Por Luis Santillán/ Roberto Duarte y Daniel Ferreira Aparicio escriben Colitas de algodón o la rebelión de las ratas. Un relato que toma las características de la fábula para incitar a la reflexión sobre privilegios y modos de coordinar la convivencia de un espacio en común. La fábula tiene como característica depositar en animales conductas humanas para exagerarlas y facilitar la reflexión temática, los vicios de los personajes terminan siendo castigados, o bien, se produce una repercusión que provoca el cambio.
En la propuesta de Duarte y Ferreira un grupo de ratas que habitan un parque están inconformes por el aparente abuso por parte de las ardillas, a partir de que tanto ratas como ardillas son roedores, pero con una diferencia en torno al pelaje de la cola, se pretende provocar una reflexión cercana al dilema del exterminio de cucarachas o mariposas, donde se cuestiona si solo una condición estética marca la diferencia de lo correcto o incorrecto.
La disputa entre ratas y ardillas sirve para colocar en los animales la perversidad de un sistema político donde, unos bajo la idea de justicia social, están dispuestos a romper un equilibrio para conseguir las mismas ventajas de la otra clase, pero sin la preparación o capacitación para tener sustentabilidad; la disputa provocará consecuencias negativas en una niña que, en principio, no tiene repulsión ni a uno u otro bando.
Félix Arroyo diseña la escenografía e iluminación, decide establecer 3 zonas, en una de ellas crea el espacio para los músicos, del lado contrario a ésta, propone el espacio para la narración, quedando el centro para la acción.
En principio es interesante el diseño porque potencia el planteamiento de representación, equilibra colocando en los extremos las zonas que no requieren ser parte del espacio ficcional para enmarcar el relato escénico. La propuesta tiene un aliento que recuerda viejos escenarios donde la música se fusiona con la escena para establecer un drama de protesta (quizá con apuntes hacia el cabaret alemán).
Obed Calixto hace la composición y está a cargo de la dirección musical, su propuesta eleva las acciones de los personajes, refuerza matices y momentos, incluso provoca el deseo de imaginar que la puesta en escena se enriquecería bastante si hubiera más momentos musicales. La canción que interpreta Jenny Diosdado es poderosa tanto por la letra como por la composición, sintetiza el momento de manera contundente, y la voz de la actriz logra el mejor momento emotivo de toda la propuesta.
Diosdado interpreta a la niña que padece las consecuencias de la disputa entre roedores, su trabajo sobresale de manera extraordinaria porque conserva el ritmo de una infante sin recurrir a simplificar, tiene cambios de ritmo y de estados que provocan empatía, las transiciones de cuando está preocupa y triste por la perdida a cuando la curiosidad y sorpresas de las situaciones son muestras de su capacidad actoral.
Actoralmente también destacan tanto Ana María Aparicio como Carolina Gómez de Orozco. Aparicio hace una mosca que es parte de quienes narran el relato, propone un personaje candoroso que contrasta con los demás tanto por el trabajo físico como el vocal. Gómez crea a la ardilla líder, juega con el personaje, saca provecho de las exageraciones que requiere para proponer una entidad que refleja el funcionamiento de ese mundo.
Queda la duda de si el texto o la propuesta de dirección tiene un problema para identificar con quién desea dialogar. La propuesta (el juego con los elementos de Fábula) están plenamente desarrollados en la escena, pero no queda claro si desea ser una propuesta para público menor o mayor de edad. El uso de lenguaje descarta a las infancias, pero la simplificación de los personajes es “pobre” si se tiene pensado en un publico adulto. Los referentes en torno al conflicto político están no colocados en la experiencia de vida de un menor, pero el tratamiento de los personajes, en esos mismos momentos, carecen de profundidad para un público de mayor edad.
Más allá de quién es el público objetivo, habrá un grupo de personas que podrán reír de la parodia asociada a estos tiempos electorales con un trabajo sólido gracias a la eficacia de su elenco, y sazonado de manera muy grata por la propuesta musical.
La obra se presenta de viernes a domingo, hasta el 23 de junio, en el Nuevo Teatro Silvia Pinal, consulta horarios y precios, aquí.
