Una conferencia en Eslovenia, una mancha de sangre que parece moverse por la habitación y un escritor atrapado en su propio juego de espejos, es la premisa de La ira de Narciso, una trama que mezcla suspenso, humor y filosofía que ha regresado a nuestra cartelera con funciones en el Teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque.
Escrita por Sergio Blanco, el montaje se presenta como un thriller teatral que desafía la lógica, la realidad y la propia identidad, protagonizado por Cristian Magaloni, bajo la dirección de Boris Schoemann, quienes nos regalan una propuesta que te atrapa desde el primer minuto y te dejará cuestionándolo todo.
Aquí te damos tres razones por las que no puedes perdértela:
1. Un juego de ilusiones. Imagina entrar a un hotel, notar una mancha de sangre y luego verla aparecer en distintos lugares sin explicación. La Ira de Narciso te sumerge en un juego de ilusiones donde la realidad y la ficción se entrelazan. Con un ritmo que recuerda a los mejores thrillers cinematográficos, la historia te mantendrá al filo del asiento, mientras intentas descubrir qué es real y qué es producto de una mente obsesionada consigo misma.
2. Un solo actor, mil personajes. En esta puesta vemos a Cristian Magaloni, quien no solo interpreta a Sergio Blanco, el protagonista, sino que también da vida a múltiples personajes sin necesidad de disfraces ni efectos especiales. Con solo su cuerpo, su voz y una laptop, Magaloni logra crear un universo fascinante donde coexisten un criminólogo, un amante misterioso y hasta una madre lejana. Su actuación es precisa, hilarante y aterradora cuando debe serlo, convirtiendo el monólogo en un espectáculo absorbente.
3. Teatro, meta-teatro y el reflejo del espectador. Esta obra no sólo cuenta una historia, sino que también reflexiona sobre el propio arte de contar historias. Boris Schoemann dirige un montaje que desdibuja la línea entre la verdad y la ficción, al dirigir una puesta en escena que resulta ingeniosa y minimalista. Mientras el protagonista se observa a sí mismo en un espejo, el público se convierte en un cómplice silencioso de su descenso al caos.
Atrévete a entrar a este laberinto teatral que inevitablemente te hará preguntarte, ¿hasta qué punto somos también prisioneros de nuestra propia narrativa? Si quieres conocer dónde se presenta, así como los horarios y precios, da clic aquí.
Por Itaí Cruz, Fotos: Fernanda Olivares