Por Luis Santillán/ Rafael Perrín ha desarrollado varios proyectos teatrales en el género de terror. Él vio hace años una obra en Guadalajara que le cautivó por sus componentes y por la afinidad a su línea de trabajo. La fortuna lo llevó a ser parte de esa producción como actor y, ahora, junto con Omar Suárez, encabeza a un grupo de productores para presentar en la Ciudad de México: El sótano.
Sin especificar cuál es el relato de origen, se menciona que El sótano parte de la obra del japonés Koji Suzuki. La historia presenta a Ana Müller, quien, viviendo un proceso de separación, necesita un espacio para vivir. Ante una situación precaria, solo le es posible rentar un departamento en una vieja y deteriorada edificación. Junto con su pequeña hija habitará el departamento 1, sin sospechar cómo se verá afectada al descubrir que existe algo más allá del piso de su vivienda.
El relato requiere de tres personajes para su desarrollo: Isa (Claudia Suárez), Ana Müller (Ana Claudia Talancón) y Damián (Luis Felipe Tovar/Rafael Perrín). Isa es una niña que ha dejado de hablar tras la separación de sus padres; es quien primero entrará en contacto con los eventos sobrenaturales y quien estará en riesgo. Ana, su madre, correctora de estilo que trabaja en ese momento con un libro sobre asesinatos rituales, cree que su percepción está siendo afectada por lo que lee y se aferra a la idea de que todo es producto de su mente. Damián, el conserje, es la persona a la que debe acudir Ana por ayuda, tanto por las complicaciones del departamento como por las que comienzan a afectar su vida.
El teatro que trabaja el género de terror requiere de dos pilares: el relato capturado en la dramaturgia y los elementos de teatralidad para lograr la experiencia.
En El sótano, un equipo de producción con probada experiencia saca jugo de la escenotecnia para alcanzar la satisfacción del público. Utiliza proyecciones (videomapping) para crear imágenes que tienen una función narrativa, como la que abre la obra, misma que contiene información relevante para el desarrollo de la historia, y otras que sirven para crear los ambientes que aportan mucho a la tensión a construir. Existen efectos que permiten ver la manifestación de lo sobrenatural y provocan la sugestión del público; estos destacan porque logran que el espectador vea cosas que solo pueden ocurrir con lo sobrenatural.
Los efectos sonoros también sobresalen en la propuesta; van colocando al espectador en el punto justo para que sus reacciones hagan de su visita al teatro una experiencia semejante a las casas de terror. (Valdría la pena revisar los niveles, porque algunos —como la llamada de teléfono— pueden ir en contra de sus objetivos).
Esteban Román tiene el crédito de autoría y dirección. Su propuesta respeta las características centrales del género y establece una obra donde el público podrá reconocer mecanismos que funcionan sin problema.
Claudia Suárez interpreta a Isa y logra que el personaje mantenga una comunicación por medio del rostro y el cuerpo. El hecho de que no pueda hablar ayuda mucho a la pequeña actriz, que cumple bien con su interpretación.
La función presenciada con Luis Felipe Tovar, (quien alterna con Rafa Perrín) propone a un conserje muy simpático. La transición que trabaja logra que el público reconozca el enlace que establece con los personajes femeninos; tiene los momentos de descanso que ayudan en cuanto a la tensión. Quizá la parte final no le permite desarrollar el último bloque con la misma profundidad que las dos primeras partes.
Ana Claudia Talancón trabaja muy bien la relación con la niña, denota la preocupación por la situación que atraviesa. Los momentos en que enfrenta lo sobrenatural ayudan a que el público los vea desde su perspectiva. La disputa por mantener la razón y no ceder a lo inexplicable le permite trabajar el conflicto del personaje, pero, al igual que Tovar, la parte final se siente un poco apagada.
Probablemente, la razón de esto sea que la historia emplea mucho tiempo en establecer personajes. Cuando las revelaciones ocurren, hay una sensación de apresuramiento que no ayuda al elenco, porque los cambios que realizan no tienen los minutos necesarios para matizarlos y desarrollarlos.
El sótano aprovecha muy bien la experiencia de sus productores para ofrecer al público una propuesta que, por complicidad, brinda una experiencia satisfactoria y suma de manera positiva al género.
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Fotos: Cortesías Producción
Le obra nos pareció excelente, nos tocó ver a Ivone Montero, actuaciones espléndidas de los actores, los efectos muy buenos, la trama también muy bien realizada, quedamos complacidos, felicidades a los actores y productores…la vimos ayer en el Fernando Soler.
Fuimos a ver la obra ayer, excelente escenografía, actuación de Tovar de 10 el resto fue demasiado sobre actuación, lo que de plano hecho a perder es el sonido tan exageradamente alto y tronar cuetes está de más, se notó la molestia del público