Por Luis Santillán / Salvador Garcini escribe Cuarteto de una pasión; el texto plantea como punto de partida algo semejante a una introducción de programa unitario de televisión, expone una postura sobre relaciones amorosas, a partir de ahí existen 4 cuadros que presentan variaciones sobre la dinámica, al final de cada cuadro el personaje guía explica el comportamiento de los personajes.
El texto solo es expositivo, la anécdota se desarrolla por la información dado que carece de acción, las variaciones en realidad solo son extensión de la anécdota.
Posee todos los vicios de los programas unitarios sin el beneficio de la edición. Los personajes creados por Garcini no van más allá de la presentación, una actriz y una modelo, la única confrontación se da a partir de una disputa por la pareja de la actriz, si bien al ser personajes simples las situaciones podrían generar desarrollo, pero el planteamiento queda como una aspiración filosófica. Garcini es seducido por el discurso más que por la acción.
Garcini, en la faceta de dirección, toma decisiones que son difíciles de hilar. El espacio plantea un departamento compartido, por contexto los personajes poseen cierta holgura económica, sin embargo el fondo es una pared que de ninguna manera se incorpora al departamento, se usa para proyectar, pero la textura de la misma no beneficia las imágenes proyectadas. Hay elementos en escena que se usan para ilustrar los momentos y posteriormente se vuelven distractores, como las pantaletas que se utilizan en el primer cuadro para delatar el engaño, pero permanecen en los otros cuadros como si colocar las pantaletas en la sala fuera lo más habitual. Hay trazos que sólo funcionan como desplazamientos de pasarela, cruces que carecen de signo; genera imágenes que son bloqueadas por los elementos de escenografía, pero en lugar de que se lea como una propuesta de fragmentación de imagen, da la impresión de no tener clara la isóptica que propone.
Quienes están en escena son Olivia Collins, Gema Garoa, Fernanda Vizzuet y Alex Sirvent. Colins explica las escenas, su función es de conductora, por lo tanto, no hay elementos para analizar su trabajo actoral. Garoa en el personaje de la actriz queda muy expuesta porque toda la obra mantiene el mismo tono emotivo, los únicos acentos que tiene son por volumen, quizá con el correr de las funciones encuentre cómo hacer verosímil el personaje. Vizzuet puede ser convincente en el papel de modelo, lo problemático es que la anécdota plantea la dinámica común del personaje y no los momentos laborales, es innegable que aspira a crear un personaje, pero carece de las herramientas para lograrlo. Alex Sirvent es utilizado como “atractivo” visual y cumple bien su función.
Cuarteto de una pasión es un proyecto que naufraga por todas las áreas, la escala de construcción es muy pobre y aun así los resultados no alcanzan el planteamiento. Quizás es una obra para un público específico que celebra el esfuerzo, quizá es un proyecto cuyos aciertos pueden ser hallados por un público que se congratula con la gracia de los que construyen su carrera en un formato televisivo.
Más allá de lo que una crítica pueda exponer sobre la obra, dos cosas son innegables:
1- El escenario de la sala Xavier Villarrutia no oculta –como lo haría la televisión- la carencia de herramientas.
2- En este experimento el beneficio puede ser para los espacios del Centro Cultural del Bosque, ante la oportunidad de que un público que no los conoce regrese en otra ocasión a ver las diversas propuestas escénicas que le caracterizan.
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