Por Luis Santillán/ En agosto de 2024 se estrenó en Argentina la propuesta de Lucía Uribe, Paula Grinszpan y Lucía Maciel, misma que se creó a partir de la exploración escénica; una dinámica donde Uribe recorre posibilidades actorales y los resultados van quedando registrados en la dramaturgia de las tres creadoras, pero filtrados por la mirada de dirección de Grinszpan y Maciel. El proceso da como resultado una propuesta sencilla y eficaz: Miguel Ángel.

El cómo del proceso se puede saber por las entrevistas que medios argentinos registraron, la riqueza del tiempo en que las creadoras compartieron se puede testificar en la escena, ahora en la Ciudad de México.

La línea anecdótica plantea a un adolescente que quiere participar en un concurso de fotografía de paisajes, ante ciertas incertidumbres sobre si su propuesta fotográfica puede ser entendida, emprende comunicación vía telefónica.

Entre los tiempos donde se llevan a cabo las llamadas, hay espacio para conocer el mundo interno de Miguel Ángel, con sus preocupaciones, anhelos, temores, fantasías.

La propuesta en su totalidad respira todo para poder clasificarla como “sencilla”. Una sencillez semejante a la que posee el trabajo de Miguel Ángel en su David. Lo que se puede ver en la escena es el enorme trabajo de quitar lo innecesario, de darle forma a un material que, cada vez que se mira, respira lleno de vida; da la impresión de que el arduo trabajo de Uribe, Grinszpan y Maciel radicó en sembrar la esencia de su búsqueda para ofrecer una obra totalmente entrañable.

El personaje inicia el recorrido de la línea anecdótica desde lo que quiere, conforme se desarrolla la situación surge lo que necesita, y a partir de ahí existe un equilibrio —casi quirúrgico— entre lo que quiere y lo que necesita. Es posible pensar que el proceso de creación reúne mucho del teatro contemporáneo, lo interesante está en que el resultado es una estructura complejamente clásica y pone en evidencia que “no hay nada más moderno que lo clásico”.

Miguel Ángel es una propuesta con muchos elementos muy logrados, solo que todos tienen un epicentro: el trabajo actoral de Uribe. Es cierto que la dramaturgia se sostiene sola, pero está intervenida desde la exploración de Uribe; la dirección es puntual y certera, mucho gracias a las posibilidades actorales que ofrece quien está en escena. Uribe logra la transmutación tanto corporal como emotiva, su creación es memorable.

La propuesta espacial de Gabriela Gerdelics trabaja con contradicciones; un espacio abierto para acentuar el encierro, un cuarto casi vacío para enmarcar la saturación que vive en la mente del personaje; un lugar sin barreras que se convierte en impenetrable.

Miguel Ángel es de esas propuestas que es necesario ver, ya sea solo para disfrutarla, ya sea porque su estudio y análisis enriquecen bastante, pero sobre todo por el trabajo actoral de Lucía Uribe.

Para conocer más información de Miguel Ángel, da clic aquí.

Fotos: Cartelera de Teatro