Por Kerim Martínez/ En febrero de 2025, Monty Python’s Spamalot volvió a los escenarios con un espectacular estreno en el Centro Cultural Teatro 1, bajo la producción de Alejandro Gou. Más de una década después de su primera puesta en escena en México (cuando fue presentada en el Teatro Aldama en colaboración con OCESA), el icónico musical regresa con una producción deslumbrante (Gou Producciones) y un elenco multiestelar, integrado por algunos de los comediantes más talentosos y aclamados del país.

Monty Python es un legendario grupo de comedia británico formado en 1969, considerado uno de los colectivos humorísticos más influyentes de la historia. Sus integrantes—Graham Chapman, John Cleese, Eric Idle, Terry Gilliam, Terry Jones y Michael Palin—eran auténticos genios del humor, capaces de convertir lo absurdo en arte. Juntos crearon Monty Python’s Flying Circus (1969-1974), un programa de televisión que revolucionó la comedia con su estilo irreverente, sketches sin finales convencionales y una sátira mordaz sobre la política y la sociedad británica. Su éxito los llevó a expandirse al cine y, eventualmente, al teatro.

Spamalot es un musical descaradamente divertido basado en la película Monty Python and the Holy Grail (1975). Estrenado en Broadway en 2005 bajo la dirección de Mike Nichols, con música de John Du Prez y letras de Eric Idle, logró conquistar al público con su humor irreverente y su parodia del teatro musical. Su impacto fue inmediato, llevándose tres premios Tony, incluido el de Mejor Musical. Desde entonces, ha recorrido el mundo con montajes en el West End de Londres, España, Francia, Alemania, Australia, Brasil y Japón, adaptándose a diferentes idiomas y culturas sin perder su esencia cómica. Y, una vez más, tenemos la fortuna de disfrutarlo en México.

Este delirante musical, bajo la dirección del catalán Marc Montserrat-Drukker, toma la leyenda del Rey Arturo y la retuerce al más puro estilo de Monty Python, con el ingenio de Freddy Ortega en la adaptación y un elenco que, de vez en cuando, se da el lujo de improvisar. Con un Rey Arturo más perdido que heroico, un escudero que siempre lleva la peor parte y un grupo de caballeros tan valientes como despistados, la búsqueda del Santo Grial se convierte en un desfile de situaciones absurdas, chistes inesperados y números musicales que parodian los grandes clásicos de Broadway.

El texto es una verdadera joya para el público, que desde el primer minuto se sumerge en la historia con una sonrisa de oreja a oreja. La audiencia se convierte en un gigantesco grupo de niños emocionados viendo sus caricaturas favoritas, solo que, en esta versión, el cuento viene aderezado con un humor picante y muy a la mexicana.

Uno de los grandes aciertos de Spamalot es su brillante uso de la metanarrativa, que convierte al público en cómplice del propio juego teatral. Desde el inicio, la obra deja claro que no se toma en serio a sí misma: los personajes saben que están en un musical y bromean sobre las reglas de Broadway. Canciones como “La canción que va así” se burlan descaradamente de las baladas románticas clásicas, mientras que “No triunfarás en Broadway” ironiza sobre los supuestos requisitos para tener éxito en la industria. Esto convierte cada escena en una sorpresa cómica y un guiño inteligente al espectador.

La escenografía, diseñada por Jorge Ferrari, y el vestuario, a cargo de Bernardo Vázquez y Letal Producciones, combinan elementos de un dibujo animado con la extravagancia de un espectáculo de Las Vegas, creando una experiencia visual sorprendente en cada escena. Bajo la producción ejecutiva de Guillermo Wiechers, la obra despliega efectos visuales cautivadores que envuelven al público, como si caramelos fueran lanzados desde el escenario. El video escénico está a cargo de Maxi Vecco, mientras que el diseño de iluminación es obra de Pablo Wutz.

La coreografía de Carmelo Segura juega un papel clave con números exageradamente grandilocuentes y divertidos, ejecutados por un ensamble numeroso, pero, sobre todo, preciso y lleno de talento. Destacan especialmente los números de tap, coreografiados por Óscar Carapia, que añaden un toque espectacular y enérgico a la puesta en escena.

La interpretación de Susana Zabaleta como La Dama del Lago es impecable. Su poderosa voz y su carisma natural aportan una mezcla perfecta de sensualidad y humor al personaje. Con su presencia de diva arrolladora, Susana logra darle una energía única y memorable, haciendo un trabajo estupendo que resalta en cada escena.

Aunque los demás actores no cuentan con voces prodigiosas como la de Zabaleta, la naturaleza de parodia de Spamalot hace que esto no afecte ni la historia ni la atención del público. Adrián Uribe, quien interpreta al Rey Arturo, defiende su papel con gran energía y carisma, logrando conectar con la audiencia a través de su interpretación. Su trabajo resalta la esencia cómica y ligeramente absurda del personaje, aportando un toque único a la trama.

Sir Galahad, interpretado por Adal Ramones, es un caballero entusiasta pero algo ingenuo, cuyo humor radica en su falta de experiencia. Por su parte, Sir Robin, interpretado por Omar Chaparro, es un cobarde disfrazado de valiente, cuyas reacciones nerviosas y miedo al peligro lo convierten en una figura cómica. Ambos actores aportan su carisma único, resaltando las características cómicas y contrastantes de sus personajes.

Como parte del elenco, destacan las actuaciones de Ricardo Fastlicht, Faisy y Ricardo Margaleff, quienes realzan en todo momento el tono fársico del montaje. Logran conectarse perfectamente con sus compañeros y, sobre todo, se nota que se están divirtiendo enormemente sobre el escenario, lo que contagia al público y lo invita a disfrutar igualmente de la experiencia.

Spamalot se presenta como una propuesta irresistible para aquellos espectadores que buscan una noche de diversión sin pretensiones. Es una oportunidad para disfrutar de una obra de gran formato que celebra la comedia, la creatividad y el entretenimiento en su forma más pura.

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Fotos: Cortesía Producción