Por Kerim Martínez/ Jesucristo Superestrella (Jesus Christ Superstar) es un musical de ópera rock creado por Andrew Lloyd Webber (música) y Tim Rice (letras). Originalmente se lanzó como un álbum conceptual en 1970, y poco después debutó teatralmente en Broadway en 1971, causando un impacto profundo por su tratamiento de temas religiosos y bíblicos desde una perspectiva moderna, acompañado de música que fusionaba rock y géneros contemporáneos, algo prácticamente inusual en ese entonces. Fue recibido como una obra de arte innovadora, tanto por su audacia temática como por su combinación de teatro y rock, especialmente por los jóvenes y la crítica de la época.

En México, se estrenó por primera vez en 1975 bajo la producción de Julissa, quien también tradujo las letras, interpretó a María Magdalena, y contó con Enrique del Olmo en el papel de Jesucristo. En las décadas siguientes, diversas versiones de la obra se han presentado hasta llegar a la producción de Alejandro Gou y Erik Rubín en 2019, que incluyó un elenco de estrellas comerciales y una producción espectacular. Este montaje marcó la primera participación del inglés Nick Evans como director de un musical en México. Recientemente, esta versión ha regresado a la cartelera de la CDMX, con la incorporación de famosos cantantes como Benny Ibarra, María León, Ximena Sariñana y Alex Lora, prometiendo ser del agrado del público.

Judas, inicialmente uno de los seguidores más fieles de Jesús, comienza a dudar de sus métodos y de su creciente popularidad, temiendo que el movimiento se esté desviando de su propósito original. Aunque la trama es conocida por todos, culminando con la traición de Judas, el juicio de Jesús ante Poncio Pilato y su crucifixión, en el musical lo que realmente importa es la lucha interna de los personajes y la representación de Jesús como una figura más cercana, vulnerable y humana.

Benny Ibarra, quien se destacó hace varios años en el papel de Don Quijote en El hombre de la Mancha, vuelve a sobresalir en esta ocasión al interpretar a Jesucristo. Benny brilla en cada escena, vive intensamente cada momento y tiene una conexión palpable con sus compañeros. Lo más destacable es su valentía vocal, ya que logra desprenderse de su estilo habitual como cantante para adentrarse en el mundo de la ópera rock que lidera en esta producción.

No todos logran este nivel de adaptación. En el caso de Ximena Sariñana, su estilo como cantante predomina sobre su interpretación de María Magdalena, lo que dificulta su conexión con las letras, que, aunque muy conocidas, pueden ser profundamente conmovedoras si la actriz se permite ser tocada por el personaje. A pesar de lo anterior, sus fans disfrutan de sus apariciones. Alterna con María León, quien se ha consolidado como una pieza clave en los musicales de Gou Producciones, gracias a su talento escénico.

Erik Rubín interpreta a Judas de manera magistral. Sorprende su capacidad vocal y su entrega total y desgarradora en el escenario; parece como si el musical hubiera sido escrito especialmente para él. Kalimba, en su papel de Simón, aporta una gran pasión y realiza uno de los números musicales más entusiastas del montaje.

Leonardo de Lozanne destaca como Poncio Pilato; su interpretación vocal, aunque no tan amplia como la de otros cantantes del elenco, encaja perfectamente con el carácter del gobernador romano, especialmente en los momentos en que Pilato expresa sus dudas y su tormento interno.

En la representación, Caifás y Anás son fundamentales para la trama, ya que representan a las autoridades religiosas judías que juegan un papel clave en la condena de Jesús. Pisano construye un Caifás frío y autoritario, cuya voz grave y su imponente presencia logran causar respeto y temor. Luis Carlos Villarreal interpreta a Anás, un personaje manipulador y amenazante; su voz aguda y cortante contrasta de manera interesante con la de Pisano, convirtiendo a esta pareja malévola en uno de los principales focos de la puesta en escena.

La cereza del pastel llega con la aparición de Alex Lora, vocalista del Tri. El público se conmociona al ver en el escenario a un ícono de la música rock mexicana interpretando a Herodes. El cantante se divierte y sabe que tiene al público en la palma de su mano; vocifera su tradicional llamado a su madre, pero en esta ocasión le añade un toque cómico: “¡Mamá, préndele a la grabadora… que estoy juzgando a Jesucristo!”. Es todo un acierto por parte de la producción incluir a Lora en este montaje.

Resulta impactante ver la cantidad de personas en el escenario de este musical (más de cuarenta). Todo el ensamble que interpreta al pueblo está compuesto por artistas multifacéticos que nos recuerdan que México está lleno de talento. Cantan, bailan y actúan, entregándose a su público y logrando que la historia se cuente de manera efectiva y fluida.

Uno de los aspectos que más destaca de esta versión es la escenografía de Jorge Ferrari y los efectos visuales presentados, diseñados por Maxi Vecco. Se apostó por una producción moderna, ambiciosa y llamativa, con pantallas gigantes, proyecciones de alta definición y una iluminación precisa de Pablo Wutz, que refuerza los momentos dramáticos de cada escena. La representación de la crucifixión es particularmente poderosa y visualmente arriesgada, llena de simbolismo, lo que causa un impacto fuerte en los espectadores y hace que el musical cierre de manera deslumbrante.

La producción ejecutiva de Jesucristo Súper Estrella está a cargo de Guillermo Wiechers, quien se ha convertido en una pieza clave y fundamental para que Gou Producciones alcance este primer nivel. Esta nueva versión del musical llega a una generación de espectadores que quizás no están familiarizados con la ópera rock, logrando que lo moderno y lo clásico convivan armónicamente. Cantantes icónicos se presentan junto a nuevas generaciones, ofreciendo un espectáculo que es tanto entretenido como conmovedor.

En un mundo donde la música y el teatro pueden trascender las barreras del tiempo, Jesucristo Súper Estrella se erige como un puente entre pasados y presentes, recordándonos que la verdadera esencia del arte reside en su capacidad para unirnos, emocionarnos y hacernos reflexionar sobre nuestra humanidad.

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Fotos: Cortesía Producción