Por Roberto Sosa/ Aparece con el velo que cubre su cuerpo sin vida, resucita para narrar su historia. Penélope recapitula su vida, da inicio la representación. A los quince años contrae matrimonio con Odiseo, rey de Ítaca, queda embarazada y da a luz a su hijo. Después del nacimiento de Telémaco, Odiseo se marcha, su destino la Guerra de Troya. Durante su ausencia Penélope se hace cargo del reino de Ítaca y la crianza de Telémaco. La acompañan un grupo de mujeres, doce criadas quienes le ayudan eludir a los hombres que pretenden desposarla.
El tiempo transcurrió y las noticias sobre la guerra eran esporádicas, el posible regreso de Ulises fue un rumor que tardó veinte años en ser realidad. Penélope intuye que la violencia se podría desatar si rechazaba directamente las ofertas de matrimonio. Para calmar los ánimos toma una decisión, aceptará un nuevo esposo cuando termine de tejer una mortaja para el rey Laertes, su anciano suegro.
Durante el día teje el sudario, por las noches con ayuda de las criadas lo desteje. Entre capítulos narra y se refiere a la vida de las criadas; su infancia como esclavas, sin padres ni tempo para jugar, cantan sobre la libertad y sus sueños El retorno de Odiseo a Ítaca es inminente, su regreso significa la muerte de los pretendientes y de las doce criadas al considerarlas aliadas de ellos. Ulises ordena a Telémaco que las ahorque, son ejecutadas mientras Penélope dormía.
Penélope y las doce criadas es una novela corta escrita en 2005 por la autora canadiense Margaret Atwood, en la cual Penélope revive los eventos narrados en la Odisea; un coro formado por doce criadas forma parte del relato. Para la autora era fundamental recordar esa parte del poema épico escrito por Homero, evocar la imagen de las criadas ahorcadas le parecía perturbadora. La novela se tradujo a 28 idiomas y se publicó simultáneamente en todo el mundo en 33 editoriales.
La traducción y adaptación son de Vivián Estévez y Bethsabe Ortigoza. La dirección es de Vivián Estévez, la puesta en escena resalta la figura de un personaje mítico desde una perspectiva poética y erótica. La protagonista vista por Estévez tiene una expresión feminista, agridulce y melancólica, como lo escribió la autora. La directora logra una obra cuya estética se desborda del escenario.
El cuadro de actrices lo encabeza Ana Isabel Esqueira (Penélope), con Ana Sofía Velarde, Avril de León, Gabriela Negrete, Mariana Lafón, Miranda Labardini y Salma Ramos. El trabajo es excepcional, se desdoblan (excepto Ana Isabel) en dos o más personajes. Su trabajo actoral tienen fuerza dramática, cantan y elaboran coreografías. Su labor es profesional en todos sentidos. Se trata de un elenco que interpreta personajes masculinos y femeninos.
En una puesta en escena los elementos que la componen deben lograr que el espacio sea favorable para el desarrollo de la historia, acá lo consiguen. En la escenografía (Jorge Estévez) se destaca la madera cruda por donde se mueven los personajes; la iluminación (Miguel Pérez Cuesta) acentúa los momentos importantes del relato; y el vestuario (Sergio Mirón) se diseñó pensando en la época. Complementan el equipo creativo Arturo Serrano, dirección de movimiento; música y diseño sonoro, Gustavo Camacho; montaje vocal, Gabriela Negrete.
Penélope y las cridas nos habla de un personaje mítico, considera un paradigma de fidelidad conyugal, de la mujer que espera. La novela es una nueva ficción desde una mirada feminista y con otra forma de contar la historia. Hoy la mujer no espera, ser paciente quedó atrás y no necesita tejer lienzos para evitar a los violadores. La sororidad es el arma para defenderse del comportamiento machista.
Las funciones son los jueves hasta el 17 de agosto en el Foro Shakespeare, consulta horarios y precios, aquí.
