Por Ro Tierno/ Se trata de una adaptación de la obra del controversial dramaturgo sueco August Strindberg. Estará hasta el 27 de septiembre en el Teatro Milán de la Colonia Juárez.

Los miércoles y jueves el escenario del Milán será foco de atención: Señorita Julia, dirigida por Martín Acosta, estará en temporada hasta septiembre, en una adaptación de la obra de 1896 de August Strindberg, reconocido artista sueco, odiado y amado al mismo tiempo.

August Strindberg (1849-1912), era un autor que para muchos fue el responsable de poner a Suecia en el mapa de la cultura europea. Como todo artista, era una persona hipersensible, y además sufría de una esquizofrenia que no lo dejaba vivir en paz y que influenció toda su obra. Pero sin dudas, el dato terrorífico de él es su reconocida misoginia. “Strindberg era un misógino que no podía vivir sin mujeres y eso marca toda su obra”, afirmó el traductor español Jesús Pardo de Santayana, para el diario El País.

En esta obra, dos mujeres de distinta clase parecen tener el mismo problema: requieren la atención del mismo hombre, un lacayo que sueña con un gran proyecto, y que el ‘amor’ es un pasatiempo o el puente para lograr sus objetivos. Parece simplista, pero cada personaje tiene un desarrollo psicológico bastante interesante.

Protagonizada por Cassandra Ciangherotti, Rodrigo Virago y Xóchitl Galindres, esta adaptación trae consigo muchos temas que hoy están a la agenda del día, como las relaciones de poder, la diferencia de clase, lo establecido socialmente, etc. Es una historia intrigante, donde el suspenso, lo macabro y lo erótico marcan el tiempo.

En  la historia, la locura predomina sobre el romance y las estructuras: la Señorita Julia es una joven aristócrata que decide ir a bailar a la fiesta de los sirvientes en la Noche de San Juan, y tras bailar y beber, las barreras sociales parecen haberse borrado y  Julia se sumerge en una aventura con su lacayo Juan, donde ambos se seducen y manipulan. La mujer parece tener el control sobre el hombre, sin embargo, en al trascurso de la obra, finalmente Julia será llevada hacia el lugar que la sociedad ha elegido para toda mujer en aquella época: la sumisión y la muerte.

La puesta en escena y las actuaciones, junto a  la dirección de Martín Acosta, hacen un combo muy entretenido en lo visual y el discurso. Arriesgada para la época, sin dudas Strindberg deposita en este texto toda su personalidad.  Así la describió el autor sueco en el prólogo:

He roto con la tradición de presentar a los personajes como catequistas que con preguntas estúpidas provocan la réplica brillante. […] Para ello he hecho que las mentes trabajen de un modo irregular, tal y como ocurre en la realidad, donde en una conversación nunca se agota el tema, donde un cerebro trabaja como una rueda dentada en la que el otro se engrana a la buena de Dios. Por eso el diálogo anda sin rumbo. He proveído en las primeras escenas de abundante material que en el desarrollo se elabora, se trabaja, se repite, se amplía lo mismo que el tema de una composición musical.

Para más información sobre esta obra aquí. 

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