Estamos a unos minutos de que inicie la función de Hasta luego en el Foro La Gruta, del Centro Cultural Helénico. “El monólogo es una forma teatral maravillosa”, nos dice el maestro Boris Schoemann, sentado en medio del escenario donde pronto actuará. Para él, el monólogo muestra el teatro desnudo: “no ves ningún truco y todo está abierto, a la vista, creo que para el espectador es algo mágico poderse transportar a otros espacios, poder ver cómo se está desarrollando también un hecho escénico”.

En el Foro La Gruta se presentan Bashir Lazhar, de Evelyne de la Chenelière, y Hasta luego, de Antoine Jaccoud, los lunes y los martes, respectivamente. Ambos montajes son una producción de la compañía de teatro Los Endebles, de la cual es fundador y director artístico Boris Schoemann.

Hablamos con el actor y director sobre esta temporada. Hasta luego, dirigida por Daniel Bretón, fue seleccionado para la programación del Centro Cultural Helénico. “Ante la apertura de la programación, propuse poder presentar dos monólogos de la compañía Los Endebles, porque además Bashir Lazhardirigido por Mahalat Sánchez – está cumpliendo 15 años”, comenta Schoemann.

Es la primera vez que presenta ambos montajes en días consecutivos como actor. A pesar de la exigencia física y de memoria nos confiesa que es muy atractivo cambiar de texto de un día para otro, repasarlo, entrar en otra situación y en otro espacio escénico. Esto, dice, le da la posibilidad de sentir una misma sala, pero con público y reacciones absolutamente distintas en cada función. “Creo que a lo largo de las seis funciones que voy a dar de cada obra, voy a poder encontrar también una progresión dentro de la posibilidad de estar en dos cosas al mismo tiempo, lo cual me atrae bastante, porque nunca había actuado así, tan seguido, dos textos tan fuertes”, comparte.

Hablando sobre el monólogo como género, el director escénico nos dice que resulta toda una experiencia cuando “está hecho con sensibilidad, con ternura, cuando hay un gran sentido del humor como lo tienen los dos autores que tenemos aquí”. El público, señala, con ambas propuestas se va a divertir, a emocionar y conmover.

Estar solo sobre el escenario, confiesa, es una responsabilidad enorme, pero “hay muchas cosas muy bellas que suceden en los monólogos”. En este sentido, destaca que personalmente ha visto monólogos que lo han impactado y marcado; profesionalmente, agrega, “es algo que me gusta mucho hacer, tanto a nivel de dirección como a nivel de la interpretación”.

Hasta luego, un montaje con tres versiones

Este montaje surgió un par de años antes de la pandemia, en el DramaFest del 2018. Aurora Cano, la actual directora artística de la Compañía Nacional de Teatro, era en aquel entonces la directora artística del festival, e invitó a Boris Schoemann a traducir y dirigir el texto de esta obra.

Sin embargo, el también traductor nos dice que rechazó dirigir la lectura dramatizada del texto. “Le dije a Aurora, ‘el texto está padrísimo, me encanta, pero lo quiero leer yo”, explica. Así decidió invitar a Daniel Bretón para que dirigiera la lectura que se realizó en el mismo Foro La Gruta, donde ahora regresa el montaje.

Después de la lectura dramatizada, narra, dejaron descansar un rato la obra, pero en la pandemia deciden presentarla en una versión para Zoom desde La Capilla, espacio del cual Schoemann es director artístico. Fue un gran aprendizaje a nivel de lenguaje televisivo y de manejo de cámaras.

Finalmente, una vez terminada la pandemia, decidieron realizar una versión presencial de esta obra. Al respecto, señala: “hacer tres versiones del mismo texto te lleva a profundizar completamente en tu trabajo. Eso es lo que es tan interesante, creo. Llegar finalmente a la versión más depurada, que es ésta, en un espacio vacío, con una escenografía reciclada, de nuestro escenógrafo Jesús Giles, que la creó para Beatiful Juila”.

“Cada temporada es distinta”, continúa, “en ese sentido, cada vez que la retomamos, hay una gran libertad de Daniel, desde la dirección, para que pueda hacer un poco lo que quiera”.

Bashir Lazhar, 15 años de historia

Sobre este monólogo, su intérprete nos narra que hace 15 años le pidió a Mahalat Sánchez que lo dirigiera. “Yo lo pensaba dirigir cuando lo leí por primera vez”,  nos dice. Sin embargo, al no encontrar al actor indicado, pensó que era un personaje que funcionaba para él y pidió a la directora que realizara el montaje.

Bashir es un personaje maravilloso, considera el actor. “Lo tengo en el cuerpo, en la mente, la verdad es un placer cada vez poderlo llevar”, confiesa. Sin embargo, advierte, siempre es necesario refrescar los personajes, pues “la mecanización siempre es lo peor en el teatro” y es necesario luchar contra ella.

En este sentido, reflexiona que si bien cada público y cada sala son distintos, también él ha evolucionado durante estos años y al “poder desarrollar un texto y un personaje durante 15 años, vas aprendiendo mucho del personaje, pero sobre todo de ti mismo”.

“Dos son textos dramáticos muy fuertes, pero que tienen mucho sentido del humor”

Los personajes de Bashir Lazhar y de Hasta luego, son dos personajes que tienen un viaje y un planteamiento distintos. Sin embargo, señala Schoemann, estos dos padres tienen en común la soledad en la que quedaron.

Se trata, explica, de dos textos dramáticos fuertes, pero cargados con mucho sentido del humor. La manera en que ambas historias se plantean provocan una reacción distinta en el público.

Por un lado, considera el intérprete, Bashir se encuentra ante situaciones muy claras, “esto genera una dinámica muy padre donde el público va siguiendo, va captando, le gusta y encuentra el humor muy rápidamente. Por su parte, Hasta luego mantiene al público a la expectativa sobre lo que está sucediendo con el personaje.

La decisión del director, Daniel Bretón, de mantener abiertas muchas interpretaciones posibles, mantiene al público expectante, porque le “dice muchas cosas en una manera, tal vez, más profunda”.

Al contrastar el humor en cada una de las obras, destaca: “El humor, tal vez, de Bahir Lazhar, es mucho más claro y lúdico que el de Antoine Jaccoud, que es un poco, tal vez, más amargo”. En este sentido, mientras en Bashir Lazhar el espectador se puede separar un poco de lo que le sucede al maestro y entrar más fácilmente al humor, en el caso de Hasta luego se nos habla de “muchas cosas sobre nosotros mismos y lo que estamos viviendo hoy en día”.

Dirección y actuación

Schoemann destaca que disfruta mucho actuar, lo cual dejó de hacer bastante tiempo para concentrarse en la dirección. “Me gusta muchísimo poder alternar el escenario y las butacas dirigiendo a los demás”, dice, es esta la razón por la que para estos proyectos buscó para la dirección a Mahalat Sánchez y Daniel Bretón, con quienes había trabajado en la compañía Los Endebles.

Esto, explica, permite tener “ese intercambio tan interesante entre actuar y dirigir, a mí me refresca mucho”.

¿Qué encuentra en los monólogos como actor?

Ante la pregunta de qué encuentra en los monólogos, Schoemann bromea y entre risas nos dice “que nadie me molesta”. Inmediatamente retoma el hilo y nos explica que son dos dinámicas actorales muy distintas. En el monólogo, destaca, se necesita tener un control de todo: “te controlas a tí mismo y controlas lo que está pasando con el público, ya sean risas o silencios, porque todo se escucha”.

En el monólogo, destaca Schoemann , se depende profundamente de la cabina técnica, de las luces y del sonido. “Ahí es donde el lugar del asistente y de los técnicos del teatro es fundamental en un monólogo, porque dialogo con ellos todo el tiempo, además de con el público”.

La diferencia radica en cómo se solucionan los detalles, destaca. Mientras que en una obra con otros actores se trata de la construcción entre dos o más personas y en la relación con ellos sobre el escenario, en el monólogo, si bien hay muchas cosas previstas por el director, el actor es quien toma las decisiones en el momento.

La función está por comenzar y dejamos al maestro Boris Schoemann prepararse para su papel. Abandonamos el escenario después de una plática en la que el director y actor nos invita a sumergirnos en la magia del monólogo, un formato que permite al actor y al público vivir de forma pura y auténtica el teatro.

Bashir Lazhar y Hasta luego nos ofrecen un viaje emocional y reflexivo, lleno de humor y profundidad. Ambos textos exploran distintas facetas de la soledad, la resiliencia y la ternura, mostrando en toda su expresión la condición humana.

Ya sea como director o actor, Schoemann muestra su pasión y compromiso con el arte teatral. No te pierdas la oportunidad de experimentar estos monólogos en el Foro La Gruta y dejarte llevar por la magia del teatro.

 

Por Óscar Ramírez Maldonado. 

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