Por Luis Santillán/ Laura de Oliver escribe un cuento llamado Dos angelitos feos. Esta historia era parte de los relatos que le compartió a su nieta; ahora ya mayor, Paulina Soto. Soto emprende un proyecto de largo aliento que consiste en la creación de una trilogía Dialogando con mi linaje femenino, la primera obra es Trino en búsqueda de su poder interior.

La puesta en escena vive su cuarta temporada, en gran parte es por la óptima respuesta del público y la tenacidad de Soto Oliver, que también actúa y encabeza el equipo de producción.

Durante el recorrido ha cambiado de reparto, ha pasado por un proceso de trabajo constante que ha permitido seguir explorando en las posibilidades de la propuesta en beneficio del espectador.

La línea anecdótica plantea a un niño de diez años que le gusta participar en la celebración principal del pueblo en el que vive, sin embargo, por una característica física prefiere hacerlo usando una máscara. Su característica -que implica la razón por la cual vive solo con su madrina- ha sido la razón para que los otros niños le hagan burla; el acoso que sufre lo coloca en un momento de quiebre y reacciona de manera violenta, esta crisis será lo que le impulse a realizar un recorrido interno, un viaje espiritual, y con ayuda de una chamana conectará con Tawatti, un lobo gigante. Esa conexión le da el poder de enfrentar una serie de situaciones que le permitirán ver el mundo de manera diferente.

La dirección es de Alberto Lomnitz, quien trabaja de manera muy cercana con Soto Oliver. Hace que el mundo de fantasía y realismo mágico que visualiza la autora sea el eje rector de la propuesta escénica. La escena es un universo donde el teatro de sombras, la multimedia, la representación escénica, se equilibran en armonía.

Trino es un títere (creado por Humberto Galicia) y Soto Oliver le da vida, la pasión que tiene alimenta al títere, todo el tiempo se ve en escena la entrega hacia el personaje, más que manipularlo se fusiona con él, logra crear un abanico emotivo que permite establecer comunión con el público; el trabajo actoral crea la sensación de que solo ella puede comprender la profundidad de Trino y la encarna con habilidad volviendo las escenas momentos mágicos.

Clarisa Malheiros disfruta crear a la chamana, ese gozo enriquece al personaje. Sol Sánchez trabaja el personaje de la Madrina, si bien, lo establece a partir de referencias generales, logra darle matices que fortalecen la relación con Trino. Ángel Luna y Carlos López Tavera completan el elenco.

Héctor Cruz (responsable del dispositivo multimedia y diseño de proyección) crea el universo visual y el espacio para el teatro de sombras, su propuesta posee un aliento con olor al grabado mexicano, le da movimiento al relato. Carolina Jiménez propone una escenografía que encapsula la propuesta de los creativos y elenco, hay cuidado con los detalles y precisión en los elementos que el texto requiere; ella también está a cargo del diseño de iluminación, quizá por la infraestructura del teatro su propuesta no esta a la par que la escenografía, es comprensible que la prioridad no es “quemar” (con la luz) la pantalla, pero eso vulnera el universo lumínico porque lo vuelve plano, y llega a cansar la mirada.

Soto Oliver incursiona con esta obra en el ámbito de la dramaturgia, ocurre algo para reflexionar; la propuesta conecta con el público y eso demuestra que tiene elementos relevantes, solo que es un texto que aun puede crecer; da la impresión de tener un problema de estructura, si las escenas en las que Trino hace el viaje al séptimo plano fueran antes de lo que ocurre con “Tomates” -el principal acosador de Trino- la evolución del personaje tendría mayor fuerza.

Trino en búsqueda de su poder interior es una propuesta que tiene varios aciertos, coloca en el centro la importancia de poner atención en el otro para comprender, muestra una manera pertinente de actuar ante el acoso, ofrece un acercamiento a elementos de un teatro mágico que se enorgullece de sus raíces, pero sobre todo, es una muestra de lo que se puede lograr cuando alguien se involucra tanto como lo hace Paulina Soto Oliver.

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Fotos: Cortesía Producción