Por Roberto Sosa/ En un departamento promedio en el Distrito Federal, Lupe, Gabriel, Óscar y Hortensia se reúnen para pasar un buen rato. Por televisión se transmite una noticia importante: el sistema que llevaría el cómputo por la elección presidencial se cayó. La Secretaría de Gobernación, encargada de los comicios, da como ganador al candidato Carlos Salinas de Gortari por el partido oficialista PRI.
Hortensia les tiene otra noticia: le llegó por correspondencia una carta con tres cajas. En la misiva le avisan que los contenedores llevan dentro miles de uñas de gente. La instrucción es mandar todo a otras personas, seguir la cadena, pero antes deben cortarse las uñas de manos y pies, ponerlas dentro de las cajas y darse un baño de uñas, sin ropa. Si así lo hacen, la promesa es prosperidad y progreso.
La obra es de José Agustín (1944-2024), el contexto es la noche del 6 de julio de 1988. La tensión dramática se bifurca con dos acontecimientos: el fraude electoral y unas cajas con millones de uñas. Para el autor, el suceso refleja la degradación de una sociedad bajo un régimen político autoritario y totalitario, con cuatro jóvenes ávidos de sexo, drogas y alcohol. La dramaturgia, a su vez, refleja el pensamiento de un escritor que en su juventud fue testigo de acontecimientos que cimbraron al país que lo vio nacer.
Valeria Fabbri se encarga de la dirección. Ella es dramaturga, actriz y directora; versatilidad y capacidad demostradas en obras como Perderlo todo menos la soledad, Excepto un pájaro, Lun, Hoy se murió mi tortuga, por mencionar algunas. Como actriz, trabajó en Silencio Romeo, Bolito lo explica todo, El paraíso del camaleón y Rojo, entre muchas más. Hoy la Compañía Nacional de Teatro (CNT) la elige para dirigir esta puesta en escena.
El autor perteneció a la llamada Literatura de la Onda, considerada en muchos aspectos como de “contracultura”. Esta historia nos habla de una época en la que quizá Valeria Fabbri aún no nacía, un desafío para ella. Sin embargo, esto no fue dificultad: comprende acertadamente por dónde transitar el relato, por dónde mover a los personajes y en dónde poner el acento. Su eficiente labor da progresión escénica y ritmo a una comedia ácida.
Las actuaciones son de Georgina Arriola (Lupe), Medín Villatoro (Gabriel), Salvador Carmona (Óscar) y Estefanía Norato (Hortensia), pertenecientes al elenco estable de la CNT. Locutor en TV: Miguel Cooper; voces en off: Zambrano Chacón y Omar Silva. El reparto demuestra por qué forman parte de la CNT. Excelentes actuaciones, equilibradas; en cada uno vive el personaje. Bien esgrimido el tono de la obra. Los personajes viven en otra época, traerlos al presente no les ocasionó ningún problema.
En la escena teatral puede aparecer algo inverosímil, improbable o imposible; si está justificado, se vale. La escena del baño de uñas no ocurre en una tina, sucede en un ataúd. Se entiende que es humor negro, pero, ¿Cómo se justifica un féretro dentro de un departamento?, ¿por qué está ahí? En 1988 las parejas no eran tan abiertas en mostrar sus orientaciones sexuales. Acá los besos hombre con hombre o entre mujeres se justifican, ¿por qué ya están todos hasta atrás con alcohol y droga?
La dramaturgia es de un autor contemporáneo mexicano ya fallecido, dirigida por una joven que hoy ve el teatro desde otra perspectiva. En la ficción, dramaturgo y directora dialogan en el escenario, logran conjuntar ideas, ven hacia el mismo punto y concluyen en una idea: que la obra represente lo que significó un fraude electoral una noche en los años 80 con cuatro jóvenes que experimentan algo que nunca imaginaron al darse un baño de uñas.
Dirección de arte y video: Kay Pérez; espacio escénico: Anabel Altamirano; iluminación: Melisa Varïsh; vestuario y peinados: Libertad Mardel; diseño sonoro y música original: Edwin Tovar.
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Fotos: Sergio Carreón Ireta