Por Roberto Sosa/ En la soledad de una celda de un probable hospital siquiátrico, mentalmente enfermo un burócrata escribe un diario. Para el ex empleado del gobierno es importante escribir las fechas; en su imaginación los perros hablan y mandan correspondencia. Enamorado de la hija de su jefe, le habla e insiste (a un perchero) aun cuando la respuesta no le sea favorable. Un mundo de ficción que comparte con el espectador.

El universo que su mente enferma crea es análogo con los improbables lugares y personajes que habita. En el dormitorio aparece su jefe que le da órdenes y su hija a quien desea conquistar; también podría estar aplaudiendo en un teatro después de ver una ópera, o ir a España a tomar el lugar del monarca ausente. El burócrata escribe en su diario lo que sucede en su imaginación, una utopía que describe poco a poco en tanto pierde completamente la cordura.

Publicado en 1834, Diario de un loco es un cuento escrito por Nikolái Gógol (1809-1852), dramaturgo y novelista ruso de origen ucraniano. El personaje recrea un poco lo que Gógol vivió en realidad ya que murió mentalmente muy enfermo y con gran deterioro físico. Sus obras más conocidas son Almas muertas, El capote, La nariz, El inspector y Tarás Bulba. La vida y obras literarias de Gógol muestran el debate entre las tendencias prooccidental y la afinidad hacia los pueblos eslavos en la cultura rusa.

La actuación es de Mario Iván Martínez, su trabajo refleja -como lo hace en otras obras- la preparación, dedicación e investigación que hace del personaje. Martínez no se pone a leer la obra para aprenderse y construir al personaje; su labor va más allá, en este caso indagó, fue y observó a pacientes esquizoides para imitarlos. El resultado es una actuación llena de matices, además canta en ruso, baila… memorable y entrañable.

La dirección y traducción son de Luly Rede, cabe recordar que Rede y Martínez habían ya presentado en 2012 Diario de un loco en este mismo escenario con notable éxito. Antes de entrar a ver la función le pregunté qué veríamos hoy después de una década en relación con la anterior, su respuesta fue que una obra más madura, dramaturgia, actuación y por supuesto la dirección. Y no se equivoca, de aquella que vi en 2012, hoy está mejor.

La locura es una patología que la ciencia médica aún no define con certeza las causas que la provocan, se manifiesta por muy diversas razones. Lo innegable es que estar loco quizá no sea tan grave, más si se apropia de un artista para crear.

“La única diferencia entre un loco y yo, es que el loco cree que no lo está, mientras que yo sé que lo estoy”, decía el gran Salvador Dalí. Mario Iván nos enseña en esta obra que la locura tiene muchos ángulos y matices; un loco es capaz de provocar risas y llanto.

Cabe señalar que Diario de un loco fue una obra que el actor ya fallecido Carlos Ancira representó por más de 15 años, la puesta en escena se estrenó en 1960 en el Teatro Reforma bajo la dirección de Alejandro Jodorowsky. No caben las comparaciones las dos deben ser excelentes (no tuve oportunidad de ver la primera, esta versión la veo por segunda ocasión y puedo decir que ésta como aquella son memorables).

Creativos: escenografía, Edyta Rzewuzka; iluminación, Luly Rede y Matías Gorlero; música original, Omar González; vestuario y producción, Mario Iván Martínez; adaptación, Luly Rede y Mario Iván Martínez.

Las funciones son los lunes hasta el 8 de abril en el Teatro Helénico, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.