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LAS MENINAS. LOS DÍAS DE DÍAZ: Pasajes irreverentes y cotorros



Por Kerim Martínez/ En los últimos años, las ilustres damas de Ibarguenguer, tres intérpretes mejor conocidas como Las Meninas, se han caracterizado por escenificar arriba de distintos escenarios algunos pasajes de la historia nacional de una forma irreverente. Sobresalen aquellos dedicados a Hernán Cortés, Maximiliano y Carlota, Benito Juárez, Sor Juana. En esta ocasión, están de regreso en el Teatro Milán para contarnos, de una forma lúdica y desenfadada, la vida de una de las figuras más controvertidas de México: Don Porfirio Díaz.

En Los Días de Díaz (de Hugo Serrano y Diego Valadéz), Las Meninas, tras una acalorada discusión, deciden que un miembro de su servidumbre sea el encargado de encarnar al famoso dictador a pesar de tener características físicas opuestas. Se desatan comentarios hilarantes (políticamente incorrectos para la época actual) y así inicia este nuevo capítulo que mantiene a los espectadores atentos y divertidos durante hora y media de representación.

La triada protagónica está compuesta por la tía María Cecilia -mestiza, conservadora y religiosa- (Christian Escorcia) y sus dos sobrinas: María Bárbara -española, ilustrada, muy crítica y satírica- (Luis Huitrón) y Alma María -joven criolla, moderna, básica- (Gina GranB). Los dos actores y la joven actriz hacen gala de su talento y construyen personajes cómicos entrañables. Ellas se sientan cómodamente en su sala de estar y mientras comen postres suculentos y beben chocolate en sus delicadas tazas de porcelana, relatan los puntos históricos más trascendentes de este militar que defendió a México de las invasiones extranjeras.

A través de una plática sobre los personajes en cuestión, estas mujeres lanzan aseveraciones como si los conocieran de manera muy cercana. Lo anterior, remite a los programas televisivos contemporáneos de chismes al estilo Ventaneando donde cada quién es libre de dar su opinión e interpretación de los hechos.

Aquí, podría encontrarse la clave del éxito de sus espectáculos teatrales: los mexicanos aman el chisme y suelen aburrirse con temas que les recuerden su etapa escolar, pero cuando un trío de señoras cotorras adornan los datos históricos con anécdotas picantes y exageraciones simpáticas, todo cambia de sentido y lo didáctico se vuelve fascinante. Los espectadores pueden marcharse con la certeza de que nada fue inventado y que lo que vieron en escena ha sido sustentado por historiadores y expertos en el tema, aunque haya sido relatado de una forma poco convencional.

Las “crestomatías teatrales” son escenificadas por los “criados” de las meninas: Vesubia, la ama de llaves (Norma López), Pompeyo, el paje (Marvin Ortega), Perfecto, el mayordomo (César Baqueiro) Dolores, la dama de compañía (Natalia Quiroz), Herculano, el mozo (Axel Galíndez) y Apenino, el cochero (Diego Llamazares). Cada uno de los actores tiene su espacio de lucimiento y se nota una compañía armónica que goza enormemente el trabajo que realiza.

De manera creativa, se les cambiaron las letras a canciones conocidas (provenientes de musicales famosos o de la cultura pop) para hacer embonar los sucesos históricos con el glamour del teatro musical; se tiene como resultado parodias excéntricas que el público disfruta y aplaude. Sobresalen “All that jazz” (del musical Chicago) y “Tiempos mejores” (de Yuri). Las coreografías de Gerry Pérez aderezan estas adaptaciones musicales, cada movimiento está dotado de humor, sencillez y comicidad.

Hay detalles que podrían dotar de mayor fluidez al montaje: la obra cuenta con un gran número de oscuros de larga duración, no todos ellos necesarios; además la microfonía tiene algunas fallas técnicas. Al ser un espectáculo en farsa con influencias de cabaret se podrían pasar por alto estos aspectos (como sucede con ciertos shows presentados en espacios como El Vicio, donde lo que se valora es la conexión que logran los actores con el público); pero en un espacio de primer nivel como el Teatro Milán en el que es evidente que se ha puesto mucho esmero y detalle en la producción (vestuarios y escenografía) el pulimento de estos pequeños elementos le daría aún más contundencia a la propuesta.

Lo más aplaudible de Las Meninas es que sus hacedores han apostado por la creación de públicos nuevos. Se trata de artistas profesionales que han confiado en su proyecto y cada capítulo de su serie teatral ha sido mostrado con mucho orgullo. El crecimiento es notorio y en cada nueva temporada brindan a sus numerosos fans algo novedoso y digerible.

En 2023, esta compañía seguirá con su residencia todos los jueves en el Teatro Milán. Vale mucho la pena acercarse a esta propuesta y a partir de reírnos de la historia aprender a sanar los traumas del pasado.

El episodio sobre Porfirio Díaz se presenta cada jueves, hasta el 2 de marzo en el recinto de Lucerna 64, consulta horarios y precios, aquí.

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