Por Luis Santillán/ El colectivo teatral mexicano Los alichanes, empleando un texto de Lucero Trejo, ofrece una puesta en escena para que las jóvenes audiencias entren en contacto con un clásico de la literatura universal. Su propuesta toma pasajes de la novela escrita por Miguel de Cervantes Saavedra para crear Quijote y Panza.
Respetan la línea anecdótica de la novela donde un lector habido de novela de caballerías decide vivir lo que hasta ese momento solo ha leído, se recrean pasajes para que el público pueda tener noción del contenido total de la novela.
Mauricio Pimentel es el director de la obra, propone un universo que se construye delante del espectador con objetos anacrónicos al relato, pero cotidianos a ojos del público; acentúa el juego escénico gracias a que los elementos adquieren su condición a partir de lo que hacen los actores, estimula la imaginación y sostiene el espíritu del material original donde la mente construye el mundo que se quiere habitar.
Pimentel apuesta por un trabajo actoral donde la corporalidad ayuda a la comicidad, coloca a su elenco en dinámicas donde, con su capacidad actoral, crean un universo que se vincula sólidamente con el público; de hecho, su logro radica en la complicidad que alcanza con quienes están en las butacas.
El espacio tiene como elemento central una mesa, misma que en conjunto con lo demás, se transforma para acompañar las aventuras de los personajes; muchas escenas son recreadas directamente por el elenco, las hay también donde los títeres dan forma al relato, la transición es armónica dado que el acento está en los recursos de teatralidad que emplea la compañía.
Diana Becerril, Antony De La Vega, Faride Ramírez, Dania Fuentes Marín, Magdalena Alpizar y Víctor Vargas Avena son quienes conforman el elenco.
Es necesario hacer énfasis en Diana Becerril, que interpreta a Panza. Su trabajo es el punto de equilibrio entre el universo emotivo y lo cómico, reúne las generalidades del personaje, pero otorga un sello personal, mantiene una energía constante que sirve de ancla para el auditorio joven.
Las actrices que interpretan a los personajes femeninos hacen un trabajo donde la propuesta de Pimentel tiene mayor presencia, es decir, transformas su corporalidad para crear a los personajes necesarios al relato, mantienen un juego escénico que permite imaginar a un par de aliadas que siempre están a la altura para lograr que las necesidades de escena se cumplan, es como si mostraran las costuras del teatro para maravillar por su hechura.
Quijote y Panza es una propuesta cuya principal virtud radica en ser un primer punto de contacto entre las infancias y la literatura clásica, al ofrecer una propuesta jocosa le recuerdan al público que las grandes novelas son tan amenas como los juegos escénicos.
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Fotos: Mariano Zapata
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