Papi piernas largas es un musical para una actriz y un actor. Está basado en la novela homónima de Jean Webster, publicada en 1912.
En México se popularizó en 1977, cuando, bajo la producción de Angélica Ortiz, se montó con la dirección de José Luis Ibáñez y con un elenco conformado por Angélica María y Gustavo Rojo. En aquel entonces, bajo el nombre de Papacito piernas largas, la obra, en lugar de situarse en Nueva Inglaterra y Nueva York, se transportó al México de principios del siglo XX.
Como dato curioso, el dramaturgo y director Óscar Liera, para Diorama de la Cultura, escribió una crítica y cuestionó en ella, entre otras cosas, esta decisión, pues señaló la disonancia entre la historia narrada y el momento histórico que México vivía en la época en la que se sitúa la obra: la Revolución Mexicana.
Actualmente, bajo la producción de Juan Torres, ha vuelto este montaje. En mayo de 2017, bajo la dirección de Maru Dueñas –quien falleció en noviembre de ese mismo año–, esta propuesta se presentó en el Teatro Hidalgo y ahora ha vuelto, conservando la dirección propuesta por Dueñas y el mismo elenco: Paola Gómez y Óscar Acosta. El montaje actual, a diferencia del de los años setenta del siglo XX, se ubica en el contexto original de la novela, es decir, en la costa este de los Estados Unidos; manteniendo la época del original también, esto le devuelve la coherencia que Liera señalaba carecía la primera versión que se presentó en nuestro país.
Aquí te damos tres razones para ver Papi piernas largas.
1. Una historia que habla del amor y del crecimiento personal. La historia se sitúa en otra época: en 1908, cuando inicia esta historia, las mujeres no tenían derecho al voto en muchísimos países y su asistencia a las universidades era marginal. Jerusha, la protagonista de esta historia, es una mujer que tiene sueños y que lucha por cumplirlos, que establece una relación de amor profundo con los libros y con el conocimiento y que se rebela ante las limitaciones que le han impuesto. A la par, construye con Jarvis un vínculo y una conexión que se transforma y sabe perdonar.
2. Tres instrumentos y dos voces. La mayoría de los musicales cuentan con una dotación de instrumentos y de voces más amplio. Sin embargo, en este caso, un chelo, una guitarra acústica y un piano son suficientes para generar las melodías y la atmósfera íntima sobre las cuales las voces de Paola Gómez y Óscar Acosta llevan al público a través de un viaje por el tiempo para narrarles esta historia.
3. Una propuesta escenográfica renovada. La escenografía realista que usó el montaje en 2017 ahora es reemplazada por una que hace referencia a los libros. Nos hace sentir dentro de un libro y entre los estantes de una biblioteca, como si estuviéramos leyendo una historia. Se crea un espacio onírico que es un homenaje a las palabras y al conocimiento como un camino para encontrar la libertad.
Este musical “de bolsillo” es para ti si te gustan las historias de amor y con un mensaje optimista. Paola Gómez y Óscar Acosta nos entregan personajes bien construidos. Ambos se notan cómodos y pueden mostrar sus capacidades actorales y vocales.
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Por Óscar Ramírez Maldonado.