Por Roberto Sosa/ Nahui Olin es pasión y arte, es evocar los momentos que marcaron su existencia. María del Carmen Mondragón recuerda su infancia en París, Francia. Pasaba la adolescencia cuando regresó a la Ciudad de México y a los pocos años conoció al cadete Manuel Rodríguez Lozano, con quien contrajo matrimonio en 1913. Regresó a vivir a París. También evoca a su único hijo quien murió de asfixia o muerte de cuna. El relato inicia en una sala a principios del siglo XX.
Volvió a México en 1921, rompe su relación Manuel Rodríguez; al año siguiente conoce al artista plástico Gerardo Murillo, conocido como Doctor Atl, quien le cambia el nombre por Nahui Olin. El cambio le trajo aparejado una fértil producción artística, con pinturas cargadas de simbolismo, la mayoría protagonizadas por ella y sus enigmáticos ojos verdes. Además, comenzó a escribir poesía con ideas que la acercaron a los movimientos feministas de la época.
María del Carmen Mondragón dialoga con Nahui Olin (en náhuatl significa perpetuo movimiento), protagoniza su historia; un monólogo articulado con los fragmentos más significativos de su vida. Con la mirada puesta en el pasado y desde la poesía, la artista toma el escenario para compartir con el espectador su intimidad. La actriz desnuda su cuerpo en un acto de empatía con el personaje que representa.
En breve entrevista con Michelle Rogel quien da vida al personaje, comentó: “Yo creo que a Nahui Olin no le ha hecho justicia la historia del arte. Tomás Ubirán fue su primer justiciero al montar su primera exposición posmortem en los 90s y después en el Museo Nacional de Arte. Pienso que Nahui Olin va estar al nivel de Frida Kahlo en cuanto a fama, a Nahui no la conoce mucha gente. Ella formó las bases del feminismo en México, los derechos de las mujeres”.
La tenue iluminación propicia la atmósfera, dueña de su espacio lo recorre como lo hace en su memoria; allí habitan los personajes que marcaron su existencia. Hoy están con ella, dialoga con ellos…los abraza. Su cuerpo es su territorio y es su fuerza y femineidad; lo mostró desnudo sin pudor, con la soberanía que solo una mujer libre que piensa y decide por sí misma.
Para Rogel, Olin es libertad, “un espíritu libertario”, señala. En este sentido, nos explica, “así la siento, como una libertad tremenda; por ejemplo en los desnudos yo no he sentido un momento de pudor o de pena a cerca de mi propio cuerpo; es estar en libertad con ella. No sé si Michelle tenga ese nivel, pero ella en mi sí”.
Nahui Olin. Memoria del fuego es un monólogo que nos acerca a un personaje a quien la historia del arte le tiene reservado un lugar. Nahui Olin fue un espíritu libre e insondable que se adelantó a su tiempo, como lo hizo Sor Juana Inés de la Cruz y muchas más en la historia de este país. La actriz Michelle Rogel encarna al personaje con la afinidad que siente por la artista; Michelle y Nahui dialogan el mismo idioma.
La actriz destaca que al personaje lo interpreta desde la voz que Nahui Olin tenía como artista. “Aun cuando la obra es biográfica, con las fechas y momentos más importantes de su vida, lo que más nos importó -ahí el trabajo de ambos, del maestro y yo-, fue la voz del artista, de ella como artista”, concluyó.
Nahui Olin. Memorias del fuego se presenta con la espléndida actuación de Michelle Rogel; la autoría y dirección son de Juan Francisco Hernández. Diseño de iluminación, Edgar Laurrabaquio. A cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico Fénix Novohispano.
La obra se presenta los viernes, hasta el 31 de mayo, en el Teatro Varsovia, consulta horarios y precios, aquí.
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