Por Luis Santillán/ Carlos Olmos es un autor cuya creación dramática llegó a la escena y la televisión; autor de melodramas que hicieron historia tanto en el teatro como en la pantalla chica, interesado por el planteamiento de personajes en situaciones de provocación, ya sea por las características peculiares o por los tratamientos temáticos. En su obra El eclipse plasma las disyuntivas de sus personajes creando una metáfora entre el fenómeno astronómico que da nombre al texto y quienes habitan ese viejo restaurante donde se lleva a cabo la acción.
Teatro UNAM decide conmemorar a Olmos y aprovechando el eclipse de 2023 convoca a Gina Botello para que, junto con su compañía Caracola producciones, vuelva a la escena ese texto que se estrenó en 1990.
Una familia, donde tres generaciones tratan de mantener a flote un viejo restaurante, recibe la visita de un fotógrafo que está ahí para capturar con su cámara el eclipse, sin embargo, el motivo real de la visita cimbrara el porvenir de quienes están atrapadas en ese lugar. La estructura del texto tiene tintes de melodrama, trabaja con temas que, cuando se creó, podían estremecer por las revelaciones que tiene; sin plantearlo como detrimento, lo planteado por la obra pierde fuerza porque, afortunadamente, existen muchas manifestaciones artísticas que han cimentado las bases para alimentar la tolerancia, y en el hoy pareciera que falta desarrollo a las situaciones planteadas.
Olmos logra crear un universo con destellos poéticos. Gina Botello se ha caracterizado por liderar un equipo creativo que llena la escena con poesía visual. La mancuerna autor-directora pareciera idónea.
Caracola producciones se autodefine como una compañía de teatro de imágenes, característica totalmente cierta, tanto así que se ha convertido en una promesa de fascinación y, en este proyecto, cumplen cabalmente con su línea de trabajo.
La puesta en escena tiene dos universos. En uno vive la propuesta de Olmos, en el otro impera el universo de Olmos desde la perspectiva de Botello. Son dos universos que se amalgaman, por momentos las situaciones de los personajes logran una dimensión mágica: la mujer-muñeca que una y otra vez atiende a los clientes, la promesa del baile donde los dedos ejecutan ese sueño, un vestido que adquiere vida para plantear que es posible la felicidad, un pequeño camión que en primer momento muestra la pasión de la madre y luego expone la del propio hijo.
El recurso del camión sirve como síntesis del gran trabajo de la compañía. Se presenta como un juguete, pero gracias al trabajo actoral, a la propuesta de dirección, vuelve visible lo que solo estaba en el texto de la madre; y después, el mismo camión crea un bello momento donde el hijo acepta lo que quiere y lo que quiere ser, y tiene un remate al retomar su constitución de camión para ser el vehículo de fuga. Botello junto con María Fernanda Galván y Daniela Villaseñor (diseño y realización de títeres y objetos escénicos) utilizan la imagen para darle fuerza a los estados emotivos, para darle contundencia a las situaciones, para crear belleza moldeando las consternaciones de los personajes.
El universo donde vive la propuesta de Olmos es un trabajo limpio de dirección. Botello maneja muy bien las variantes rítmicas de los personajes, potencia sus cualidades para estimular cargas emotivas, cuida que cada integrante de su elenco tenga un momento destacado: Gabriela Núñez conmueve por la entereza que le da al personaje para afrontar un cambio de perspectiva; Carolina Contreras logra crear una mujer contenida, atrapada, resiliente.
Destacan Sol Sánchez y Renée Sabina. Sánchez logra una gran escala emotiva para que su personaje transite entre la frustración, la fe, la necesidad de imaginar un mañana mejor, la desesperación, la esperanza y todo con la graduación justa. Sabina trabaja la vivacidad, la complicidad de quien no carga un pasado asfixiante, su creación refresca la escena cada vez que está en ella.
Caracola producciones tiene como forma de creación un proceso donde la imagen va alimentando la dramaturgia, ahora con el texto de Olmos debe modificar su forma de trabajo. Botello muestra que su capacidad no está solo en la imagen, sino también en la dirección de actores, sin embargo, es inevitable preguntarse qué maravilla hubiera sido toda la propuesta si dinamitaran el texto de Olmos para realmente ver lo que solo Botello puede crear en escena.
Queda claro que es un homenaje al autor, pero, a veces, la mejor forma para hacerlo es colocar su texto en manos de quien pueda llevarlo a lo inimaginable, sin estar encadenados a diálogos que -probablemente- han perdido fuerza con el paso de los años.
El eclipse de Carlo Olmos, bajo la dirección de Gina Botello es una propuesta que continua con las cualidades de Caracola producciones y, como lo ha demostrado anteriormente, es garantía de que se vivirá una experiencia escénica memorable.
La obra se presenta de jueves a domingo, hasta el 2 de marzo, en el Teatro Santa Catarina, consulta horarios y precios, aquí.
Excelente puesta en escena, los actores cada uno de ellos inmersos en su personaje , como si hubiesen vivido el momento en que se desarrolla la Obra, FELICIDADES A TODO EL EQUIPO QUE CONFORMA EL GRUPO CARACOLA 👏👏👏👏👏👏👏