Platicamos con Lydia Margules, directora de la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT), sobre la situación de las mujeres al interior del sistema educativo. Nos explica  que existe una lógica imperante que se refleja tanto en la escuela como en el campo laboral. Se trata de “una lógica en donde los roles de género establecidos socialmente se repiten también en las academias, en las actividades de las escuelas”. 

La población estudiantil en la ENAT está conformada mayoritariamente por mujeres. Margules nos señala que  en la licenciatura de Actuación, de un total de 156 personas, 101 son mujeres y 55 hombres. En el mismo caso se encuentra la licenciatura de Escenografía, de 56 personas, 36 son mujeres y 20 hombres. En lo que respecta a las maestrías, se mantiene la tendencia, Dirección Escénica cuenta con 5 estudiantes, 3 mujeres y 2 hombres; Pedagogía Teatral, de los 11 integrantes, 7 son mujeres y 4 hombres.

“Tenemos muchas más estudiantes mujeres que hombres en ambas licenciaturas, pero realmente quienes acaban, hasta el día de hoy, más o menos haciéndose presentes en el ámbito profesional suelen ser más los hombres que las mujeres”, advierte. 

La docente resume la situación: “Todo está organizado en función del imaginario social, de cómo está organizado socialmente los roles de género y qué se supone que debe hacer una mujer y qué debe hacer un hombre. Es contundente. La escuela cumplió el año pasado 76 años de vida y sólo habíamos existido dos mujeres directoras, bueno, tres, Clementina Otero es una de las personas fundadora de la escuela, fue la primera directora de la escuela en el 46, que realmente no fue directora como tal, estaba cerca de la dirección, de las personas que fundaron la escuela. Directoras como tales solamente hemos sido dos”.

 

Sistema Educativo y lógicas imperantes

Las lógicas que han imperado provocan, considera Lydia Margules, que lugares de cierta autoridad y poder los ocupen hombres. Esto, agrega, ha sido muy evidente en el ámbito docente y en ciertas lógicas creativas. Destaca que, tradicionalmente, los roles se han ido repartiendo bajo estas lógicas de género: “Hay más productoras, pero más escenógrafos”. 

Sobre el tema educativo destaca que en el espacio de las docentes y docentes de actuación, se encuentran ante todo hombres, “por una razón que tiene que ver con esto de los roles”. Si bien, apunta, se está buscando que esta situación cambie, “no tan lentamente”, la voz cantante la sigue llevando el maestro de actuación

La Escuela Nacional de Arte Teatral está compuesta por 9 academias, cuatro para cada licenciatura, más una que impacta en las dos licenciaturas. Al respecto, nos dice la directora de la institución, la academia más grande es la de actuación y es en la que hay menos mujeres. Otra academía muy grande, nos comenta, es la de Pensamiento, que engloba las clases teóricas, y en este caso la situación es la misma.

Esto es importante, pues según nos explica Margules, el maestro de actuación no solamente forma a las y los estudiantes en actuación, es también quien dirige las prácticas en escena y la puesta en escena final. 

 

Invisibilización de las mujeres en el ámbito teatral

La directora de la ENAT propone un ejercicio para entender un el tema de la falta de visibilidad. Pensemos, nos dice,  en 10 mujeres directoras y 10 hombres directores. El resultado, subraya, es que los hombres seguramente los tendremos en segundos, mientras que las 10 mujeres nos tomarán más tiempo. Al respecto reflexiona: “No es que no haya mujeres directoras, hay, justamente, una cuestión de invisibilización y que forma parte de la misma lógica del imaginario social“. 

Lydia Margules destaca que es interesante que, debido a esta invisibilidad, las mujeres directoras más jóvenes – con dos o tres excepciones de generaciones más grandes- han tenido que buscar su propia voz. Es decir, afirma, en cuanto de todas maneras no hay visibilidad ni acuerdos a priori con el ámbito teatral, las mujeres directoras buscan su propia capacidad expresiva. Lo que hacemos es, agrega, buscar una manera propia de “entender el universo teatral y de cómo se trabaja en el universo teatral”. 

 

Somos las voces cantantes de la innovación en el lenguaje

Este fenómeno ha llevado a que las mujeres sean quienes realizan en México lo que se podría llamar underground teatral o vanguardia, señala. Esto debido  a que, señala, los hombres por lo general tienen una serie de responsabilidades, en tanto que han sido una y otra vez premiados por el Fonca, el sistema de apoyos, en tanto que han sido una y otra vez programados, en tanto que tienen esa responsabilidad están obligados a hacer un cierto tipo de teatro.

Las mujeres, por el contrario, “frente a la invisibilidad, lo que hemos hecho es fortalecernos en otro ámbito, de otra manera, y finalmente lo que ha sucedido ahí es que nosotras somos las voces cantantes de la innovación en el lenguaje”, apunta la directora de la ENAT.

Sobre este tema destaca el término de “mujeres creadoras”. Al respecto, abunda: “También ahí es muy interesante, la mayor parte de las mujeres que dirigen no sólo dirigen, también escriben, también producen, algunas de ellas también actúan, otras como yo que también somos diseñadoras de iluminación o de espacios en general, es decir, nos concebimos de entrada de otras maneras frente a la adversidad”.

Esta posición, dice, se reproduce también al interior de la escuela, pues las maestras de actuación de la institución, son propositivas y trabajan estrategias distintas. “Se han metido a revisar sus formas de comunicación de los saberes, sus estrategias de comunicación de trabajo para plantear la formación teatral desde otro lugar”, destaca. 

La crisis de violencias en la ENAT

En marzo de 2021, alumnas de la Escuela Nacional de Arte Teatral, agrupadas en el colectivo Morras ENAT, estallaron un paro no activo indefinido que duró hasta junio de ese año. Las causas fueron la falta de atención por parte de las autoridades a denuncias de violación, abuso sexual, manipulación psicológica, acoso y abuso de poder. El movimiento llevaría al relevo de la dirección de aquel entonces y a cambios profundos en la manera de organización en la ENAT.

Lo sucedido, para Lydia Margules, ha sido una oportunidad. Esta crisis de violencias, dice, nos ha obligado a revisar qué está pasando y por qué sucedieron las cosas. Agrega que ha obligado a “revisar qué es lo que no funciona, y una de las cosas que no funciona es el uso y costumbre consuetudinario, inamovible, del maestro formador de actores que después va a ser el director y que va a decir lo que se tiene que hacer”. 

Sobre estos cambios, nos dice, “la voz cantante de la transformación, salvo algunas excepciones en los maestros, que sí tenemos maestros muy revolucionados, increíbles, otra vez la tienen las mujeres, maestras de actuación que están viendo las cosas desde otro lugar”.

 

Cambios en la ENAT

A raíz de su entrada como directora, Lydia Margules nos explica ha buscado engrosar la presencia de mujeres dentro de la academia de actuación. Además, explica, abogar por los perfiles múltiples, tanto en estudiantes como en docentes. 

Esto, explica la diseñadora de iluminación, es necesario para romper esos usos y costumbres, esas formas verticales e impositivas que ya no funcionan. En este sentido, comparte, el planeta en que vivimos es distinto, y estamos en un universo en vías de transformación. Estamos, puntualiza: “En vías de revisar, de transformar, de replantearnos cómo puede ser este nuevo teatro, diría yo, planteado desde otras lógicas, que visibilice, obviamente, el trabajo de las mujeres. Que no necesitemos decirlo”.

En este sentido, explica que dentro de la comunidad estudiantil sigue presente la narrativa de que el director es lo que se debe buscar. Tanto alumnas como alumnos siguen pensando, señala, que si un maestro director de teatro que ha tenido éxito los dirige, “eso les va a traer éxito a ellas y ellos”. Entre las medidas que ha tomado Margules al respecto, está el que el año pasado se empujó para en las propuestas de dirección de los montajes finales hubiera al menos una mujer.

 

Nuevas narrativas y nuevos discursos

Para Lydia Margules es necesario que desde la escuela se comiencen a integrar nuevos discursos y se empiece a visibilizar el trabajo de las maestras. Para esto se requiere que las alumnos y los alumnos conozcan la trayectoria de sus maestras. Parte del trabajo de las autoridades, en el caso de la ENAT, es “que hagamos visible a quién tienen enfrente”, destacó.

En este sentido, reflexiona: “Que los estudiantes, las estudiantes, y les estudiantes, poco a poco vayan cambiando sus narrativas, cambiando su visión de quién tienen enfrente, de quién está enfrente, qué maestro o maestra tienen enfrente y qué les está transmitiendo y cómo se los está transmitiendo”.

Sobre este tema, la directora de la ENAT destaca casos como el de Nohemí Espinosa, Aída López y Claudia Ríos, quienes son docentes en la institución y tienen sólidas carreras en teatro, televisión y cine.

El tema de la apertura de horizontes atraviesa también por la comunidad trans no binaries, agrega Margules: “Tenemos también eso, es algo que también es muy nuevo en las escuelas de teatro, y en especial en esta, el abrir el horizonte hacia las comunidades trans y no binarias. Había un estigma fuertísimo con respecto a esas comunidades en el teatro en México, y eso está cambiando también. Tenemos un grupo, no enorme, pero tenemos un grupo de estudiantes trans no binaries, binaries, y es importante que también se abra el horizonte en ese sentido y se socialice”.

 

Objetivos

La directora de la ENAT nos confiesa que en los tres años que le restan al frente de la institución, su sueño es que cuando su gestión finalice “las, los, les estudiantes de tercero pidan sólo directoras para dirigirles sus puestas en escena. Esa sería mi felicidad más absoluta”. 

Se debe perder el miedo a las mujeres que han logrado un espacio, agrega. Esto debido a que la verticalidad y la imposición ya no funcionan, afirma nuestra entrevistada. Para cambiar esto, se deben cambiar las estrategias docentes: “Hay que pensar de otra manera. Hay que pensar en otras formas de comunicar los saberes. Yo no digo en ningún momento que en esta escuela se pierda la exigencia”. 

Al respecto, agrega Lydia Margules, lo que se debe buscar es que la exigencia, el rigor y la disciplina se transmitan desde otro lugar. “Desde un lugar de necesidad expresiva”, considera. 

En este tema, nos dice Lydia, las y los docentes de la ENAT ya trabajan desde ese otro lugar. En mayor o menor medida, nos dice, han logrado dejar atrás una tradición de 30 o 40 años que  llevan dando clase algunas y algunos. “Eso nos lo enseñaron Las Morras, así de simple.  Las Morras ENAT, que entonces fueron y siguen en la escuela, nos están marcando la pauta”.

En este sentido, agrega, la comunidad de la ENAT es muy diversa y con un amplio espectro de posturas, pero, puntualiza: “ las mujeres todas tienen posturas bastante claras. Todas parten de una cosa muy simple, el poder está en un espacio libre de violencias”. 

 

Creadores y creadores de teatro

Otra forma de transformar las perspectivas, considera Lydia Margules, es “hablar de creadoras y de creadores escénicos, mucho más que intérpretes, diseñadoras y diseñadores”. Esto, abunda, no significa que no se quiera ya intérpretes. Sin embargo, agrega: “La idea de creadoras y creadores, nos permite justamente buscar romper con las verticalidades, nos permite buscar que ellas, elles y ellos se conciban desde otro lugar”. 

Esta perspectiva, reflexiona la docente, permite un trabajo de manera mucho más integral. Ayuda, dice, a transmitir desde otro lugar y a visibilizar el trabajo femenino. “Esa visión en sí, es una visión que viene de una postura ya desde otro lugar, desde un trabajo distinto en el ámbito teatral”, considera.

Finalmente, nos dice, las nuevas generaciones de creadoras tienen más claro su camino. Se trata de generaciones que: “No esperan [… ] a la institución para que las visibilice. Ellas lo hacen, y lo hacen de motu propio”. Lo hacen, explica, de manera natural, “como una forma de entender el teatro de manera mucho más integral”. En este caso, agrega, las autoridades de la institución deben “posibilitar, fomentar y promover esta capacidad integral e integradora”.

 

Por Óscar Ramírez Maldonado, Foto: Cortesía ENAT

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