Por Mariana Mijares/ “Cuando eres chico, estás muy mal informado; entonces, imaginas”, es la primera frase que se escucha en Alphonse, de Wajdi Mouawad.
Como destacado dramaturgo y director, Mouawad es conocido por explorar temas como la identidad, la memoria y el exilio. En México su impacto no ha sido menor, luego de la tetralogía llamada La sangre de las promesas, conformada por las obras Litoral, Incendios, Bosques y Cielos, que fuera dirigida por Hugo Arrevillaga, reconocido por su sensibilidad para llevar al escenario la complejidad emocional de los textos del autor libanés.
El director mexicano vuelve a dejar su marca en Alphonse, aunque esta vez ya no como actor (como hiciera en 2008), sino como traductor de esta historia sobre un niño que se pierde en un mundo adulto que no comprende, mientras su familia y un inspector de policía intentan encontrarlo.
Ahora dirigida por Pilar Carre y Ricardo Rodríguez, la propuesta que se presenta en el Teatro la Capilla destaca por su minimalismo: no hay escenografía y solo escasos elementos de utilería, pero en contraste posee a un numeroso grupo de actores que gracias a un hermoso movimiento escénico llena el espacio de fuerza, compensando así la ausencia de artificios.
El elenco abarca a 14 jóvenes: Carolina Badillo Gutiérrez, Fabián Balderas Martínez, Icaro Yaadid Chagoya Aragón, Estefania Cruz Hurtado, Alan Gutiérrez González, Ana Paula Irigoyen Ramírez, Sara Shekinah León Medina, Sofía Arisbeldi López Reynoso, Joraham Gustavo Mimbrera Vargas, Miranda Alejandra Moreno Arenas, Emiliano Ortíz Martínez, Joshua Oziel Vázquez y García, Jannet Esmeralda, Velázquez Sandoval y Gabriela Naomi Reyes Poot.
Además de funcionar como una especie de coro griego, cada uno alterna varios personajes, pero todos permanecen siempre presentes con gestos o miradas. Como si fueran bailarines, siempre conscientes del espacio y del tiempo, ejecutan una coreografía que abarca movimientos de brazos, de piernas, cargadas, inclinaciones, y hasta secuencias en las que algunos se convierten en palomitas de maíz, en un momento casi de realismo mágico. En conjunto estos jóvenes logran una armonía que va más allá de la simple coordinación; es una danza sutil donde cada uno, sin perder su identidad, se fusiona en un todo orgánico que potencia la narrativa.
La propuesta de vestuario y peinado incluye que todos lleven una playera gris y un overol azul holgado que les llega debajo de la rodilla, complementado por un peinado relamido. Este diseño borra las diferencias de género, difuminando las identidades y convirtiendo a cada actor o actriz en una figura andrógina, capaz de representar a cualquier personaje: hombre, mujer, niño o personas de la tercera edad.
Otro elemento que realmente suma es la música, que con sonidos suaves potencia este texto que previamente ha sido representado en múltiples escenarios internacionales, consolidando la reputación de Mouawad como uno de los autores más influyentes de la dramaturgia contemporánea e invitando al público a reflexionar sobre la fragilidad de la niñez frente al mundo adulto.
“Todo es mejor de noche, entre más negra la noche, más puedes ver en ti…”
Aunque Alphonse ha desaparecido, más que estar perdido, en realidad parecería estar intentando encontrarse a sí mismo. En el proceso también se encuentra con Pierre Paul René, “un niño dulce y monocorde que nunca se sorprende de nada” y que parece haber emprendido un viaje para rescatar a su amigo de un universo alternativo. Su relación refleja el contraste entre la inocencia infantil y la dureza de la realidad adulta, y ninguno de los dos parece querer enfrentar el inevitable proceso de crecer.
La traducción de Boris Schoemann y Hugo Arrevillaga también incluye detalles simpáticos como que los personajes quieran ir a San Pastelburgo, ante la falta de pasteles.
De este modo, a lo largo de su aventura Alphonse y Pierre Paul René enfrentan situaciones que transitan entre lo mágico y lo absurdo, intentando encontrar un lugar en un mundo adulto que no los comprende. A través de su mirada de niños, intentan navegar por un entorno lleno de reglas y expectativas difíciles, donde la rígida forma de pensar de los adultos se enfrenta con la ilimitada imaginación e inmenso potencial de los más pequeños.
“La gente solo cree en lo que puede ver y tocar, la gente ya no cree”, dice uno de los personajes como recordatorio.
Alphonse seguirá recurriendo a la imaginación como única herramienta para resistir el peso de un mundo que ha perdido la capacidad de soñar. Esta actitud seguramente invitará a más de uno a preservar la inocencia y la capacidad de asombro en un entorno lleno de estrés y responsabilidades que tiende a sofocarlas. ¿Cuánto de nuestra propia capacidad de soñar hemos dejado atrás en nuestro propio camino hacia la adultez?
Con esta propuesta la compañía que se hace llamar Los Errantes Teatro nos recuerda no solo la magia del teatro, donde la imaginación y las interpretaciones nos transportan a mundos tan lejanos como San Pastelburgo, sino también, notoriamente, destaca el enorme potencial del incipiente teatro mexicano. Estos 14 actores egresados de CasAzul demuestran talento prometedor, dejando ver su capacidad para convertirse en las nuevas caras del teatro nacional.
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Fotos: Cortesía Producción
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ME ENCANTÓ!
“Alphonse” de Wajdi Mouawad, bajo la dirección de Pilar Carre y Ricardo Rodríguez, nos ofrece una experiencia teatral minimalista pero poderosa. Sin escenografía elaborada y con pocos elementos de utilería, el numeroso elenco de jóvenes actores llena el escenario con su energía y movimiento, creando una coreografía que va más allá de la simple coordinación.
La obra refleja la lucha de Alphonse por encontrarse a sí mismo en un mundo adulto que no comprende, acompañado por Pierre Paul René. Juntos, navegan por situaciones mágicas y absurdas, mostrando el contraste entre la inocencia infantil y la dureza de la realidad adulta. La uniformidad del vestuario y peinado elimina las diferencias de género, permitiendo a los actores transformarse en cualquier personaje necesario.
Esta obra nos recuerda la importancia de la imaginación y de nunca dejar de soñar, sin importar las adversidades del mundo adulto.
Alfonse: Es una obra que te remonta a ese realismo mágico de la niñez.
Las metáforas, los simbolismos.
La ilusión transformada en escenas que te transportan a esos instantes irrepetibles de cuando niñ@.
Es inevitable recordar la libertad imaginativa de la niñez vs el contra sentido la dualidad adulta , plagada de estragos e incomprensión.
Alfonse, recrea un sin número de anécdotas que solo al paso del tiempo se desvelan, cuando ese niño-adulto ,se comprende a sí mismo.
Una puesta en escena a donde los jóvenes talentos de casa azul, se acoplan, maquinaria suiza artística, calibrada a través del binomio en la dirección : Maestro Ricardo Rodríguez & Pilar Carre.
¡Felicidades a loserrantess!
¡En hora buena maestros!
Alphonse, está puesta en escena tiene la capacidad de llevarte de la mano a un mundo mágico, nos hace recordar aquello que vivimos en la infancia. Hermosa !!
ALPHONSE la mejor puesta en escena y el vestuario perfecto 👌