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¡QUE ARDA TEBAS!: Una amena crítica al teatro contemporáneo



Por Mariana Mijares/ El proceso creativo de una obra no suele estar a la vista del público: podríamos imaginar que los actores se llevan muy bien, que su comunicación con el director es clara, amable y enriquecedora y que rara vez surgen imprevistos técnicos, pero la realidad podría ser completamente diferente, como lo demuestra ¡Que Arda Tebas!

La obra que se presenta hasta finales de mayo en el Teatro Helénico tiene como personajes principales a un director: Santiago Cruz (Américo del Río), a su joven asistente Aketzalli (Estephany Hernández) y a una compañía de actores: Carmina (Lucero Trejo, que a la par interpreta al personaje de ‘Yocasta’), Rodrigo Abarca (Hamlet Ramírez, además da vida a ‘Creonte’), Alberto (Enrique Arreola, también ‘Tiresias’), Ehécatl (Miguel Narro/ Francisco Yllana, dan vida a ‘Edipo’), y Jimena Higueras (Luz Olvera, además ‘Esfinge)’. Todos coinciden como parte de un montaje postmoderno de Edipo Rey, de Sófocles, aquí adaptado por el pretencioso y ‘joven promesa’ Santiago.

En la primera escena, esta obra que estrenó en CDMX en 2019 inicia, precisamente, con un monólogo de Edipo Rey: “La ciudad, como tú mismo puedes ver, está demasiado agitada y no es capaz todavía de levantar la cabeza de las profundidades por la sangrienta sacudida. Se debilita en las plantas fructíferas de la tierra, en los rebaños de bueyes que pacen y en los partos infecundos de las mujeres. Además, la divinidad que produce la peste, precipitándose, aflige la ciudad. ¡Odiosa epidemia!…”, pronuncia Carmina de manera seria y concentrada.

Después de este breve monólogo, la puesta cambia de tono por completo y empezamos a ver el ‘detrás de cámaras’, o más bien, el detrás de bambalinas que está atravesando esta compañía el día de su estreno: Rodrigo alaba el trabajo de Carmina, Ehécatl destaca su memoria y ella añora los tiempos donde se hacía verdadero teatro clásico. Repentinamente son interrumpidos por la primera llamada. Hay una sorpresa total: nadie está listo y Alberto no ha llegado.

De este modo, empezamos a adentrarnos en el caos que está resultando estrenar este montaje: Rodrigo no está de acuerdo en la manera en la que el director, Santiago, ha estado llevando la obra; Alberto, uno de los protagonistas, sigue sin contestar, y está desaparecido; Jimena (actriz joven e inexperta) está por sufrir un ataque de pánico al tiempo que se dirige como ‘güey’ a todos; no aparece la pistola de utilería y la pobre asistente Aketzalli hace todo porque la producción no se caiga a pedazos.

La tensión sigue aumentando conforme los espectadores -a quienes han quitado los celulares y no pueden irse- los esperan; entre ellos el ‘respetable’ Secretario de Gobernación, a quien Santiago espera que escuche el mensaje político que le ha dotado a su obra. Por ello, decidido a continuar, y a pesar de que Alberto no llega, decide iniciar.

¡Que Arda Tebas! sucede tanto en el escenario de un gran teatro (donde los actores interpretan frente al público a los personajes de Edipo) como en el camerino (donde hay sillas, paredes que representan espejos y se ve lo que en realidad está ocurriendo con los actores). La escenografía e iluminación de Patricia Gutiérrez nos llevan sutilmente entre una y otra perspectiva y el montaje resulta minimalista al contar con muy pocos elementos de utilería.

Conforme Edipo Rey se sigue escenificando, se muestran fragmentos de esta tragedia clásica bajo una mirada ‘vanguardista’, además de contundentes monólogos; especialmente uno en el que Carmina deja ver su añoranza por nunca haber podido interpretar a Edipo por ser mujer. A la par, la presión se sigue acumulando al interior, indicio de que Américo del Río (dramaturgo de la obra) logra construir una tensión increíble en la que entendemos perfecto el sufrimiento de los actores, pero a la vez, nos da muchísima risa su desgracia.

Conforme seguimos escuchando las múltiples disputas y quejas del elenco o el arranque de sinceridad de Alberto (quien finalmente llega borracho y se avienta un estupendo monólogo donde critica a todos, incluyendo al público mexicano), va quedando claro que este trabajo resulta una acertada crítica a todos los aspectos del quehacer teatral: a la manera en la que se otorgan los apoyos gubernamentales, al carácter de los actores, al exceso de benevolencia del público, a los egos (tanto arriba como abajo del escenario), y a quienes siguen adaptando clásicos en detrimento de la dramaturgia original en búsqueda de prestigio y atención.

¡Que Arda Tebas! resulta una obra dentro de una obra, reforzando que los clásicos no pierden vigencia porque cada generación, y cada nuevo montaje, son una nueva oportunidad de reinventarlos bajo las nuevas circunstancias del presente. Saliendo de esta obra podrían darse interesantes debates sobre las carencias actuales de la escena cultural o las necesidades más primarias de la comunidad teatral, o bien, solo pasar un rato riéndonos del desastre, como decía una frase popular: ‘La risa nos mantiene más razonables que el enojo’.

La obra se presenta los lunes, martes y miércoles en el Teatro Helénico, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.

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