Por Roberto Sosa/ La mañana debe seguir gris como son en Londres, con sus casetas telefónicas rojas, los autobuses urbanos de dos pisos rojos también y sus taxis color negro; el Big Ben y su exactitud para medir el tiempo. La historia se desarrolla entre el otoño de 1969 y la primavera de 1970 con días grises y la lluvia que caracteriza a la capital británica. José Carlos Becerra es un poeta que recorre el mundo gracias a una beca; ella viaja a Londres con el deseo de convertirse en escritora.
Coincidir no fue casualidad, el amor surge de forma imprevista; para ella la diferencia de edades no es importante. Ella se aloja en casa de su tía quien desaprueba la relación. Son días de pubs, parques y lluvia con canciones del famoso cuarteto The Beatles, quienes han anunciado su separación. El relato transita entre lo poético y erótico sin faltar los flemáticos personajes ingleses, emblemáticos de este país.
La obra está basada en la novela homónima de Silvia Molina, cuenta con la adaptación de Angélica Amparán Román y Sandra Félix. Es una bella historia de amor trágica con guiños de comedia. La tensión dramática está en la relación de una pareja prescrita por los hilos del destino. En el texto de Molina radica el drama que se desvanece con el amor de la pareja, entre música, lluvia y días grises. La obra le mereció a la autora el Premio Xavier Villaurrutia 1977.
La dirección de Sandra Félix es limpia y cuidada. Bajo su conducción la historia atrapa por la forma en que es representada, amalgama acertadamente los dispositivos que la integran. El trabajo en la mesa con los actores se refleja en el escenario, cada uno lo asume y trabaja con las herramientas que Sandra les proporciona. Detrás de cada escena está el trabajo de una directora que sabe lo que quiere mostrar al espectador, cómo y con qué elementos. El resultado es muy favorable.
El reparto lo encabezan Roldán Ramírez (José Carlos Becerra) y Estefanía Estrada (Ella). Con Miguel Cooper (Teacher Mario / vecino y Mrs. McDonald) y Dulce Mariel (Tía / Patricia y Esperanza) pertenecientes al elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro (CNT). Roldán y Estefanía están exactos en su personaje, hay empatía y química entre ellos. Mención aparte es el trabajo espléndido de Miguel y Dulce; matizan, crean y habitan sus personajes formidablemente.
La mañana debe seguir gris y el teatro debe seguir siendo cómo el que se presenta con esta obra. Es una hermosa puesta en escena llena de nostalgia para quienes crecimos en los años 60s y 70s del siglo pasado. A diferencia con los montajes contemporáneos que dominan la escena teatral, ver esta obra es cómo hacer un alto y tomar aire fresco, en un día gris bajo la lluvia, que también son hermosos.
El montaje es bueno por los elementos que lo construyen. Podría penarse que solo lo disfrutarán los adultos que nacieron en la época en que se sitúa la historia, y no, es un relato que atrapa por lo bien contado que está. Sin parafernalia escénica, con el atrezo y las miniaturas uno imagina la ciudad con su gente, las casas y calles en una megalópolis como Londres, Inglaterra.
Iluminación, Kay Pérez; vestuario, Libertad Mardel; ambientación sonora, Edwin Tovar; producción ejecutiva, Compañía Nacional de Teatro.
La obra se presenta todos los martes, hasta el 16 de julio, en la Sala Héctor Mendoza, Casa de la Compañía Nacional de Teatro, para asistir se debe hacer reservación previa vía correo, para más información da clic aquí.
Fotos: Roberto Sosa
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