Por Roberto Sosa/ Será sacrificada por su padre Agamenón en honor a la diosa Artemisa, solo así habrá vientos favorables para que su flota se pueda embarcar para la Guerra de Troya. La niña ofrendada es Ifigenia, hija de Clitemnestra y Agamenón, quien las engaña diciendo que la lleva a Áulide para casarla con Aquiles. Agamenón sabe que si no la sacrifica el resto del ejército matará a toda su familia. Ifigenia es degollada por su padre.

Diez años después el rey Agamenón regresa de la Guerra de Troya para enfrentar el odio y venganza de su esposa Clitemnestra, quien en su ausencia ha mantenido una relación adúltera con Egisto, primo de Agamenón. El rey regresa con la joven Casandra embarazada, dará a luz a unos gemelos. Clitemnestra es confinada al “harem”, un calabozo usado como burdel, su padre Tíndaro interviene a su favor.

La niña en el altar (Girl on an Altar, título original) de la escritora irlandesa Marina Carr, es una potente reescritura basada en Ifigenia en Áulide de Eurípides y Agamenón de Esquilo. La obra se estrenó en mayo de 2022 en el Kiln Theatre de Londres. Carr es considerada una de las dramaturgas más prolíficas e influyentes del teatro irlandés contemporáneo; escribe habitualmente para la Royal Shakespeare Company.

Incidente Teatro la lleva al escenario del Teatro El Galeón Abraham Oceransky, bajo la dirección de Enrique Singer. Es un trabajo limpio y bien cuidado, las escenas son con la progresión dramática que el texto demanda. Los elementos que componen el montaje, Singer los reúne acertadamente, todo está en su lugar. Al elenco lo para donde debe para que fluya la tragedia, nadie está fuera de lugar. Sin duda, el resultado está bien logrado.

Elenco: Marina de Tavira (Clitemnestra), Alberto Estrella (Agamenón), Ema Dib (Cilisa), Everardo Arzate (Egisto), Yessica Borroto (Casandra) y Salvador Sánchez (Tíndaro). Actores de teatro cuya capacidad y aptitud es innegable; representan una tragedia griega con toda la potencia y fuerza que requiere. Aprenderse un personaje de estas dimensiones solo los actores de verdad. Sus actuaciones están equilibradas y son de gran nivel.

La niña en el altar es teatro como lo representaban los griegos, una tragedia al más puro estilo clásico. Si la puesta en escena la llevan a un escenario al aire libre, estaríamos siglos atrás frente a un suceso teatral. La obra está redonda, sin duda es un trabajo de gran calidad. El diseño de escenografía (Víctor Zapatero) son muros escalonados por donde transitan los personajes; subidas y bajadas, análogas a las pasiones que los agitan.

Para espectador del buen teatro, está obra es un deleite, desde su butaca podrá apreciar un espectáculo de primer nivel. La reflexión será que una tragedia escrita siglos antes de nuestra era, tenga tal resonancia con los tiempos que hoy nos tocan vivir; la historia dice que pasó, el teatro nos dice cómo sucedió. Los antiguos griegos consultaban el oráculo para conocer el futuro. El teatro nos habla de su pretérito.

Traducción, Alfredo Michel Modenessi; escenografía e iluminación, Víctor Zapatero; compositor y diseño de audio, Edwin Tovar; vestuario (excelentes diseños), Eloise Kazan; maquillaje y peinados, Cinthia Muñoz; movimiento corporal, Erika Méndez.

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Fotos: Héctor Ortega