La influencia de William Shakespeare ha sido inmensa en el teatro, la literatura y otras artes. Sus obras de teatro continúan presentándose hoy en día, ya sea en versiones clásicas, adaptaciones, musicales o simplemente retomando anécdotas y personajes de sus obras para crear historias nuevas. En otros casos, es el propio dramaturgo y sus creaciones quienes se convierten en personajes de obras completamente nuevas. Por ejemplo, recientemente se ha visto esto en Emilia o Inteligencia Actoral.
Lo mismo sucede en el cine, que encuentra en el autor inglés una fuente inagotable de inspiración. La huella del Bardo de Avon también se puede encontrar en la ópera y el ballet. Aquí te hablamos de tres ballets inspirados en obras de William Shakespeare.
Romeo y Julieta
No resulta sorprendente que una de las historias que han llegado al ballet sea la de los famosos amantes de Verona. El libreto de este ballet en tres actos fue escrito por Adrián Piotrovsky, Serguéi Rádlov, Leonid Lavrovski y Serguéi Prokófiev. La música fue compuesta por Serguéi Prokófiev y la coreografía fue creada por Leonid Lavrovski.
La partitura de este ballet fue compuesta por Prokófiev en 1935 por encargo del Teatro de Ópera y Ballet de Leningrado. La música se dio a conocer primero como conciertos de suites antes de que se estrenara la puesta en escena. La primera función tuvo lugar en 1938 en Checoslovaquia; sin embargo, la fecha de estreno oficial, con una versión revisada de la pieza, se considera que fue el 11 de enero de 1940 en el Teatro Kírov de Leningrado. Aunque la coreografía de Lavrovski sigue vigente, se han hecho varias coreografías para la obra, entre ellas la de John Cranko de 1962 y la de Kenneth MacMillan de 1965.
Originalmente, Adrián Piotrovsky y Serguéi Rádlov propusieron una versión con un final feliz, en la cual los enamorados no morían y lograban realizar su amor. Esta versión fue desechada y finalmente se presentó con el final tal como lo ideó Shakespeare.
El Teatro Kírov, apenas poco más de un año y medio después del estreno del ballet, fue alcanzado por una bomba durante el asedio de las tropas alemanas a la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial, el 19 de septiembre de 1941. Su patio de butacas fue destruido. Sin embargo, a pesar del asedio, parte de la compañía del entonces Teatro Kírov – hoy Teatro Mariinski – continuó dando funciones en otros sitios de la ciudad a pesar de los bombardeos. El resto de la compañía continuó trabajando en la región de los Urales, a donde fue evacuada.
Sueño de una noche de verano
Esta obra, escrita por Shakespeare alrededor de 1595, ha inspirado varias versiones de ballet. En 1876, el coreógrafo Marius Petipa creó este ballet en un acto con la música del compositor alemán Félix Mendelssohn, que había sido estrenada en 1843. Anteriormente, en 1866, el coreógrafo ya había creado un ballet inspirado en la misma obra del autor inglés, bajo el nombre de Titania.
Existen varias versiones de este ballet, todas ellas retomando la música de Mendelssohn. Una versión destacada es la realizada por el coreógrafo George Balanchine, una de las figuras más importantes del ballet en el siglo XX. El bailarín y coreógrafo, nacido en San Petersburgo, Rusia, realizó su versión Sueño de una noche de verano para el New York City Ballet. La puesta en escena se estrenó en 1962.
La inspiración principal de Balanchine, según él mismo señaló, no fue tanto la comedia del autor inglés, sino las melodías creadas por Mendelssohn. La obra musical del compositor alemán fue escrita durante distintos momentos de su vida, entre 1826 y 1842.
Otras versiones destacadas de este ballet incluyen la de Michel Fokine de 1906, quien retomó el ballet de Petipa con sus alumnos del Teatro Imperial de San Petersburgo; la versión de 1964 de Frederick Ashton para el Royal Ballet del Reino Unido; la versión de John Neumeier de 1977 para el Ballet de Hamburgo; el remontaje de Pierre Lacotte del ballet original para la Ópera de París en 1985; y la versión de 2005 realizada por Jean-Christophe Maillot para el Ballet de Montecarlo.
La fierecilla domada
Este es un ballet en dos actos basado en la comedia de William Shakespeare del mismo nombre, con la coreografía de John Cranko y música del compositor barroco Domenico Scarlatti (1685–1757), con arreglos y orquestación de Kurt-Heinz Stolze.
Según los críticos, se trata de una de las mejores comedias de ballet del siglo pasado. En ella, el coreógrafo sudafricano da vida a la historia de Catalina y Petruchio. Ella es una mujer independiente con la que nadie quiere casarse, y él es distinguido e inteligente; ambos terminan casándose y él la “suaviza”.
El texto es uno de los más controvertidos del autor inglés. Desde su aparición, la idea de convertir a la mujer en un ser absolutamente sumiso levantó polémica. Actualmente, si bien muchos estudiosos encuentran una intención irónica en el texto del autor, es innegable que visto bajo la óptica del siglo XXI, la idea central de la obra es difícil de defender. Sin embargo, también es un hecho que es complicado juzgar una obra fuera de su marco temporal.
El año pasado, la Compañía Nacional de Teatro tomó esta polémica y presentó la obra Fieras. Basada en el texto de William Shakespeare, con la adaptación de Estefanía Norato y Xhalí Espadas, se realizó este montaje que fue una intervención testimonial.
Por Óscar Ramírez Maldonado.
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