Por Kerim Martínez/ En México, las personas tienen un gusto particular por los temas que involucran lo sobrenatural y lo misterioso, una afinidad que se remonta a sus raíces prehispánicas y se alimenta de un folclore rico en leyendas de aparecidos, brujas y espíritus chocarreros. Este interés por lo paranormal y lo inexplicable se refleja tanto en las tradiciones orales como en el arte escénico, donde las historias de terror encuentran un público ávido de emociones intensas. Las obras de teatro que exploran estos temas no solo atrapan la imaginación, sino que también conectan profundamente con la memoria cultural compartida, evocando un universo que, aunque oscuro, resulta familiar y cautivador.

El caso más exitoso ha sido el de La Dama de Negro, que durante casi tres décadas ha capturado la atención y los gritos del público. Por mencionar otros espectáculos de la misma índole, destacan El Fantasma en el Espejo, La Llorona en Xochimilco, 2:22 Una Historia Paranormal, El Sótano, entre otros.

Hace unas semanas, el Teatro Ofelia reemplazó su tradicional marquesina de La Dama de Negro (obra que albergó por mucho tiempo) por un letrero inquietante y sugerente (con logo y arte de Norberto Reyes) que presenta tres palabras que todo mexicano tiene en el inconsciente: La Mano Peluda. Y para rematar, un subtítulo bastante sugerente: El Episodio Maldito. Todo lo anterior seguramente generará expectación, ya que el recinto se encuentra en una zona con un alto flujo vehicular, donde los conductores, detenidos varios minutos en el tráfico, se enterarán de que una nueva experiencia terrorífica ha llegado a la CDMX.

En 1995, apareció en la radio el controvertido programa La Mano Peluda como un espacio para tratar temas sobrenaturales y carentes de lógica, donde se le permitía al público comunicarse en vivo con la cabina para compartir sus experiencias más escalofriantes relacionadas con fenómenos paranormales. El primer conductor fue Rubén García Castillo, quien estuvo al frente durante cuatro años. Posteriormente, entre 1999 y 2010, el programa fue conducido por Juan Ramón Sáenz, quien rápidamente alcanzó gran popularidad y logró que su voz quedara grabada en la memoria de los radioescuchas.

El programa marcó a millones de oyentes, alcanzando más de cincuenta mil relatos al aire, según la BBC. Sin embargo, uno de los casos más impactantes fue “El caso Josué”, una historia que dejó una huella imborrable en los seguidores del programa. Josué, un hombre que había formado parte de un culto satánico, narró experiencias estremecedoras que lo conectaban con demonios que aún lo atormentaban. En 2011, Juan Ramón Sáenz decidió entrevistarlo para el programa Extranormal, donde Josué confesó seguir en contacto con las fuerzas oscuras.

Solo diez días después de esa entrevista, Sáenz falleció a los 48 años debido a una infección gastrointestinal que le provocó un paro cardiorrespiratorio. Este trágico hecho desató entre los seguidores la teoría de que su muerte estaba vinculada al caso Josué, alimentando el mito de que tanto el programa como su conductor estaban malditos. Este misterio, que persiste hasta hoy, ha inspirado a una obra de teatro que busca sumergir a su público en el episodio más oscuro jamás contado.

En esta ocasión, el público no accede por la puerta principal del teatro, sino por la parte trasera, donde subirá unas escaleras y se encontrará con un pasillo estrecho y débilmente iluminado. Cada rincón está lleno de objetos misteriosos e incluso aterradores, fácilmente reconocibles. En este momento, los espectadores ya se sienten inmersos en la historia, incluso caminando sobre el escenario, que está cuidadosamente decorado e iluminado (escenografía de Félix Arroyo; diseño de mural de Alejandro Villalobos). Luego, son guiados al área de butaquería, donde encuentran en cada asiento unos audífonos rojos que deberán usar en algún momento. De pronto, un hombre aparece en el escenario y se presenta como JR, el hijo del conductor de La Mano Peluda. Es aquí donde ya no hay vuelta atrás.

JR es interpretado por Raúl Villegas (Lo que queda de nosotros, Medea), y ésta parece ser una de las decisiones más acertadas del montaje. Desde su primera aparición, el actor genera confianza con la audiencia y busca empatizar con ella. Gracias a su manera de hablar, extremadamente natural, logra convencer al público de que, tal vez, realmente es el hijo del fallecido locutor y que tiene una gran urgencia por esclarecer los sucesos y descubrir las causas de la muerte de su padre, todo esto en presencia del público y con su ayuda. Villegas mantiene la atención de los espectadores en todo momento, se deja sorprender y maneja hábilmente la gran cantidad de utilería presente en el escenario.

Villegas invita a los asistentes a colocarse los audífonos para escuchar, en tiempo real, distintos testimonios del pasado mientras JR transmite el episodio en vivo. Hasta aquí, es prudente detener la información para no revelar detalles que puedan arruinar la sorpresa del público. Lo que sí se debe destacar es que el diseño sonoro de Miguel Jiménez ofrece una calidad impecable, permitiendo que el público experimente esta propuesta radiofónica-teatral con todos los sentidos a flor de piel, mientras su imaginación vuela hacia territorios insospechados.

La dramaturgia y dirección de la obra están a cargo de José Manuel López Velarde, creador escénico que ha logrado posicionarse con una de las obras más longevas en la cartelera teatral mexicana: Mentiras, el Musical. En esta ocasión, propone algo muy distinto a través de este experimento inmersivo que funciona como un falso documental en escena (utiliza entrevistas y grabaciones “recuperadas” para contar una historia ficticia presentada con un alto grado de verosimilitud). Este estilo de teatro busca confundir o sorprender al espectador con la ambigüedad de lo que es real y lo que no a partir de hacerlo partícipe de una investigación.

Es interesante que surjan este tipo de propuestas en los escenarios mexicanos, ya que tienen el potencial de atraer a un público que no necesariamente es asiduo al teatro, despertando su interés por las artes escénicas. Sería ideal que quienes están a cargo de la difusión consideren invitar a especialistas en el género, como conductores de programas de radio o creadores de podcasts de terror, para que experimenten la obra y compartan su perspectiva.

La Mano Peluda. El Episodio Maldito surge como un homenaje a la nostalgia y a las historias de terror que marcaron a generaciones, presentado bajo el prestigioso sello de Latte Producciones, Gou Producciones, La Gran Audiencia, Bross Producciones y Xevi Aranda. Con una apuesta escénica que combina elementos inmersivos y una narrativa estremecedora, el montaje promete convertirse en una de las grandes experiencias teatrales de este fin de año, ofreciendo al público la oportunidad de vivir el terror desde dentro y ser parte de una historia que traspasa los límites del escenario.

Para conocer más información sobre La Mano Peluda. El Episodio Maldito, da clic aquí.

Fotos: Luis Reyes

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