Por Roberto Sosa/ El último preso y opositor al gobierno es llevado ante el jefe de la policía. El recluso no encuentra motivos para seguirse oponiendo al régimen; reconoce lo bien que está el país y sus habitantes, el director le da un documento para su firma y es dejado en libertad. Otro policía vestido de civil regresa después de constatar que entre la gente no se escucha inconformidad alguna contra sus gobernantes.

No hay a nadie a quien arrestar y si no hay detenidos no habrá presos, se cerrará la cárcel y por consecuencia los policías perderán sus empleos. El jefe policíaco no está dispuesto a dejar su trabajo, esta crisis podrá superarla; maquina un plan para lograr que la prisión siga funcionando. El método es inverosímil, absurdo e irracional. En este país que nadie sabe en donde su ubica gobierna el sinsentido.

Sławomir Mrożek (Borzęcin, Polonia 1930-Niza, Francia 2013) escribió Los policías en 1958, es la primera y una de las más aclamadas del autor; se estrenó en el Phoenix Theatre de Nueva York en 1961. Escrita en el estilo de teatro del absurdo, la obra se desarrolla en un país mítico con un régimen totalitario donde ha desaparecido toda oposición al Estado. El humor surrealista permea el relato.

La dirección de Jesús Delgado es limpia, escenas bien montadas, las transiciones bien resueltas -quizá faltó un poco de más ritmo, por momentos es lenta-; el tono bien esgrimido. Delgado se vale de las situaciones incoherentes del texto original, no obstante, bajo su conducción la obra por períodos atraviesa el drama, lo cual equilibra ambos tonos que tiene la representación. Con su experiencia como actor y director logra un buen resultado.

Las actuaciones son de Jesús Delgado, Pastor Oviedo Jesús Nunes, Simona Chirinos, Leonardo Torres y Alejandro Alcalá pertenecientes a la compañía Grupo Teatral Emergente. Como venezolanos tienen una visión clara de lo que significa vivir en un Estado totalitario, donde el gobierno pretende que el pensamiento de la población sea uniforme. Con esta mirada suben al escenario y actúan, su trabajo es nivelado y bien logrado.

Los policías es teatro del absurdo y podría ser político. Los gobiernos dictatoriales, arbitrarios y dominantes terminan en la incoherencia. El autor exploraba en sus obras el comportamiento humano, la alienación y el abuso de poder de los sistemas totalitarios. Acá lo hace con humor para que el espectador reflexione mientras ríe, y también lo hará pensar en el sinsentido que es el mundo que hoy habitamos.

En esta obra Los policías se quedaran sin gente en la cárcel y si esto sucede dejarían de existir, así es la ficción, como las barbas y bigotes de algunos personajes. En la realidad el pensamiento es libre y quien lo pretenda uniformar será preso en su propia cárcel. Para el público que venga al teatro se encontrará con una puesta en escena bien montada, bien producida y con buenos diseños del equipo creativo. Es teatro de autor con todas sus convenciones.

Diseño de escenografía, Jesús Delgado y Edgar Mora; iluminación, Edgar Mora; vestuario Giselle Sandiel; maquillaje, Aketzali Reséndiz; bigotes y prostéticos, Martina Atenco. Traducción Sebastián Tores.

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Fotos: Roberto Sosa