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Las meninas novohispanas y La Guadalupana



Por Óscar Ramírez Maldonado / Este martes estrenó la última minitemporada del año de Las meninas novohispanas en el Teatro NH. Con el episodio Desde el cielo una hermosa mañana, la compañía integrada por Luis Huitrón, Christian Escorcia y Anna Marín nos cuenta la historia del ayate de la Virgen de Guadalupe. Una de sus miniteporadas más controvertidas de este año, sin lugar a dudas, la cual tiene presentaciones los días 5, 7, 12 y 14 de diciembre.

De una manera -como siempre- divertidísima, las Meninas narran la historia del ayate que es reconocido en todo el mundo como un rasgo de identidad de México y es considerada la más importante reliquia de la iglesia mexicana.

Una imagen que ha visto pasar la historia de los últimos 486 años en este país: gran parte del Virreinatos, la Independencia, la guerra cristera, la canonización de Juan Diego… ¿Pero realmente la historia es como nos la ha contado la Iglesia y la tradición oral? Evidentemente, al tratarse de un episodio más de las Meninas, acostumbradas a enderezandar tuertos y desfacer agravios -valga la referencia quijotesca al hablar de estas damas de ascendencia peninsular-, la respuesta es no.

La nueva entrega de este montaje, que durante este 2017 ha logrado consolidarse como un referente de cabaret incisivo y bien pensado, es una suerte de catecismo a la inversa que pone de frente la investigación histórica ante el dogma religioso.

No se trata de los argumentos típicos que durante años hemos escuchado entre los debates entre creyentes y no creyentes. Se trata, más bien, de un viaje por documentos históricos, antecedentes y circunstancias que rodearon la consolidación de la virgen del Tepeyac como patrona de México. Se trata de una reflexión sobre dónde es que radica la trascendencia de la imagen de la Virgen de Guadalupe y su verdadera potencia como elemento catalizador de una identidad. Del papel que esta figura ha jugado en algunos momentos de nuestra historia.

Sí, tal vez algunas susceptibilidades se sientan heridas, aquellas que no permiten paso al humor como remedio y como punto de partida para ver la realidad desde otro enfoque.

Esta última temporada del año es un pretexto ideal para recapitular las virtudes que Las meninas novohispanas tienen como montaje. Sin lugar a dudas, esta propuesta es aire fresco sobre los escenarios capitalinos: desde la complicidad y no la cátedra nos podemos sumergir en los pliegues ocultos detrás de esa historia que siempre nos han contado. Desde la risa y el no tomarnos demasiado en serio descubrimos cómo es que esos hechos de la historia se insertan en el panorama de lo que hoy es México y en lo que somos como mexicanos.

Lo que logran Luis Huitrón y Hugo Serrano con su dramaturgia y la investigación que realizan es un espacio en el cual, a través de recursos muy efectivos para provocar la risa, el espectador se reconoce. Se trata de una catarsis en la que el público puede reírse a pierna suelta, para después, reflexionar sobre los paradigmas y mitos fundacionales sobre los cuales ha vivido su vida.

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