Por Luis Santillán/ La vendedora de nubes es un texto muy breve de Elena Poniatowska y Magda Montiel S. La historia es sobre una niña que acude al lugar donde están diversos vendedores para ofrecer su nube. Distintos personajes muestran intereses, sin embargo, no quedan convencidos para adquirir lo que la niña ofrece. Un vagabundo ha mostrado inquietud y ligera desaprobación; él jugará un papel importante en esta historia.

El Colectivo Teatral Mexicano Los Alichanes llevan el texto a la escena. No existe tal cual un trabajo dramaturgista, sino que la puesta en escena toma el material original y casi sin modificaciones lo trabajan. Lo diferente es el cambio del personaje vagabundo por una vendedora de hierbas.

La propuesta escénica crea cuadros que sirven para generar el universo donde la niña es el personaje que vende una nube. Esos cuadros tienen tintes de costumbrismo, y marcan la forma en que se desarrolla el trabajo actoral. El elenco trabaja la farsa, no en el sentido de burla, sino en exageración; cada personaje lo explotan en estereotipo.

La propuesta ejecuta bien el montaje. Esos bloques que no responden a la acción, al “cuentito”, están bien montados: trazo limpio, composición equilibrada, precisión del elenco. El trabajo de dirección de Mauricio Pimentel brilla por lo que logra para establecer la escena; su propuesta tiene un equilibrio visual y rítmico.

Quizás la propuesta está dirigida a un público de primaria baja, y por eso la apuesta está en el trabajo de Dania Fuentes Marín (Dramaturgia Corporal Escénica). Los personajes son simples; el acento en ellos está en la corporalidad, en esos movimientos, ritmos que permiten –con pocos recursos– proponer un carácter.

Los Alichanes tienen proyectos donde han mostrado que trabajar de manera coral les favorece. Aquí también queda eso en evidencia; los bloques donde todos están en escena para crear ambientes son las mejores partes de la propuesta.

En el elenco están Diana Becerril, Magdalena Alpizar, Antony de la Vega, Víctor Vargas Avena y Dania Fuentes Marín.

Quizás el reto que el colectivo asume es respetar la naturaleza del texto de origen. Sobre el contenido dramático y la acción, se privilegia lo teatral logrado en escena. En este sentido, son muchos los aciertos.

La vendedora de nubes es una oportunidad para apoyar un espacio escénico tan importante como lo es el Teatro El Milagro y, de paso, ver un buen montaje.

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