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LES DESERTORES: El mundo es transformación



Por Mariana Mijares/ Desertor puede ser definido como aquel que abandona sus obligaciones, pero en la obra que se presenta sábados y domingos en la Sala Xavier Villaurrutia, desertor es más bien quien resiste, quien deja de seguir lo establecido y quien continuamente libra una batalla con los demás, y sobre todo, consigo mismo.

Al darse la tercera llamada vemos sobre el escenario a cuatro personas y tres pequeños maniquíes posando en una especie de foto de familia ‘tradicional’; algunos están vestidos de la manera ‘que se esperaría’ de una mujer: con cabello largo, vestido rosa, moños y adornos del mismo tono; mientras que otros tienen pantalón y camisa azul. Poco después, les jóvenes se quitan esos accesorios o pelucas para mostrar ya no el género con el que nacieron, sino con el que verdaderamente se identifican.

De este modo el laboratorio escénico escrito y dirigido por Laura Uribe empieza a abordar el tema de las etiquetas; si nacemos hombres o mujeres; si nos vestimos de azul o de rosa, pero elles cuestionan -y con toda razón- ¿qué pasa cuando no encajamos en las etiquetas establecidas? ¿Por qué siempre esperamos que los demás se ajusten a quienes nosotros queramos que sean?

Conforme avanza este montaje documental, cada une habla de cómo cosas que para algunos son tan sencillas como formarse en una fila, el pase de lista o ir al baño, para elles resulta realmente complicado.

Yo solo voy al baño en mi casa”, confiesa Dan, quien habla del temor a ser bulleado, lo que deja entrever cómo decisiones sencillas que para algunos están carentes de complicación, para otros resultan toda una odisea.

Les Desertores resulta así un testimonio importante de cuatro seres humanos de entre 11 y 27 años que han tenido una vida, de menos, complicada. Es un valioso recordatorio para respetar quién es el otro; y eso implica desde verlos con naturalidad, como llamarlos por su nombre y pronombre elegidos; algo que sus maestros de la escuela no hicieron.

Les cuatro intérpretes que protagonizan Les Desertores no son actores profesionales, sino cuatro jóvenes que desde muy temprana edad entendieron que nacieron en un cuerpo que no correspondía con su verdadera identidad. Llamarlos solo trans podría resultar simplista pues pasaron por procesos complejos; además, a elles no les gustan las etiquetas.

“Nacimos en el 2000, es la primera vez que actuamos en teatro, pero en la vida hemos actuado mucho”, comparten.

A lo largo de una hora, cada une va compartiendo su experiencia particular, y entre breves monólogos, les cuatro van participando de momentos en conjunto. Elles tienen coincidencias, como que ninguno conoce la nieve, pero sobre todo, han concordado en tener que desafiar los guiones y roles de género establecidos para poder ser quien son.

Sus nombres fueron otra de las grandes batallas, pues cada une recibió un nombre al nacer (Ander Damián, Rodrigo, Daniela o Perla), con el que nunca se identificaron. Ahora, presumen el nombre que eligieron y que les enorgullece: Samantha, Andrea, Dan y Dan.

Elles van hablando de cómo creían que el género era algo con lo que se podía jugar; de cómo nadie critica cuando una mujer se quiere poner senos, pero sí cuando un hombre trans quiere quitárselos. Por ejemplo, Dan señala que cuando quiso compartirles a sus padres cómo se sentía, antes se dedicó a ver videos en Youtube de posibles respuestas de los padres, encontrando solo reacciones negativas. Desafortunadamente, esa también fue su experiencia, pues su padre le gritó, lo insultó, y le recordó que se llamaba Perla.

Las luces siguen pintando el telar blanco que cuelga en el fondo con los colores azul, rosa y blanco de la bandera trans y elles siguen interactuando con el grupo de maniquís; objetos sin género que van vistiendo o modificando según su relato. De este modo, la escenografía y utilería (con dirección de arte de Sabina Aldana) se vuelven parte de las herramientas para contar su historia. Como ellxs, los maniquís no son estáticos y también van cambiando.

Cada diálogo de este trabajo se vuelve un testimonial de cuatro personas que realmente han enfrentado prejuicios y rechazos no solo de externos, sino de sus propias familias, quienes en muchos casos los insultaron, menospreciaron o cuestionaron. De manera válida, alguien señala por qué las tías no consideran a un niño como alguien pequeño cuando lo están cuestionando sobre sus novias, pero sí lo consideran inmaduro como para haber entendido que en realidad es una niña.

La obra no cuenta con música más que para momentos específicos, como cuando Samantha -quien también lleva en el nombre Chanel-, baila al ritmo de “Cry Baby” de Melanie Martinez con una soltura, actitud y energía que resultan envidiables. Al verla bailar, es fácil olvidar que en el pasado fue obligada a actuar como hombre, realmente la vemos como una joven feliz siendo quien es.

Sin embargo, sus procesos no fueron lineales, pues comparten que a veces se aman y se aceptan, y otras veces realmente les cuesta. Para elles, “amar es dejar de opinar sobre los demás, porque si los hubieran amado, les hubieran ahorrado la terapia, y la terapia es carísima”.

De acuerdo con datos que esta obra señala, la expectativa de vida de una persona trans es de 35 años y México es el segundo país de Latinoamérica con más transfobia y violencia a esta comunidad. Sin duda eso debe cambiar, y puede empezar a hacerlo con acciones tan sencillas como que cada vez más personas vean, y entiendan, un montaje como este.

“Estoy aquí gracias a que dijiste que eras lesbiana / a que te pusiste tacones/ a que marchaste en la marcha del orgullo/ a que ayudaste a cambiar las leyes para poder cambiarme el nombre”, apuntan ellxe, reconociendo a todos los que antes recorrieron su propio camino; camino que les abrió a otres más puertas.

Les Desertores resulta un trabajo realmente importante, honesto, y hasta heroico de un grupo de jóvenes que comparten parte de su odisea solo para ser, porque ser trans es desafiar lo establecido, y asumirse, es una postura política. Recordemos que la biología no es binaria y las personas, tampoco. “El mundo es trans porque es transformación”.

La obra se presenta sábado y domingo, hasta el 21 de abril, en la Sala Xavier Villaurrutia del CCB, consulta horarios y precios, aquí.

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