Por Óscar Ramírez Maldonado / La historia de Federico García Lorca y Rafael Rodríguez Rapún es una historia de claroscuros, como lo es toda historia de amor. Es una historia que se extiende por la memoria de los amantes y que se proyecta al futuro. La piedra oscura, una obra que ha sido todo un suceso en España y obtuvo el año pasado cinco premios MAX, habla de trascendencia. El texto de Alberto Conejero nos habla de la ausencia, la pasión, el amor y el recuerdo; de heridas abiertas, solidaridad y esperanza.

Después de varios previos, este viernes se estrena en México La piedra oscura. El montaje mexicano, bajo la dirección de Sebastián Sánchez Amunátegui, cuenta con las actuaciones de Kerim Martínez; Jonathan Persan y José Manuel Rincón (alternando); y Daniel Fuentes Lobo y Jhovanni Raga (alternando).

La personalidad de Federico García Lorca sigue siendo magnética, su poesía y su dramaturgia apasionada siguen ganando adeptos, aun a 81 años de su muerte. Pero La piedra oscura no habla directamente sobre Lorca, habla sobre las últimas horas de Rafael Rodríguez Rapún, el último amor del poeta, nos habla de su angustia y desesperación. Rafael, desde la periferia de la historia, entró bajo los reflectores al preservar parte del legado de Lorca. Pero no es ahí dónde este personaje encuentra la trascendencia sino en el amor y la solidaridad, en el conocerse y aceptarse a sí mismo a través de la mirada del otro.

No podría haber mejor fecha para el estreno de este montaje que este viernes, apenas a tres días de que se conmemore el 119 aniversario del nacimiento del poeta andaluz. El asesinato del poeta granadino, a manos de los fascistas el 19 de agosto de 1936, solamente agrandó su figura, lo transformó en un mito, no solamente en España, sino aquí, en donde era esperado por escritores e intelectuales. México, en 1936, lo esperaba con los brazos abiertos. Lorca iba a estar presente en la temporada que la compañía de Margarita Xirgu realizaría en Bellas Artes. Se dice -como muchas cosas se dicen sobre la muerte del poeta- que tenía ya todo preparado para llegar a tierras mexicanas, incluso sus boletos de viaje.

En un grito de censura y rabia contra la brutalidad del franquismo, el poeta mexicano Efraín Huerta escribía al enterarse de la muerte de Lorca el poema, “Presencia de Federico García Lorca”. En la última estrofa, Huerta sabe prever lo que los franquistas no entendieron cuando perpetraron el crimen: “Estoy en un crepúsculo de la ciudad de Mérida / viéndote navegar gritando al mundo /la verdad de los crímenes de aquellos / que quisieran hacer trizas la estrella / que tuviste en la frente con tu Muerte: / estrella roja y pura como nube quemada, / estrella del presente y el futuro / con la que tú caminas, joven del infinito, / aliento superior de la España que sangra”. Es precisamente esta sensación agridulce la que el montaje nos deja. La muerte absurda de un gigante de la letras que solamente sirvió para volverlo más grande todavía.

Piedra oscura se presenta los fines de semana en Café K-Oz, para más información del montaje haz click aquí.

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