Por Roberto Sosa/ La dramaturgia se cimienta a partir de obras emblemáticas del más importante autor ruso del siglo XIX. Se trata de una labor minuciosa y profunda de sus creadores, es una historia donde convergen personajes como Aglaya, Natasia Filipovna, Mishkin y Rogozhin. El texto refleja el genio y personalidad de Fiódor Dostoyevski, cuya literatura explora la psicología humana en el complejo contexto político, social y espiritual que se vivía en la sociedad rusa en la segunda mitad del siglo XIX.
Alberto Lomnitz, María Inés Pintado y Octavia Popesku escriben conjuntamente el texto, la reescritura fusiona en dos horas de función los sucesos más representativos de las obras El idiota, Los hermanos Karamazov y Los demonios.
Un ejemplo es el inicio con el Príncipe Myshkin, se encuentra solo en algún lugar desolado, ahí se le aparece alguien, “¿tienes frío?”, le pregunta. En este momento cae en una crisis de epilepsia y todo se transforma a su alrededor. El idiota, así lo nombraban por ser epiléptico.
Los demonios –considerada la novela más confusa y violenta de Dostoyevski, y su obra “trágica” más satisfactoria-, escondidos en la casa cuestionan ¿Hay Dios o no lo hay…? ¿Existe la inmortalidad, ni siquiera por un minuto…? ¿Quién se ha burlado así de la humanidad? Cuestionamientos capitales sobre el nihilismo político y moral predominantes en la Rusia de esa época.
El reparto lo conforman Mariana Gajá, Cassandra Ciangherotti / Tamara Vallarta, María Inés Pintado e Ylia O. Popesku / Gabriela Nuñez. Un elenco femenino que en algunas escenas encarna personajes masculinos y bifurcan sus actuaciones. Las cuatro que comparten el escenario se arropan y protegen. El desafío es habitar personajes que se concibieron en tierras lejanas y en tiempo pretérito; aprenderse los textos es un inmenso trabajo, ellas lo hacen excelentemente.
Bajo la dirección de Alberto Lomnitz, el montaje se desarrolla entre ficción y con los atributos psicológicos propios de sus protagonistas; en un reducido escenario, Lomnitz despliega acertadamente el texto que abraza tres novelas de un autor complejo. Conjunta el trabajo dramático y actoral; fusionar y narrar tres historias en una puesta en escena es sin duda un trabajo relevante. Ya había dirigido años atrás esta obra con parte de este elenco; sabía por dónde llevar el relato y de qué forma. El resultado está bien logrado.
Dostoyevski. Los demonios y El idiota es trato de primer nivel, un buen montaje que se mueve entre tablas y plataformas separadas por pasillos por donde se mueven y transitan los personajes con toda su compleja personalidad y temperamento.
La puesta en escena se llena de creatividad con los diseños de vestuario e iluminación (Carolina Jiménez); maquillaje (Alberto Lomnitz) cuidadosamente bien diseñado; vestuario (Adela Cortázar), telas, texturas y colores bien trazados. Vestidos, abrigos, botas y calzado en armonía con la época. La música original (Vicente Rodríguez) se adhiere magníficamente al relato.
“El libre albedrío es muy seductor…” la parte religiosa de la obra podría resumirse en esta frase. Cuestionar y dudar de la existencia de Dios es el estandarte del nihilismo y existencialismo que encontraron en Dostoyevski una fuente de inspiración. Para el espectador que busca ver buen teatro, bien montado y con un texto estructural y dramáticamente bien cimentado, no puede ni debe perderse esta obra.
Para más información de Dostoyevski: Los Demonios y el Idiota, da clic aquí.
Fotos: Zoombiefilms
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