¿Quién dijo que aprender música e historia no puede sentirse como jugar en un concierto lleno de risas? De Mozart, tubas y bemoles es una invitación a mirar el mundo con los ojos de las niñas y los niños: curiosos, traviesos y siempre listos para dejarse sorprender.
Este espectáculo nace de uno de sus libros publicados con Penguin Random House: De viajes, pastores y prodigios, parte de una colección creada especialmente para el público infantil, donde el artista traslada sus relatos del papel al teatro, manteniendo ese espíritu lúdico y entrañable que invita a las infancias a descubrir el arte desde la emoción y la sorpresa.
Mamás, papás: esta es la excusa perfecta para que sus hijos descubran a Mozart como si fuera su amigo de juego y, de paso, vivan un rato lleno de risas, ternura y magia escénica.
1. Un Mozart a la medida de los niños. El primer relato denominado, ¿Conoces a Wolfi?, invita a niñas y niños a conocer a Mozart como nunca antes: no como un compositor distante, sino como un pequeño lleno de energía, humor y curiosidad. La gracia está en que Mario Iván Martínez no se limita a contar, convierte la historia en un juego donde Wolfi se vuelve un compañero de travesuras. Aquí, cada niño siente que Mozart está ahí, frente a ellos, compartiendo su música y sus sueños como si fueran parte de la misma historia.
2. Todos tenemos un talento único que merece brillar. El segundo relato comienza con un momento didáctico y encantador: Mario Iván explica a los niños, con humor y sencillez, los instrumentos que forman una orquesta. Desde violines hasta tubas, cada uno cobra protagonismo antes de dar paso a la historia de Tubi, la tuba soñadora que duda de su lugar en la música. Los niños aplauden, ríen y se emocionan porque se reconocen en Tubi: a veces inseguros, pero con ganas de mostrar lo que saben hacer.
3. Un regalo para la imaginación. El despliegue visual del espectáculo es un regalo para la imaginación. Cada aparición sorprende no solo por su belleza, sino por cómo se integran al relato. Lo más emocionante para los pequeños es que Mario Iván acerca esta fantasía al público al caminar entre las butacas, esa cercanía transforma la función en un encuentro íntimo y memorable, donde los niños no solo miran un cuento, sino que parecen entrar en él.
Sin duda, De Mozart, tubas y bemoles no es solo una función… es una aventura musical que se vive desde la butaca hasta el corazón, consulta toda la información de la obra, aquí.
Por Itaí Cruz, Fotos: Coord. Nal. de Teatro
















