Por Kerim Martínez/ Priscilla, Reina del Desierto, el Musical (libreto de Stephan Elliott y Allan Scott) es una adaptación teatral de la película australiana de 1994, The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert, dirigida por Stephan Elliott. La película se destacó por su mensaje de inclusión y diversidad, su enfoque acertado en la cultura drag, así como por su humor irreverente. El musical se estrenó por primera vez en el Lyric Theatre de Sídney, Australia, el 7 de octubre de 2006. Pronto, el espectáculo se extendió internacionalmente, llegando al West End de Londres en 2009 y a Broadway en 2011, entre otros lugares.

Esta obra pertenece a un subgénero que se ha consolidado como una de las formas más accesibles y populares del entretenimiento escénico contemporáneo: el teatro musical de rockola (como Mamma Mia, Rock of Ages, Mentiras, etc.). Grandes éxitos como “It’s Raining Men”, “I Say a Little Prayer” y “I Will Survive” forman la columna vertebral de la narrativa, conectando con la nostalgia y la euforia del público.

Recientemente, esta obra inició temporada en el Teatro México bajo el sello de 33 Productores y Metanoia Teatro, en asociación con Nullarbor Productions y MGM On Stage. El propósito del montaje es celebrar la autenticidad y honrar a la comunidad LGBTQ+, recordando la importancia de ser uno mismo para vivir con orgullo y alegría, según se señala en el programa de mano.

Tick, un artista drag que trabaja en la Zona Rosa de la Ciudad de México, acepta una oferta para realizar un show en un casino de Guaymas, Sonora, con el objetivo de reencontrarse con su hijo pequeño, a quien no ha visto en años. Para este viaje, Tick invita a sus dos amigos: Bernadette, una elegante y veterana artista transgénero, y Adán, un joven y extravagante drag queen. Juntos se embarcan en una aventura a bordo de un destartalado microbús, apodado Priscilla. A lo largo del trayecto, enfrentan desafíos inesperados, desde averías mecánicas hasta encuentros con la intolerancia de los habitantes de pequeños pueblos rurales.

La versión teatral de esta historia ha carecido de la profundidad con la que se abordan los personajes en la película, ya que, al convertirse en un musical, se ha priorizado la estética visual para crear un gran espectáculo. Y así es como debe verse. Lo más acertado de la puesta en escena mexicana es la adaptación del texto a cargo de Joserra Zúñiga (también traductor). Cada parlamento fluye de manera natural, sin sonar forzado, y todo encaja a la perfección en un contexto completamente diferente al original (como se puede apreciar en la sinopsis previamente descrita). El elenco mantiene al público a su favor gracias a las referencias pop y los chistes locales que enriquecen esta versión.

Otro acierto fue no traducir las canciones icónicas del musical, manteniéndolas en su idioma original, y al mismo tiempo integrar éxitos representativos de la comunidad LGBTQ+, como “El Amor Coloca”, “Rosa pastel” y “Todos Me Miran”, entre otros. Esto convirtió el montaje en una verdadera fiesta multicolor, apoyada por las gráciles y dinámicas coreografías de Hugo Curcumelis, ejecutadas por un ensamble comprometido que deslumbra en cada número musical.

La escenografía, a cargo de Sergio Villegas y Antonio Saucedo Azpe, la iluminación de Félix Arroyo y el vestuario diseñado por Giselle Sandiel y Valencia Gonzaga contribuyen a que la historia se narre de manera efectiva, ofreciendo a los espectadores una experiencia visual extravagante, glamourosa y, en algunos momentos, bastante kitsch. En el número final, todo parece una pasarela en homenaje a los vestuarios que la cantante Astrid Haddad suele utilizar en sus shows de cabaret. Todo se integra perfectamente, dando como resultado un banquete teatral lleno de momentos deslumbrantes y graciosos.

Habría que revisar algunos de los enormes tocados que utiliza el elenco. Aunque son visualmente atractivos (e incluso esperpénticos), en algunos casos no resultan tan funcionales, y los actores parecen incómodos, rígidos o temerosos de lastimar a sus compañeros.

Tick es interpretado por Rogelio Suárez; Alejandra Bogue y Roshell Terranova dan vida a Bernadette; y José Peralta se convierte en Adán. Suárez, experto en este tipo de personajes, nuevamente causa sensación entre el público que lo sigue desde hace años.

Terranova emana comedia en cada poro de su piel y entiende perfectamente cómo rematar cada chiste. Peralta, por su parte, aporta frescura, voz y talento para defender a su personaje. Los actores fluyen de manera natural, haciendo creíble la relación de amistad que tienen. Confían en su talento y experiencia, y lo ponen al servicio de la obra. El espectáculo también se beneficia de la participación de destacadas figuras del teatro musical mexicano, como Adriana del Río, Ervey Ortegón y Óscar Piñero.

La dirección de esta obra estuvo a cargo de Joserra Zúñiga. Sin embargo, durante la semana del estreno para la prensa, Zúñiga se deslindó por completo del musical a través de sus redes sociales, deseando éxito a todos sus compañeros. De manera similar, el asistente de dirección, Enrique Rupit, el actor protagónico que interpretaba a Tick, Jesús Zavala; y el coreógrafo del montaje, Hugo Curcumelis, también se distanciaron del proyecto.

Cambiar de director durante una producción de Broadway no es inusual y puede ocurrir por diversas razones, desde diferencias creativas hasta problemas de cronograma. Uno de los casos más notorios fue cuando la directora Julie Taymor fue reemplazada por Philip William McKinley en el montaje Spider-Man: Turn Off the Dark (2010). Las diferencias creativas entre Taymor y los productores sobre la visión del espectáculo, así como retrasos, sobrecostos y accidentes que afectaron a los actores, contribuyeron a su salida. A pesar de los cambios, la crítica nunca fue completamente positiva. Sin embargo, el musical logró tener una temporada de más de 1000 funciones, en parte debido al morbo de los espectadores.

Ojalá Priscilla tenga una suerte similar y que todos los actores que permanecen en el escenario puedan aprovechar al máximo los meses de preparación que conlleva tener una obra musical en cartelera.

En una época en la que la diversidad y la identidad de género se han convertido en temas cruciales en el discurso cultural, los espectáculos drag han trascendido el ámbito del entretenimiento para convertirse en plataformas de reivindicación y reconocimiento para una comunidad históricamente marginada. Priscilla, La Reina del Desierto, el musical encarna estas tendencias con valentía, transformando el escenario en un vibrante estallido de color y música, al mismo tiempo que transmite un emotivo mensaje de inclusión y aceptación.

Para más información de Priscilla, La Reina del desierto, da clic aquí.

Fotos: Cortesía Producción

No dejes de recibir en tu correo, Facebook o Twitter toda la información y los estrenos de las obras de teatro de la Ciudad de México.