Por Kerim Martínez/ El proceso de tallerear una obra de teatro musical original de rockola es un trabajo colaborativo que requiere la exploración y el ajuste continuo del libreto, la selección de canciones y la puesta en escena hasta construir un espectáculo sólido. Este proceso es clave para transformar una idea en un espectáculo cohesivo, dinámico y emocionalmente efectivo. Un ejemplo de este viaje creativo se refleja en la serie de televisión Smash (2012-2013), que muestra paso a paso la producción de un nuevo musical de Broadway titulado Bombshell, basado en la vida de Marilyn Monroe.
En 2010, mientras compartían escenario en un musical en la Ciudad de México, Juan Carlos Velandia y Edgar Cañas tuvieron la idea de crear un nuevo musical basado en los éxitos de Luis Miguel. Les tomó cerca de quince años hacer realidad este sueño sobre el escenario, pasando por la concepción de la historia, la creación de distintas versiones del libreto, lecturas dramatizadas con múltiples elencos, pruebas musicales, workshops escénicos, búsqueda de financiamiento, audiciones y más.
En este viaje creativo, Velandia y Cañas sumaron al equipo a Martha Herrera-Lasso como dramaturgista. Es importante destacar que el dramaturgismo es el proceso de crear, analizar y organizar los elementos de la obra (diálogos, personajes y trama), y también implica la adaptación y recontextualización de las obras, siempre con el objetivo de establecer una conexión profunda con el espectador.
Así, en marzo de 2025, La chica del bikini azul, un musical de rockola original, se estrena en el Nuevo Teatro Silvia Pinal, bajo la dirección de Edgar Cañas y la producción general de Omar Carrasco y World Experience Makers, con la esperanza de que su historia cautive a los espectadores.
Cinco medios hermanos se embarcan en una disparatada misión: encontrar el amor verdadero para poder reclamar la herencia millonaria de su padre. Santiago, el hijo legítimo, los arrastra en la búsqueda de la enigmática chica del bikini azul, el único flashazo real que tuvo en su juventud. Entre risas, enredos y confrontaciones con sus propios miedos, cada uno descubrirá que el amor no siempre llega como lo imaginaban.
La obra presenta a cinco hombres que luchan por mostrarse vulnerables ante el amor. A lo largo de la historia, enfrentan sus traumas, cometiendo errores una y otra vez, pero aprendiendo de ellos para convertirse en mejores personas.
Los personajes, aunque sencillos y sin grandes pretensiones desde su concepción, cobran vida gracias a los actores (Juan Solo, Carlos Salazar, Manuel Corta, Adrián Pola y Manuel Gorka) quienes logran una comunicación fluida y natural. Sin embargo, aún falta que conecten mejor con las coreografías de Eric Rivera, inspiradas en el estilo de los coristas de Luis Miguel, donde los movimientos de brazos ilustran las canciones. Por ahora, se perciben rígidos e incómodos, quizá por el afán de no perder la masculinidad que la obra enfatiza constantemente.
La historia se desarrolla con claridad, a pesar de la complejidad de las diversas subtramas derivadas de la exploración de la vida de los cinco hermanos. No obstante, algunos detalles ralentizan la acción dramática.
Santiago, el protagonista interpretado por Juan Solo, inicia narrando los acontecimientos, al estilo de Mario en Hoy no me puedo levantar (de Nacho Cano). Con el tiempo, este recurso se vuelve excesivo, haciendo que el personaje aparezca constantemente para resumir la trama en lugar de permitir que las acciones se desarrollen en escena. Incluso el desenlace se presenta de esta manera, restándole dinamismo al montaje.
Otro aspecto a considerar es la decisión de que el protagonista tenga nacionalidad española, sin una justificación sólida, lo que lleva a Juan Solo a concentrarse más en perfeccionar su acento que en profundizar en su personaje. Afortunadamente, en la cuestión vocal, el actor se luce, y tanto él como Carlos Salazar (Bruno) ofrecen las interpretaciones más destacadas de los éxitos de El Sol.
Manuel Corta brilla al darle vida a Andrés, el hermano nerd e inocente (en todos los sentidos) que siempre está de buen humor y mantiene unida a su nueva familia. El actor consigue risas y aplausos del público en varias ocasiones gracias a su honestidad en escena y su habilidad para la comedia. Destaca especialmente en la parodia que realiza con la canción Ya nunca más, parte del soundtrack de la película del mismo nombre que Luis Miguel grabó en 1984.
Uno de los mayores aciertos de la obra es su elenco femenino, que demuestra una sólida experiencia en teatro musical. Gloria Toba deslumbra en cada una de sus intervenciones, mientras que ella y Laura Luz aportan la energía que el género exige, conectando con el público en cada escena y canción. Por su parte, Vanessa Bravo sobresale en su interpretación de Lili, destacando vocalmente y construyendo un personaje con el que es fácil empatizar.
Las canciones elegidas parecen formar parte del ADN de cualquier mexicano, pero algunas son breves debido al uso de mashups y counterpoint medley, donde se combinan o suenan simultáneamente fragmentos de varias canciones. Esto hace que, cuando el público se emociona con una canción de Luis Miguel e intenta unirse a los cantantes, ésta cambie rápidamente o se canten varias a la vez, desconcertando a los espectadores, ya que esto ocurre con demasiada frecuencia durante la representación. Seguramente, si el musical sigue en cartelera y gana seguidores, estos aprenderán a disfrutar y reconocer las nuevas propuestas, como ha ocurrido con otros musicales de rockola.
El montaje es visualmente atractivo gracias a la combinación de la escenografía de Antonio Saucedo Azpe, la iluminación de Félix Arroyo y el diseño de video de Daniel Primo. Estos elementos transportan al público a diversos ambientes y generan múltiples atmósferas. Destacan los videos con escenarios realistas desenfocados, que aportan una perspectiva interesante y enriquecen la experiencia visual.
Por más de cuatro décadas, las canciones de Luis Miguel han acompañado a generaciones y siguen tan vigentes como siempre. Es admirable que los productores apuesten por nuevos proyectos en México con el potencial de trascender internacionalmente.
La chica del bikini azul es una propuesta ligera, accesible y entretenida, ideal para quienes buscan disfrutar de un musical sin complicaciones, con el único objetivo de pasar un buen rato al ritmo de los éxitos de “El Sol”.
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Fotos: Carlos García