, de momentos felices y asombro. Tiene una cualidad onírica, como una música distante que suena dentro de una carpa remendada de colores. El circo tiene cierto carácter democrático, todos cabemos en el graderío; todos somos en parte esos seres fantásticos, esa tropa de payasos que cabe en un auto compacto, el funambulista, el hombre bala que surca los cielos o quien se enfrenta con sólo un látigo a furiosas bestias.

Ahí es a donde nos lleva Lacuna, el circo de todos, a un lugar donde podemos ser parte del gran espectáculo. Nuestra guía es Cuore, payaso cara blanca que no dejará morir el sueño que durante 125 años habitó en el gran Circo Cerchio.

Cuore despierta en un sitio que otros han abandonado. Ahí la encuentra un hombre resignado, que con un dejo de nostalgia barre los recuerdos que mejores tiempos dejaron sobre una pista antes luminosa. Cuore entonces comienza un improbable reclutamiento, en el cual encontrará nuevos compañeros de viaje que vivan la fantasía y se sumen -al menos por un momento- a una larga tradición circense.

Juntos – Cuore, el hombre y una seductora domadora que cautiva a la audiencia- van reconstruyendo ese mundo alterno. Se niegan a entregarse a la realidad, convencidos que un mundo más solidario y hermoso es posible, un mundo de risas francas e inocentes.

Escrito y dirigido por Sol Kellan, y co dirigido por Nicolás Barmat, Lacuna es un espectáculo clown donde el reloj se detiene y el tiempo deja de existir. Es el espacio en blanco para llenarlo con nuestra imaginación. Es una historia entrañable que nos transporta, que nos habla de esperanza y de belleza.

Este montaje, que es resultado de un proceso de creación colectiva, nos permite reír donde a veces olvidamos hacerlo. En un mundo que a veces luce demasiado hostil y nos hace olvidar nuestra vocación lúdica, nos recuerda que por oscuro que se muestre el panorama – o por eso mismo- debemos darnos un rato para jugar y reír como niños.

El Foro a Poco No, acondicionado como circo, nos transporta. Se convierte en un espacio para hacer un homenaje a la tradición circense, a ese lugar donde sucede lo imposible. Irene Repeto, Anna Ross y Jorge Luis Chávez Caballero hacen suceder la magia con una destacadísima capacidad física que a través de técnicas clown les permite establecer un diálogo con el público. La intuición y la sensibilidad del elenco rompe las barreras y logra involucrar al espectador, hacerlo parte de esta historia y crear una función única cada tarde.

El vestuario y el maquillaje son elementos fundamentales en Lacuna. Nacidos de la creatividad de Sol Kellan, no se trata solamente de accesorios estéticos de una belleza conmovedora, son en sí mismos herramientas para que los actores desplieguen su talento sobre el escenario y creen ahí una sensación de irrealidad. Dentro de una pista de circo de reducidas proporciones la sensación es de encontrarse en un mundo paralelo que está a punto de colapsarse o resurgir con toda su potencia.

Lacuna es un espectáculo imperdible. Es un lugar en donde sana el alma, donde bailar con una pluma que juega con el viento es la única forma posible de vencer, de no sucumbir ante la soledad o el hastío.

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