Por Luis Santillán/ Adam Szymkowicz es un dramaturgo cuyas obras se han presentado en diversos países, en varias de ellas los temas de romance son las líneas anecdóticas con las cuales construye sus textos. En Nerve no es la excepción, solo que en este planteamiento centra la dinámica en la estadía previa a establecer el romance, es decir, en esa primera cita de aquellos que tienen la ilusión de encontrar a la pareja romántica.
Nerve se presenta en México con la traducción de Miguel Santa Rita y dirección de Benjamin Cann, la producción corre a cargo de Tercera llamada, por alguna razón optaron por emplear el título: Güevos.
La propuesta de Szymkowicz plantea dos personajes cuyas características están acentuadas en aras de establecer con rapidez la distancia que existe entre ellos y romper una primera lectura del espectador.
Ambos tienen fracturas emocionales que les provocan comportamientos maníacos, ambos tratan de mostrar la mejor versión de sí mismos. Cada uno tiene un enlace emotivo que podría dejar atrás, si esa primera cita cumple las expectativas románticas, solo que, la verdadera naturaleza que los caracteriza complica la situación.
Szymkowicz tiene un tratamiento mixto para los personajes de esta obra, por un lado, los construye bajo la estructura de comedia de situación, de dramedy, y a la vez con estructura de pieza fársica, los matiza con conductas de proporción negativa, que irrumpen los momentos de comicidad para alimentar la reflexión y crítica sobre el comportamiento.
La propuesta de dirección plantea dos repartos: el personaje masculino lo rolan entre Miguel Santa Rita y Quetzalli Cortés, el personaje femenino lo crea únicamente Adriana Llabrés.
Adriana Llabrés ha participado en propuestas escénicas muy sólidas que le han exigido emplear a fondo su capacidad actoral, una característica que la hace sobresalir es su trabajo como escucha, logra que sus personajes mantengan una constante respuesta ante los momentos que viven, mucho de lo que construye se ve gracias a las reacciones que trabaja en proporción de las cualidades de los personajes.
En esta propuesta hay una desproporción planteada desde la dirección, Llabrés juega con ella, dialoga con su compañero de escena a partir del trabajo gestual. La energía y corporalidad que emplea es acorde a una comedia que toma referencias de la farsa, la desproporción emotiva, de reacción, la trabaja manteniendo al personaje en un universo muy frágil.
Benjamín Cann propone una dirección con un ritmo acelerado en el intercambio de texto, usa el espacio como una pasarela en la que se fragmenta la mesa para dar movimiento, trabaja la forma para facilitar la respuesta del público con la proyección de experiencias sobre la situación que ven en escena.
Es un texto con cierta complejidad porque dialoga con la farsa y la pieza, con la comedia de situación, donde las medidas exactas son de suma importancia para equilibrar los elementos que cuestiona sobre el comportamiento de quienes acuden a una primera cita, la forma en que la dirección enfrenta la escena diluye la especulación sobre las consecuencias que pueden tener los personajes, aligera las acciones colocándola como chistes, ocurrencias, que debilitan la posible complejidad de lo que se confronta en esa cita.
Tercera llamada tiene en su trayectoria producciones muy afortunadas tanto en la crítica como en la convocatoria de público, con Güevos la tarea titánica de mantener ese sello recae en el trabajo actoral de Adriana Llabrés, afortunadamente ella tiene la habilidad y la experiencia para mantener a flote esta puesta en escena.
La obra se presenta hasta el 28 de mayo, de viernes a domingo en el Foro Shakespeare, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.
Es una obra muy divertida, y después, seguramente durante días,
deja al espectador reflexionando. Poco a poco van “cayendo veintes”