Hoy en día, ir al teatro es más fácil que nunca. No sólo porque hay un montón de opciones y lugares para elegir, sino porque muchas de esas costumbres anticuadas han quedado en el pasado o, simplemente, ya no son cool. ¡Y la verdad, se agradece!
Así que prepárate para un viaje en el tiempo mientras exploramos algunas de esas prácticas que ya son cosa del pasado y que nos dan cringe.
1. El telón de hierro. Antes de que pienses en dragones o caballeros medievales, hablamos de un telón de hierro real que se usaba en los teatros del siglo XIX, para proteger a la audiencia en caso de incendio. ¿Te imaginas a las personas que tenían la tarea de levantar todo aquello? Por suerte, hoy tenemos sistemas de seguridad más modernos, así que no más telones que parecen sacados de una película de Indiana Jones.
2. Banquetes en el teatro. En el pasado, era común que el público trajera su propia comida al teatro. Y no estamos hablando de palomitas o gomitas, sino de auténticos banquetes con crujidos y olores de todo tipo, desde una lasaña hasta platillos de pescado o carne, algo que hoy sería impensable. Si bien no en todos los recintos esta costumbre está permitida, hoy es mucho más discreta, así que ya no tenemos que preocuparnos de que el vecino esté descuartizando un pollo, mientras tratamos de escuchar un soliloquio.
3. Vestirse de gala. ¿Te imaginas tener que ponerte tu mejor traje o vestido de noche cada vez que vas al teatro? Pues, así era antes. Asistir al teatro era un evento social de alta categoría, las personas que acudían al teatro, tenían que lucir como si fueran a los premios Oscar. Por fortuna, ahora la vestimenta es mucho más relajada, así que puedes disfrutar de cualquier obra como tu quieras, sin que nadie te mire raro.
4. Lanzar tomates (y otras verduras). Antes, cuando las actuaciones no eran del agrado del público, los espectadores tenían la costumbre de lanzar tomates, lechugas y hasta huevos. ¡Pobres actores tenían que esquivar toda clase de cosas en plena función! Afortunadamente, esta costumbre ha quedado en el olvido, y ahora los creadores solo tienen que preocuparse por la crítica y no por una ensalada voladora.
5. La iluminación a la luz de las velas. Sí, has leído bien. Antes de la electricidad, las obras de teatro se iluminaban con velas. ¡Qué romántico, pero también qué peligroso! Los teatros eran verdaderos polvorines, y más de uno terminó en llamas por culpa de una vela mal colocada. Hoy en día, tenemos iluminación LED y efectos especiales que no requieren estar pendientes de un posible incendio.
6. El público en el escenario. En épocas pasadas, algunos teatros permitían que los espectadores se sentaran en el escenario junto a los actores. Esto podía ser muy disruptivo, especialmente si alguien se dormía o decidía hacer un picnic. Actualmente, los actores tienen el escenario para ellos solos, y el público puede disfrutar del espectáculo sin interrupciones (o al menos, eso esperamos) desde la comodidad de las butacas.
Así que la próxima vez que vayas al teatro, agradece que no tienes que llevar un escudo para protegerte de los tomates, ni vestirte como para una boda, ni soportar crujidos y olores fuertes de un banquete a tu lado.
Por Itaí Cruz
No dejes de recibir en tu correo, Facebook o Twitter toda la información y los estrenos de las obras de teatro de la Ciudad de México.