Por Gina Fierro/ A partir de La mujer zurda de Peter Handke, Oír aullar una vez a los lobos es la historia de Marianne y Estefan- de su intimidad y sus problemas- una pareja que comparte el interés por mantener a flote su propia relación en donde el arte es uno de sus vínculos más fuertes.
“Esta obra no pretende ser otra versión ni una adaptación de la novela de Handke, lo que a mí me interesó tomar de la La mujer zurda para escribir esta obra tiene que ver con la sensación de salirse un poco del mundo para observarse a sí mismo y observar desde fuera la propia existencia. Tomé a los personajes principales de la novela para adentramos en la relación de esta pareja y ver cómo en apariencia no ocurre mayor cosa entre ellos, pero sí existe la persistencia de un murmullo que de forma inevitable y casi impredecible acabará por derrumbar la idea que ellos tienen de su propio mundo, tanto de pareja como de personas individuales”, José Alberto Gallardo, director y autor del montaje.
Una obra que corre lento, que se toma el tiempo para detenerse en las reflexiones de los personajes y en sus silencios, esta puesta en escena no es de los montajes que te suben y bajan emocionalmente. Lo que caracteriza la pieza escénica es su tiempo, que parece transcurrir despacio dándole una sensación de tranquilidad a la obra, ayudado por la musicalización y los cambios de iluminación, que hacen resaltar el escenario en forma de cubo en donde se desarrolla la mayor parte de la puesta en escena. La escenografía es un cuadrado móvil que acoge a los personajes en su interior, un pequeño y detallado cubo, ambientado en una especie de cocina/departamento, cuyo interior se intensifica con las conversaciones que ocurren en la vida diaria de Estefan y Marianne.
En escena vemos a una mujer enfocada en el arte y en su deseo de crear proyectos para este medio, Marianne, quien se preocupa por explorar el arte escénico a través de la danza. Ella junto con su asistente crean un proyecto que será el resultado de su enfoque y trascendencia en el mundo artístico. Por otra parte, Estefan, como funcionario cultural de alto nivel, es claro en un sus objetivos y determinante en sus acciones. A pesar de ver por el buen esparcimiento y fomento del arte, él parece no estar tan interesado en el trabajo escénico de Marianne. Con ambas posturas, Estefan y Marianne van descubriendo su falta de energía en la relación que han construido como pareja, pero también como personas sensibles al arte. La puesta en escena se disfruta como cuando se lee una novela, con descripciones, enfoques en pequeños momentos y detalles que logran mostrar la intimidad de la pareja.
Con las actuaciones de Francisco Rubio y Jessica Sandoval, un actor y una bailarina de danza contemporánea en el escenario que le dan el contraste a las personalidades de los personajes. La experiencia como actor de Francisco se hace notar muy claramente con el monólogo que abre la obra, y aunque vemos a una actriz joven de experiencia actoral, vemos el profesionalismo en el manejo del escenario como el ser bailarina y coreógrafa exige. Consulta precios y horarios aquí.
