Por Roberto Sosa/ Archipiélago, conjunto de islas agrupadas en una extensión de mar. Para la mayor de las hermanas así se ven, islas distantes que las separa un mar de indiferencia. Su madre las abandonó cuando eran niñas, su papá se volvió a casar y después falleció. Katya, Sonya, Tanya y Galya son convocadas por Lucía, viuda de su padre para cenar juntas la Noche Buena. La separación de sus padres marcó de manera distinta a cada una de ellas.
Galya, la menor de las cuatro encontró en el sótano de su casa el diario secreto que escribió su madre; la cena de Navidad es buen momento para intentar unir el archipiélago, que sea un continente y el mar que las aísla desaparezca. La familia reunida espera la llegada de Galya para cenar juntos. El destino les depara algo distinto a una noche de paz y amor. Las luces que adornan en pino navideño disienten con la oscuridad de sus vidas.
Sandra Burgos escribe y actúa un texto muy personal con referencias a la obra de Chejov, Las tres hermanas. La muerte del padre desequilibra el núcleo familiar. Burgos escribe la historia –según el boletín de prensa- después de un desencuentro personal con un familiar un día antes de la navidad de 2018. Los personajes que aparecen en la historia los construye minuciosamente; las escenas relatan emotividad que la personalidad cada una de ellas acentúa.
En la dirección está Valeria Fabbri, joven dramaturga, directora y actriz. Desde que tuvo el texto en sus manos sabía lo que quería hacer y cómo. Su experiencia la lleva crear una puesta en escena que exime el discurso escénico anodino; como mujer entiende la índole del texto y de quienes lo edifican. Su labor permite al espectador disfrutar y vivir la experiencia de estar ante una buena obra de teatro.
El elenco lo conforma Sophie Alexander-Katz (Sonya), Viridiana Olvera (Galya) , Pilar Ixquic Mata (Lucía), Flavia Atencio (Tanya) y Sandra Brugos (Katya). Acompañadas por Manuel Cruz Vivas (Román), César V. Panni (Adolfo), el niño Antuan Trejo (Luciano) y Roberto Cázeres / Andrew Leland Rogers (Javier). La historia se recarga en los personajes femeninos, esto permite que ellas destaquen, los varones son complemento. Cabe señalar el trabajo de Antuan, un niño con gran futuro como actor, está increíble.
El diseño de escenografía de Isabel Becerril es interesante, una larga mesa al centro, atrás un muro con una cajonera que se transforma en un ataúd para la escena del velatorio; en un extremo una barra que se transforma en cocina y bar; en el otro una pila de libros en un semicírculo nos lleva al sótano el cual Galya visita constantemente. Todo en color hueso que mimetiza con el vestuario de las protagonistas.
Archipiélago es teatro de texto que narra lo que sucede con una familia durante la noche de Navidad. Para el espectador que disfruta obras que le cuenten una historia, ésta es una que no debe perdérsela. Asienta los elementos que requiere una buena puesta en escena: dramaturgia, producción, dirección y actuaciones. Para algunos espectadores Archipiélago quizá les recuerda algo personal, ya que vi lágrimas en algunas personas al salir de la función.
Iluminación, Alita Escobedo; vestuario, maquillaje y utilería, Zaira Campirano; video Miriam Romero. Producción Compañía La Vaca Voladora.
Las funciones son los miércoles y jueves, hasta el 25 de abril, en el Foro Shakespeare, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.
