Maximiliano de Habsburgo es uno de esos personajes que tiene seguidores y detractores. Apela a la nostalgia de algunos por un Imperio Mexicano. En otros casos, nos habla –más allá de las virtudes o no que haya tenido – de un periodo de nuestro país que fue fundamental para la conformación de una identidad nacional a través de la lucha de que sostuvo Juárez y los liberales en contra de la imposición imperialista. Precisamente hoy, 19 de junio, se cumplen 167 años de que fue fusilado en el Cerro de las Campanas el segundo emperador mexicano.

Se trata de un personaje que, a partir de lo que se ha dicho después de que cayó el Segundo Imperio, tiene una leyenda blanca y una leyenda negra. Ya sea desde la visión de quienes tienen simpatía por la República –entre los que me cuento – o quienes ven en Maximiliano a una víctima de las circunstancias, la realidad, como con todo personaje histórico, es que fue un producto de su época. Fue, innegablemente, una ficha en el plan colonial del Imperio Francés de Napoleón III para extender sus dominios. Fue como todo ser humano alguien con ambiciones y pasiones, con sus propios ideales, y por los cuales perdió la vida.

El teatro y Maximiliano

Pero, ¿qué tiene todo esto que ver con el Teatro? No solamente a Maximiliano lo podemos relacionar, directamente, con una de las tradiciones más arraigadas del teatro en México: Don Juan Tenorio. Ya que fue en 1865 que José de Zorrilla dirigió esta obra en nuestro país, a petición expresa de Maximiliano. De hecho, el emperador mandó a construir un teatro en Palacio Nacional para ello.

Fuera de esta anécdota teatral, en la literatura, el cine y el teatro se han cruzado muchas veces la figura de Benito Juárez y Maximiliano. La historia de ambos y en la manera en que se enfrentaron tiene mucho de épico y de tragedia, material inmejorable para narrarse una y otra vez. Juárez y Maximiliano, con 26 años de distancia y más de 10 mil kilómetros de distancia, nacieron en lugares tan distintos uno del otro como Viena y Gelatao. Ambos, quedaron irremediablemente unidos por un proceso histórico.

Imperio, una obra sobre los tres úlitmos días de vida de Maximiliano.

En este género de obras históricas entra Imperio, obra que la Infinita Compañía presenta desde hace 10 años, y que acaba de iniciar su nueva temporada en el Castillo de Chapultepec. Sobra decirlo, el recinto está estrechamente ligado con la historia que Ernesto Godoy interpreta bajo la dirección de Rodrigo González. Imperio es una adaptación de Rodrigo González y cuenta con la música original e interpretación en vivo de Alonso J. Burgos

Para hablar más de este montaje, basado en la novela de Héctor Zagal, platicamos con Godoy, quien da vida a Maximiliano. El actor, nos dice que es una obra en la que la gente se conmueve. Se trata, nos dice, sobre los tres últimos días de vida de Maximiliano de Habsburgo.

Un pueblo que no tiene memoria está condenado a repetir su pasado.

En este sentido, destaca, se trata de un drama. El actor puntualiza: “Es un hombre condenado a muerte. Un hombre que ya sabe que va a morir. Un hombre que sabe que tiene las horas contadas y que estuvo en el pedestal más alto de la Nación y ahora va a ser ‘hecho justo por armas’, como dijo Benito Juárez cuando lo fusilaron, es lo que van a venir a ver”.

El intérprete agrega que es importante que la gente siga yendo a ver la obra, y que siga interesada “en este muy peculiar episodio de la historia de México”. En este periodo, destaca, estuvieron personajes como Benito Juárez representando a la República y por el otro los conservador y Maximiliano en este Segundo Imperio Mexicano”.

Al respecto, considera que “un pueblo que no tiene memoria está condenado a repetir su pasado, para no repetir los errores del pasado hay que venir a enterarse”.

 

Un honor y un privilegio poder pisar los mismos mármoles que pisó el emperador Maximiliano.

Para preparar este personaje, Godoy quien lleva siete años dándole vida, nos dice que lo hizo a través de estudio y de mucho juego de imaginación.

Además señala, que actuar esta obra en el Castillo de Chapultepec es “un honor y un privilegio poder pisar los mismos mármoles que pisó el emperador Maximiliano de Habsburgo”. Si bien han cambiado mucho las dimensiones de la Ciudad de México y la cantidad de población en el país desde la época en la que la obra sucede, “México sigue siendo uno de los lugares más espectaculares, hermosos y apasionantes de todo el planeta”, afirma el actor.

Godoy señala que en 30 años de trayectoria artística el teatro es de lo que más ha disfrutado por el contacto directo con el público. En él, explica, se puede ver y recibir la energía de la gente. “Ese riesgo de estar presenciando algo en vivo es algo único”, el único lugar donde se da es en el teatro, reflexiona.

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Por Óscar Ramírez Maldonado, Fotos: Cortesía La infinita Compañía.

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