Por Mariana Mijares/ Cada persona tiene sus propias particularidades a la hora de excitarse, pero en el caso de Nathan, nada le excita más que estar cerca de Richard, y a éste, nada lo prende más que cometer crímenes… PréndeMe, La historia de Leopold & Loeb es una adaptación del musical de Stephen Dolginoff: Thrill Me – the Leopold & Loeb Story.

La historia tiene lugar en los años veinte, en Chicago, con dos jóvenes de la alta sociedad que funcionan como espejo de los cambios sociales y los conflictos internos de una generación que estuvo marcada por la ambición y la desilusión. Como dato curioso, esta es también la época en la que se desarrolla el famoso musical Chicago.

Thrill Me obtuvo en 2016 una nominación al premio Drama Desk Award como Mejor Musical y Mejor Música y una nominación al premio Outer Critics Circle Award como Mejor Musical off-Broadway; entre otros reconocimientos. Después de presentarse en Nueva York, ha tenido casi 200 producciones en 22 países.

La historia real que inspiró esta obra, el infame crimen cometido por Richard Loeb y Nathan Leopold, es uno de los más notorios y recordados de Estados Unidos. Este caso no solo conmocionó a la opinión pública en su momento, sino que también dejó huella en la cultura popular, inspirando una obra de teatro en 1929, así como las películas Swoon de Tom Kalin, y La soga de Alfred Hitchcock.

Ofreciendo una perspectiva diferente del mismo suceso, la versión de Dolginoff inicia con un hombre que, en traje de rayas, aguarda la deliberación de su libertad condicional tras haber servido varios años en prisión por su participación en ‘el crimen del siglo’.

“¿Queremos saber por qué?, preguntan los jueces a quienes solo escuchamos, pero no vemos.

A partir de ahí, la narrativa cambia para explorar la relación entre el tímido joven Nathan Leopold, y su amante sádico e incendiario, Richard Loeb.

Bajo la producción de Ricardo Ian, y la visión del director Jaime Rojas, la versión mexicana apuesta por una propuesta minimalista que incluye una escenografía e iluminación de Salvador Núñez, que con pocos elementos como una pared de ladrillos y baúles nos traslada a diferentes lugares. El director logra así que la atención se centre casi por completo en los dos actores. El elenco alternante incluye a Gonzalo Aburto de la Fuente y Peter Álvarez, o a Luis Anduaga y Johnny Montero.

Nosotros vimos a Peter y a Gonzalo. El primero resulta atinado como Nathan, desde la primera escena, cuando el personaje está siendo interrogado, transmite vulnerabilidad. Conforme avanza la trama, deja claro que Nathan es un joven sumiso que hará todo lo que Richard quiera. Su obsesión por Richard es evidente y creíble, por lo que justifica literalmente todas sus acciones.

A la par, Gonzalo es tremendamente convincente como Richard, un hombre tan seguro de sí mismo que se compara con el ‘Superhombre’ de Nietzsche y que está acostumbrado a manipular a otros, particularmente a Nathan. Con herramientas como un tono de voz seguro, su elegante presencia, su manera confidente de moverse, y su notorio carisma, Gonzalo resulta tan encantador que entendemos por qué Nathan está obsesionado con él.

Muchas mujeres se han sentido también atraídas hacia el estereotipo del bad boy, un hombre increíblemente atractivo, pero que suele ser peligroso, pues desafía las normas y altera la percepción de lo que parece ‘correcto’. Resulta fascinante que esa misma dinámica de poder sea precisamente la que tienen los dos protagonistas de este seductor thriller.

La relación entre Nathan y Richard se vuelve el foco de la trama. Ellos se conocieron en la escuela, pero después de que Richard se fue a estudiar a otra ciudad, a su regreso a Chicago Nathan lo busca desesperadamente con la intención de retomar lo que tenían, particularmente, la conexión física.

El problema es que ahora Richard ya no está dispuesto a darle afecto a Nathan si éste no cumple con todas sus demandas, que para dificultar las cosas, tienen que ver con cometer crímenes. Verdaderamente Richard está obsesionado con el crimen, de la misma manera que Nathan está obsesionado con Richard.

La música, también escrita por Dolginoff, abarca desde baladas melancólicas hasta números musicales enérgicos. Por ejemplo, en uno de los mejores, el tema “No hay fuego que nos falle” (“There’s Nothing Like a Fire”), Richard inicia un incendio en una fábrica abandonada. Aunque Nathan quiere huir por temor a que los atrapen, Richard está tan excitado que empieza a besarlo apasionadamente, dejando a Nathan completamente ‘cautivo’.

Otro número emocionante es el “Contrato Escrito” (“A Written Contract”) donde ambos hacen un pacto escrito para comprometerse a satisfacer al otro.

Cada vez que Gonzalo y Peter cantan juntos sus voces se acoplan perfectamente. Esto es posible, tanto por el trabajo de adaptación al español que realizó Xavier Villanova, quien captó la esencia y matices del musical original, como por el trabajo de dirección vocal de Hugo Robles. El resultado es que las voces de los intérpretes se integran de manera orgánica. ¿Quién diría que cantar sobre asesinato podría resultar tan sensual?

Además del piano interpretado en vivo por Mario Cassan -que otorga un elemento definitivamente distintivo-, también suma valor emocional la iluminación. Es justamente gracias a los cambios de luces que los azules nos sitúan en la obscuridad de la noche donde se comete el crimen, o en los tonos rojos y anaranjados que dotan una escena de incendio con pasión y fuego.

Pero los crímenes que antes entusiasmaban a Richard le van quedando chicos ‘ya no le prenden’, por lo que decide que es momento de planear el crimen perfecto: un asesinato.

“Quemar y robar es fácil para un Superhombre. Asesinar es el único crimen digno de su talento”, asegura Richard.
Sin revelar el detalle lo que pasa después, algo no sale conforme al plan -pues recordamos que Nathan estaba encarcelado-.

Dolginoff nos lleva a veces de vuelta a ese interrogatorio del presente, pero nuestra atención se mantiene en querer saber si los protagonistas lograrán cometer el crimen.

Aunque la dinámica codependiente entre Richard y Nathan parece estar clara, hacia el final la historia da un gran giro. Este cambio no solo sorprenderá a más de uno, sino que también redefine toda la trama.

Además de remarcar la complejidad de los personajes, el final invita a la audiencia a cuestionar las dinámicas de poder y control. PréndeMe cuestiona así los límites de la amistad y cómo los más ‘débiles’ pueden reconfigurar el equilibrio y desafiar las expectativas.

De alguna manera, lo que ocurre me remontó a la conocida historia de David y Goliat, en la que el aparentemente débil y desventajado David se enfrenta al fuerte y apantallante Goliat. Pero la verdadera fuerza reside en la mente, no en los músculos.

Otra referencia que probablemente inspiró al autor fue Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet, en la que los protagonistas están consumidos por una obsesión que los lleva a cometer actos atroces (como hornear en pay a los humanos).

Además de totalmente recomendable, PréndeMe resulta una gran plataforma para apreciar el talento de Gonzalo Aburto de la Fuente y Peter Álvarez, a quien definitivamente nos emocionará ver en sus siguientes proyectos. (No sé, por ejemplo, Gonzalo resultaría un encantador doctor Pomatter en Waitress… Yo solo digo.)

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