Foto: Francisco Bravo

Por Saúl Campos/Hacer reír al público no es tan sencillo como se escucha, en absoluto. De hecho, para lograrlo hay que conseguir presentar un arsenal de chistes que requieren precisión, inteligencia, gracia y tino, para poder colocarse con éxito entre la audiencia y evocar una carcajada honesta. Ante esta lista de necesidades, el actor que improvisa, debe tener la capacidad y tenacidad de hacer uso de su ingenio y agilidad mental para desarrollar un tema, bajo un concepto, sin escritura previa y con el mismo objetivo final de ejecutar acción cómica. Una vez entendido esto, destriparemos M.I.N.D.

“Material inédito no degradable”, es una oferta de show de improvisaciones para el espectador común, en el que se pretende conjuntar la sátira social y política en medio de una serie de cuadros con alegorías satíricas y analógicas. Resultando una ronda de sketches de regular calidad y resonancia mínima, que de alguna forma logra esbozar una risa en el espectador.

La premisa del show anuncia que lo que sucederá en escena es el resultado del tren de pensamiento del equipo de actores/creativos, desarrollando cada anécdota en el transcurso de la semana, para presentarla con un guion sencillo, que se pueda apoyar dentro de la improvisación y la capacidad cómica de los actores para suceder. Todo bajo una dirección que vaya modulando todo dentro del mismo tono. O al menos eso pretende.

 M.I.N.D se acerca más a un episodio moderno de Saturday Night Life, en el cual el riesgo de la calidad va en aumento, tomando en cuenta que las capacidades del elenco van en suma diferencia y que la relevancia de los momentos graciosos del montaje, realmente no hacen juego con la pretensión satírica que ostentan y logran mas acercarse a una degradación sosa y un poco innecesaria de cualquier situación popular elegida para representarse.

El espectáculo sucede entre reacciones tibias, torpeza coreográfica e intervenciones innecesarias, logrando que obviamente la reacción de la sala sea heterogénea y se vuelva algo plausible para unos, risible para otros y somnoliento en el peor de los casos.

Con M.I.N.D, el espectador encontrará un recordatorio sobre los riesgos de elaborar material de improvisación o corta vida sin las fortalezas necesarias para augurar su triunfo. Y sin embargo al mismo tiempo, un momento de curioso entretenimiento.