Ricitos de oro no habla alemán es una obra de teatro que te recordará aquella vez que terminaste una relación y dejaste promesas por cumplir mientras te transporta a una versión distorsionada de cuento infantil.

Entras a un teatro que probablemente conoces, pero lo haces de una manera en que, seguramente no lo habías hecho antes. Desde el escenario un personaje vestido de oso, tocando el acordeón y hablando en alemán, te conduce al sótano del Teatro Julio Castillo. Ahí, la cabaña de los tres osos se transforma en el departamento de una pareja que discute constantemente, pero que, en otros momentos, se deja llevar por la pasión que aún sienten el uno por el otro. Ricitos no se siente en casa, está cansada de invadir otros espacios y lo único que desea es hacer ese viaje a Alemania que nunca pudo realizar.

El montaje está lleno de símbolos y metáforas que tocan temas con los que seguramente te podrás identificar: los fantasmas de la familia, los patrones en las relaciones, las heridas y la despedida de un amor.

Es una experiencia que vale la pena vivir. Conocer el sótano del julio castillo ya es garantía ahora suma que la escenografía, los vestuarios y la iluminación te transportan a una cabaña lúgubre en medio del bosque. Una cama muy pequeña, un refrigerador que refleja una luz neón, una televisión vieja y una cocina en la que solo se prepara sopa de papa componen un hogar salido de un extraño sueño que por momentos te harpa sentir en una casa de terror, o en un cuento infantil distorsionado.

La disposición del espacio es poco convencional; donde quiera que mires, encuentras detalles que rompen con las cuatro paredes tradicionales: es una cabaña completa. La cocina, la sala, el cuarto, y al fondo, una habitación con un saco de boxeo. El ritmo, los personajes y el diseño del montaje transmite la misma sensación que el cortometraje Rabbits de David Lynch.

No te pierdas Ricitos de oro no habla alemán en el sótano del Teatro del Bosque Julio Castillo.

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